Era tanta la obligación de ganar que sentía Juan Aspeé, que solito se complicó ante Balompié de Quilpué, en el partido de ida por la segunda fase de la Copa de Campeones de la Anfa.
La ansiedad enredó a los llolleínos ante un veloz elenco visitante y al final esta confrontación quedó abierta, porque el 1-1 le da un pronóstico incierto, por lo que se vio en el final del partido jugado ayer sobre el pasto sintético de Torino.
Se apuraban tanto que a ratos olvidaban ese juego de toques, desbordes y paredes en los metros finales que deslumbró en el torneo de verano que organizaron los azulgranas y que también los llevó al título de la Asofútbol.
Se saltaban el mediocampo con pelotazos desde el fondo y ahí apareció el oficio de una ordenada zaga quilpueína que anuló por lago rato al tridente ofensivo de los naranjos: Matías Araya, Matías Muñoz y Fabián Pavez ni tocaban la pelota. Los espacios en el fondo eran tan escasos que en el primer cuarto de hora el local no generó ninguna ocasión de gol.
En cambio Balompié aprovechando la velocidad de Gonzalo Irribarra y la movilidad de Enzo Calderón creó un par de aproximaciones.
Recién en los 16' Pablo Piña con un zapatazo desde fuera del área le puso un poco de emoción a un compromiso que no tenía ocasiones. Al minuto siguiente un desborde de Pavez casi es finiquitado por el "Kimba" Muñoz.
Cuando Juan Aspeé se dedicaba a jugar a la pelota, a tocar, a rotar y a desbordar usando las bandas creaba serio peligro.
La visita también se generaba sus oportunidades. En los 23' la última línea de Juan Aspeé se quedó parada reclamando un fuera de juego. El línea levantó la bandera, pero el juez no cobró e Irribarra se metió solito al área para exigir al meta Ferragut.
Cuando Juan Aspeé se veía mejor, de un largo pelotazo llegó el gol de la visita. Pablo Piña falló en la marca, Calderón aprovechó el regalito y con un disparo cruzado abrió la cuenta en los 32'.
Fue un golpe duro para el local. Se notó, porque ya no tocaban como antes, con arrestos individuales trataron de revertir el marcador. No pudieron y se fueron en desventaja al descanso.
con todo
Tenían que jugársela y lo hicieron. Pasaron algunos minutos de la segunda parte y entró en Juan Aspeé el "Chiqui" Romero. El delantero le dio más presencia al ataque de los naranjos. Si recibía de espalda controlaba e intentaba crear superioridad numérica. Si no se metía al área y trataba de hacer algo. Claramente fue un aporte.
La disposición dejaba espacios. "Ahora tenemos que matarlos, hay espacios atrás", le gritaba el DT de Balompié, Danilo Irribarra a sus pupilos.
Gonzalo Irribarra encontró un pasillo por el sector derecho. Era imparable para su marcador. En los 58' tuvo una clarísima cuando se sacó a un defensa con un sombrero y remató. La numerosa barra naranja quedó helada de puro susto.
Juan Aspeé con más fuerza que fútbol intentaba llegar al arco contrario.
Un centro largo al área lo conectó de cabeza Matías Araya, el meta voló y con la punta de los dedos mandó al córner: era el empate.
Hasta que en los 33' David Peralta metió la mano en el área y el árbitro Altamirano cobró el penal. Nicolás Valenzuela se encargó de transformarlo en gol. Era el 1-1.
Los minutos finales fueron de gran nivel. Partido abierto, con llegadas en los dos arcos, porque ninguno especuló con el empate. Se la jugaron de verdad.
De arco a arco, saltándose el medio; así se desarrollaron los minutos finales, pero ninguno pudo romper el 1-1 y este fin de semana se definirá una llave que promete buen fútbol y emoción por las características de ambos cuadros. J