Se apagó el brillo del diamante: a los 91 años muere Lino Calderón, propulsor del béisbol en San Antonio
Había una pelota perdida en el Reino de los Cielos que Lino Leandro Calderón Núñez tenía que ir a buscar. La había bateado en la década de los 60, cuando llegó a San Antonio a sembrar la semilla del béisbol. Esta semana fue en busca de ella. A los 91 años falleció esta emblemática figura de la "pelota base" en la ciudad de Antofagasta, a la cual tuvo que emigrar producto de un asma que lo aquejó en su última etapa.
Lino era hijo de Ana Núñez Collao y el español Juan Calderón de la Rosa, de quien heredó ese carácter perfeccionista y el amor incondicional a su familia, con la que vivió toda una vida apegada al deporte y también a la devoción por la Virgen del Carmen.
Desde pequeño que destacó por sus enormes cualidades para el deporte, pero no cualquiera. A él le apasionaba el béisbol y en Tocopilla dio sus primeros pasos.
En la hoy ciudad de Alexis Sánchez, Lino conformó una novena invencible. Primero como jugador, lo que le significó ganar los campeonatos nacionales del 51 y 54, y luego como técnico. Precisamente cuando se desempeñaba como adiestrador del combinado de Tocopilla, le tocó enfrentar a un incipiente equipo de San Antonio.
Los dirigentes sanantoninos de aquella época quedaron maravillados con los pergaminos deportivos y la forma de dirigir a sus pupilos. Tanto fue así que no dudaron ni un segundo en ofrecerle una importante propuesta para que llegara hasta la comuna de la Quinta Región.
En el Norte, Calderón era trabajador portuario y llevaba una vida tranquila junto a su querida esposa María Soto Álvarez, con quien tuvo siete hijos. Sin embargo, por esos años, Dios sólo los había bendecido con dos criaturas: Ema y Margarita.
Es precisamente la hija mayor, quien nos relata la deportiva vida familiar que giraba en torno a su padre. "La vida como familia por esos tiempos era hermosa. Todo en un ambiente tranquilo donde el deporte nos marcó como hermanos", explica Ema.
SAN ANTONIO
El destino de esta familia continuaría escribiéndose en San Antonio. Hasta la ciudad puerto Lino llegó junto a sus hijos y señora. Acá el portuario de Tocopilla se desempeñaría como un obrero más de la empresa Rayonhil. Sin embargo, su principal función estaría lejos del quehacer industrial, su misión primordial era formar un club de béisbol y luego conformar la selección de la comuna.
"Su vida era desde la casa al trabajo y luego a la cancha de béisbol. Así se llevaba todos los días y ni que hablar de los fines de semana. Los sábados y los domingos toda la familia se volcaba al béisbol", cuenta Ema.
Era la época de los 60 cuando el clan Calderón Soto llegó hasta la costa de San Antonio. Acá Lino también fue uno de los impulsores en la creación de la villa Rayonhil, donde finalmente viviría con su familia, la cual comenzó a crecer gracias a la llegada de Sady, Héctor, Patricio, Lina y Luis.
"Mi mamá estaba en la cancha, se iba al hospital para dar a luz y a la semana siguiente estaba en los partidos de mi papá. Ambos eran muy cómplices en su relación y se apoyaban como pocas parejas lo hacen hoy en día. Gracias a ambos todos (sus hijos) somos personas de bien", explica la mujer con un dejo de pena.
Es que la vida para Ema no ha sido para nada de fácil. Primero murió su hermana Lina y esa fue la gran pena de su padre. Hace algún tiempo debió luchar con la pena del desconsuelo de ver partir un hijo y hoy la tristeza la invade con el dolor de perder a su padre.
"Es difícil soportar tanto dolor junto. No estoy bien del corazón por todo lo que he tenido que vivir y por lo mismo no fui capaz de acompañar a mi papito en Antofagasta, donde estuvo viviendo sus últimos días", manifiesta.
Es que a eso de los 60 años, Lino tuvo que dejar San Antonio producto de un asma que fue intensificándose cada vez más. Por recomendación médica, le propusieron que se fuera a vivir a una ciudad que no sea tan húmeda. Antofagasta fue su siguiente parada, pero su huella imperecedera quedó para siempre en el béisbol de San Antonio.
Bajo el alero de Lino crecieron jugadores como Víctor Muñoz, conocido como el "Tunina"; Antonio "El loquillo" Hernández y Hugo Abarca, quien hoy es un destacado entrenador a nivel nacional. Precisamente este lo recuerda con mucho cariño y destaca que tras la llegada de Lino hubo un antes y un después en el béisbol de San Antonio.
"Por esos años se jugaba con las puras ganas y Lino nos enseñó muchas técnicas. Él era un hombre con una vasta experiencia y muchos lo supimos aprovechar. Era un tipo con una gran paciencia que enseñaba a hombres de todas las edades", comenta desde su teléfono móvil y ubicado al frente del ex cine Rex.
"Las coincidencias de la vida. En el segundo piso de este lugar se encontraba la oficina de Rayonhil. La mujer de Lino sacó las cortinas y nos hizo el primer equipo de la selección, era una mujer excepcional", recuerda Abarca, quien vio a su mentor, por última vez, hace 20 años.
"Era una lástima que se fuera para Antofagasta. Cuando nos encontramos allá me dio pena que estuviese viviendo sin pena ni gloria, porque él fue un grande de este deporte y podría haber terminado viviendo en San Antonio o en Tocopilla donde, sin duda, dejó una huella muy grande en la historia del béisbol", culmina Abarca. J
"Su vida era
desde la casa al
trabajo y luego a
la cancha de
béisbol".
"Mi mamá estaba
en la cancha, se
iba al hospital
para dar a luz y a
la semana
siguiente estaba
en los partidos de
mi papá".
"En San Antonio
y en Tocopilla,
sin duda,
dejó una huella
muy grande en la
historia del
béisbol"