Joven placillano pasó de ser un adicto a la droga a ser un ejemplo de rehabilitación
La historia del sanantonino Wildo Andrés Silva parece sacada de la trama de un film de Hollywood. De esas películas que se ganan premios por contar como se puede cambiar del cielo a la tierra y de cómo un hombre puede pasar de vivir al filo de la muerte a ser un ejemplo para su comunidad.
Luego de 15 meses de rehabilitación, este placillano pasó de ser un adicto sin ninguna capacidad de entender los males de las drogas, a un joven en busca de un mejor futuro para él y para su hijo. Se convirtió en un aplicado estudiante de Técnico en Rehabilitación de Drogas de la Universidad de Santiago, y al poco andar, en el director de Resiliencia, un nuevo centro terapéutico ubicado en la localidad de Algarrobo de Batuco, comuna de Lampa, Región Metropolitana.
Wildo entiende mejor que nadie los efectos y los males del consumo de sustancias ilícitas. Empezó a los 16 años consumiendo marihuana y alcohol, y terminó hecho bolsa a los 32 bajo la adicción a la cocaína y la pasta base.
"Cuando la cosa no daba para más me metí a un centro de rehabilitación en Santiago. Si no hacía eso me iba a la cárcel, al hospital o al cementerio", cuenta tras su exitosa mejoría.
ADICCIÓN
Pero su terrible dependencia no surgió de la nada. Luego de varios problemas familiares relacionados con el mismo asunto, comenzó su angustiosa adicción que se prolongó por largos 16 años.
"Tengo un hermano mayor que desde los 16 años empezó a tomar alcohol y a fumar a marihuana. Como todo niño yo decía que no voy a hacer eso, pero después igual me metí tratando de evadir esos problemas. Eso creo ahora con los estudios que tengo", reflexiona el joven, quien en mayo de este año recibirá su anhelado título de la universidad capitalina.
"Tú conoces la droga y se te quitan todos los problemas. Pero después de que se te pasan los efectos de la drogas el problemas sigue ahí mismo", agrega.
"Empecé con alcohol y marihuana y después cocaína y pasta base. Yo le rezaba a Dios que no iba volver a drogarme otra vez, pero igual despertaba lo único que quería era droga. No estaba ni ahí con mi hijo, lo veía llorando y no atinaba nada", cuenta luego de una exitosa recuperación que le permitió reencontrar el amor de su hijo y dejar su tormentoso pasado atrás.
Wildo se daba cuenta por momentos de que estaba obrando mal, que tenía que escapar de las drogas, pero ya no era capaz. Antes de levantarse tenía que llegar al fondo.
"No es algo que tú despiertes y digas y me voy a ir. Tal vez uno de cien tiene esa lucidez, pero los otros no", explica.
-En el centro no me daban ganas de volver a consumir. Los primeros meses uno está botando la droga que te hace daño en la parte del cerebro en que están las emociones. Con las drogas tú no te quieres a ti mismo y tampoco puedes querer a los demás. Entonces después te van volviendo las emociones y te ponen a pensar en lo que hiciste.
-Empecé a darme cuenta de las cagadas que me mandaba. De cómo le sacaba plata a mis papás, como llegaba a molestarlos, pero ahí gente de contención que te van ayudando y te van diciendo tú puedes salir adelante. Hay otros que tienen que darle medicamentos, pero yo no llegué a eso.
- Todas. Robé en la calle, cogotié, saqué cosas de la casa. Que son cosas que hacen todos los demás. En las terapias de grupo uno se va dando cuenta que uno pasó por lo mismo que otros.
- Lo que pasa es que uno se vuelve animal, porque se va echando a perder el cerebro. Yo a veces tenía peleas donde vendían la droga y sabía que ahí me podían apuñalar o que me podían ir a pegar, pero iba igual. Tengo un corte acá (muestra un brazo) y en una pierna, me pusieron una puñalada acá (muestra la espalda). Es la angustia por drogarte que te hace hacer eso.
-Ahora nunca me atrevería a andar a la cuatro de la mañana buscando droga en poblaciones peligrosas, de amanecerme en lugares en que me podrían hacer cosa.
-Cuando me drogaba en algún lugar decía no soy de acá, porque me gustaba la historia, me gustan los deportes, jugar a la pelota, pero la droga no me dejaba. No quería irme a la cárcel tampoco, porque a veces fumaba a un lado de alguien que tenía una pistola o una cuchilla y me podía ir a la cárcel en cualquier momento o matarme.
SANACIÓN
En el 2011 finalmente hizo caso y entendió que ya no tenía escapatoria. Debía internarse y ponerle fin a su adicción. Pasó 15 meses en un centro de Santiago y salió de ahí convertido en un hombre nuevo.
En el centro me dieron ganas de aprender idiomas, computación de, estudiar, porque no iba a salir de ahí para ser la misma persona", cuenta.
"Antes trabajaba de guardia, pero no quería hacer eso, lo hacía para tener plata para mi hijo y para drogarme, pero sabía que yo no era para eso, que podía hacer otras cosas, pero la droga no me dejaba", confiesa Wildo, quien al poco tiempo se dio cuenta de la existencia de la carrera de Técnico en Rehabilitación de Drogas y que era una opción ideal para él.
-Yo gracias a Dios no quiero volver a ser lo que fui, así que ni lo pensé. En la universidad fuman ahí mismo, toman cerveza y vino, pero para mí como si nada. Una vez estaba conversando con la jefa de la carrera y llegó un cabro que me dijo oye flaco, ¿tenís un papelillo? Y nos pusimos a reír. Llega ser cómico.
-Una compañera de la carrera se me acercó y me contó la idea. Ella tenía el capital y me ofreció ser el director del centro.
-Tiene que contactarse con nosotros al 0232020300. Estamos ubicados en la parcela número 13 de Algarrobo de Batuco, en la comuna de Lampa.
-Buena. Tenemos cuatro personas en un tratamiento que demora doce meses, porque las adicciones a la cocaína y la pasta base se demoran más tiempo.
-Me da pena, pero no voy a ir a hablarle. Ellos están en otra. Si alguien me hablaba a mi cuando yo estaba así lo mandaba a la cresta. A nadie le gusta encerrarse un año, porque te dicen un año y te parecen que son cinco. El drogadicto es pesimista.
Wildo sueña con volver a San Antonio para tener un centro de Rehabilitación para quienes sufren de este mal en la zona, también con seguir estudiando y perfeccionándose, y por sobre todas las cosas, con la firme determinación de no volver nunca más al tormentoso mundo de las drogas .J