El surf le entregó a Clemente Aravena las herramientas para ser aún más feliz
La tarea para Carlos Pacheco, instructor de la Escuela de Surf Marbella, era complicada no porque su alumno Clemente, de 13 años de edad, tuviera síndrome de Down. Eso para él era lo de menos. "En el agua todos somos iguales", afirma lleno de convicción.
La dificultad era que el pequeño nunca había entrado al mar (solamente había nadado en piscinas), y le tenía algo de miedo a las olas. Era la principal barrera a vencer.
Clemente se había acercado junto a su madre Constanza González y su padre Fernando Aravena durante el verano a la Playa Grande en Santo Domingo y lo primero que le llamó profundamente la atención fueron los surfistas. Aquellos deportistas que aferrados a sus tablas enfrentan sin temor las olas que entrega el mar. Era la misma adrenalina que deseaba vivir Clemente.
la ola es de todos
Era una mañana veraniega del mes de enero y Carlos Pacheco estaba surfeando desde temprano. Las olas estaban a su favor en la playa.
Metros más allá, en el borde costero de la comuna parque, Clemente observaba con atención. Y apenas se dio cuenta que aquel surfista que lo tenía maravillado terminaba su rutina, incitó a sus padres a acercarse.
"Me salgo del agua después de haber estado surfeando desde temprano, y se me acercan los padres de Clemente a preguntarme si es que hacía clases de surf, porque su hijo estaba interesado", comienza relatando Carlos Pacheco.
Ambos padres, al darse cuenta que el surfista es desde años instructor certificado, le explicaron que su hijo de 13 años era fanático del surf.
"Entonces muy discretamente me cuentan que es un niño con capacidades especiales, y más detalladamente que tenía síndrome de down. Inmediatamente lo tomé con un hermoso desafío, y les dije que no había ningún problema para hacerle clases. El surf es un deporte que no discrimina, y las olas son para todos. En el mar no existe diferencia, ni raza, ni clase social ni nada, el fin último es tomar esa ola mágica que nos llenará de alegría por unos momentos.", comenta como una declaración de principios Carlos Pacheco.
Inmediatamente comenzó a realizar al trabajo más importante: ganarse la confianza de Clemente.
"De un comienzo era extremadamente tímido. Pero poco a poco fui entiendo su forma de actuar y así podíamos comunicarnos. A mí me costaba entender lo que me decía, pero Clemente entendía perfectamente mis instrucciones", agrega.
llenos de gratitud
Constanza González es la madre de Clemente. Tiene tres hijos y Clemente es el menor. Junto a su marido Fernando Aravena viven en Santiago, pero llevan años veraneando en Santo Domingo.
En eso estaban cuando vieron que Carlos Pachecho estaba surfeando una mañana de enero. Los hermanos mayores de Clemente (17 y 15 años) aquella vez no estaban. Ellos practican surf y eso ya lo tenía motivado.
"Clemente sigue mucho lo que hacen sus hermanos, siempre está pendiente de lo que hacen, y con el surf pasó algo parecido. Por eso es que cuando llegamos a la Playa Grande de Santo Domingo y vimos a Carlos nos acercamos a preguntarle sobre la posibilidad de hacerle clases a nuestro hijo", relata Constanza.
Y pese a que primero se acercaron tímidamente, luego de conversar con el instructor Carlos Pacheco se dieron cuenta que él era el indicado.
"Le contamos que nuestro hijo tiene síndrome de Down y lo primero que nos dijo fue que 'en el mar somos todos iguales'. Esa actitud nos emocionó y desde aquel momento que confiamos en sus instrucciones para que nuestro hijo pudiera recibir clases de surf que era lo que más deseaba", afirma Constanza.
Carlos Pacheco comenzó así las clases con su alumno Clemente, y con mucha paciencia y dedicación logró que paulatinamente fuera quitándole el miedo al mar. La felicidad con la que se colocaba el traje de lycra y recibía las instrucciones de su profesor tenían a los padres del chico de 13 años felices.
"Aquella actitud nos emocionó, porque Carlos nunca dudó en hacerle clases a mi hijo. Él fue muy paciente, le enseñaba de forma tranquila, y también se daba el tiempo de entender sus gestos y la forma de comunicarse que tiene Clemente. Él en todo momento integró a Clemente de forma normal, sin distinciones, y le hizo entender que aprender surf también es posible. Estamos muy agradecidos por todo esto", comenta Constanza González, llena de agradecimiento por la actitud integradora de Carlos Pacheco.
desafío de vida
Para el instructor de surf, este sin lugar a duda "ha sido uno de los más grandes desafíos que he tenido como instructor de surf. La clave fue haber ganado la confianza de Clemente, así se pudo ir afirmando de mí cuando nos metíamos al mar. Y tenía que estar muy atento, porque nunca había estado en el mar".
Con varias clases encima, Clemente logró lo que parecía imposible: lograr remar en el mar sobre una tabla y sorteando las olas.
"Que haya remado y se haya subido a una tabla, que se haya revolcado en las olas, todas esas son experiencias que seguramente Clemente no olvidará, ya que lo hicieron sentirse muy integrado", expresa Constanza.
Para Carlos Pacheco, el surf encuentra toda su plenitud cuando se encuentra el equilibrio perfecto para esta sobre una ola. Pero es consciente que también se puede encontrar su plenitud con enseñanzas como las que le entregó a Clemente.
"Lo vuelvo a repetir: en el mar somos todos iguales, y eso es algo que el surf entrega como forma de vida. Y comentar que así como a Clemente, a otros chicos también se les puede entregar las enseñanzas de este deporte", finaliza Carlos Pacheco, el instructor que hizo feliz el verano de Clemente Aravena González. J
"El surf es un
deporte que no
discrimina, y las
olas son para
todos.
En el mar
no existe
diferencia"
Carlos Pacheco,
