Periodista entró al circo para hacer malabarismo
Contando desde su abuelo, quien hacía sus espectaculares trucos en el circo Fantasía, tres generaciones de artistas llevan el apellido Salas en los circos de Chile. Y aunque su carnet de identidad dice que nació en Chillán, Jesús (21) ha pasado toda su vida bajo una carpa representando el arte del malabarismo. "Yo soy del circo", dice. A veces en Santiago, otras en Suecia, y ahora en Antofagasta, en el show de los Hermanos Vásquez.
El sol comienza a dar un poco de tregua después de meses agobiando con sus rayos, y es la hora justa para que cada artista ensaye las presentaciones que tendrá durante el espectáculo nocturno. Jesús es capaz de hacer malabares hasta con seis clavas, pero también tiene un show con aros y balones de fútbol.
Mientras Jesús saca una repisa con sus elementos de trabajo, Javier Andrónico (24) lo mira. Fue a Antofagasta como periodista del Diario La Estrella, pero hasta antes de serlo, -o de siquiera pensar en estudiar Periodismo- Andrónico pasaba sus tardes junto a los amigos haciendo malabarismo en su Tocopilla natal para hacerse unas luquitas.
"En Tocopilla no hay semáforos" recuerda con nostalgia Andrónico. "En ese tiempo íbamos a los ceda el paso, como cuatro o cinco amigos…", agrega.
Generalmente, los artistas callejeros calculan su espacio de tiempo dependiendo de cuánto dure la luz roja del semáforo encendida para hacer sus trucos y pasar el sombrero en las ventanillas. La reciente invención del cronómetro LED les facilitó la pega, pues podían hacer los tiempos exactos. Andrónico y sus amigos eran más capos, porque nadie tiene cómo adivinar cuánto dura un ceda el paso.
Jesús toma unas clavas y las comienza a girar. La clave, dice, es cruzarlas en el aire, para tener un ritmo constante y así dar un show espectacular. Javier Andrónico hizo malabares en una bencinera de Tocopilla hasta principios del 2010, cuando tuvo que dejar su ciudad para estudiar Periodismo. Y como una cosa lleva a la otra, egresó, se puso a trabajar en el diario y dejó de hacer malabarismo. Pero como lo lleva en la sangre, está acá en el circo por una nueva oportunidad.
"Lo más difícil son las clavas, porque debes saber controlar las vueltas. Si las sabes controlar, te va a quedar bien", explica Jesús a su alumno-periodista-malabarista. Andrónico ensaya y le sale bien. Se emociona, y cuando está acelerando la velocidad de las tres clavas que ahora está haciendo girar en el aire, se caen.
Es muy bueno para ser el primer intento después de tantos años.
DESDE SUECIA
Con 21 años en el circo, Jesús es un profesional, de esos que les apasiona tanto lo que hace, que su felicidad está ahí, en su pega. Ni siquiera le llama la atención tener una polola estable. Para qué tener mina, dice, si tengo que aprovechar la juventud. "Y no es por nada", se ríe, "pero tener novia es para puro gastar plata, jaja".
El malabarista llegó al Circo de los Hermanos Vásquez en septiembre, luego de una oportunidad que se le presentó para ir a Suecia. Con una ayudita de Facebook y videos en Youtube donde mostraba su talento, comenzaron a salir las propuestas y se fue de un viaje hasta Europa. Lo único malo fue el inglés. No cachaba una. "Sólo hago el 'hello, how are you'", se ríe.
Mientras conversamos con Jesús, Javier Andrónico lleva un buen rato ensayando con las clavas, lo que más domina. Pero Jesús saca de su repertorio unos sombreros que imitan a los mexicanos de paja, aunque un poco más pequeños. Él lanza varios al aire, y todos regresan a sus manos. "Intenta hacerlo tú, para que regresen", desafía al periodista.
Andrónico lanza al aire uno de los sombreros, pero éstos llegan al otro lado, detrás de un mueble.
"¡Pero que regrese a ti poh!", le dice Jesús.
Nuestro malabarista-alumno comienza a dominar el arte del sombrero en el aire, y lo explica. "Hay que saber lanzarlo, que no se vea tan hacia arriba, tan literal. Porque las cosas se tiran al revés, se demoran en caer, y así es una manera para que regrese a ti mismo", dice Jesús. El periodista toma nota hasta que en un rato ya se transforma en un capo.
Otra de las clave que tiene Jesús en su show es que dure el momento preciso, exacto. Como en los semáforos cronometrados, el malabarista tiene un reloj en su cabeza para hacer el máximo de piruetas en el menor tiempo. "Un show muy largo aburre", le dice a Andrónico. Pero si haces varias cosas impresionantes en pocos minutos, todos quedan impactados, por eso el suyo dura exactamente cuatro minutos. A estas alturas, Javier es más malabarista que periodista.
-Que siga practicando nomás, que le dé para delante, si tiene un proyecto, lo que sea, y quiere llegar ahí, tiene que seguirle dando hasta llegar a la meta. Y nada de 'no voy a llegar', eso es mentira, porque todo lo que uno se propone, lo cumple- dice Jesús. A la vista está la prueba: Suecia, por ejemplo. O ser capaz de subirse a la rueda de la muerte, otra.
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