Víctor Cisterna y su historia de recuperación tras la lesión que le pudo costar su carrera
Desde los 4 años que Víctor Cisterna Arriagada se recuerda jugando a la pelota en las calles de Peñalolén, en la Región Metropolitana. Sus padres, por supuesto, siempre lo incentivaron a practicar deportes, sin embargo, lo que nunca pensaron era que el "Vito" se dedicaría por completo a esta pasión de multitudes.
"Desde que era muy chico mis papás siempre me apoyaron para que yo hiciera deporte, por el tema de llevar una vida sana y para que desde niño fuera deportista y me alejara de cualquier tipo de drogas y esas cosas", manifiesta el hoy volante de San Antonio Unido.
Así de un día para otro, de pasar a jugar en su barrio saltó a la Escuela de Colo Colo. Efectivamente, los padres de Víctor, Patricia Arriagada y Víctor Cisterna, vieron en el fútbol una forma para que su hijo llevara una vida sana y el deporte rey cumplía este objetivo.
"Fue un periodo muy lindo en Colo Colo sobre todo porque cuando empecé a ir creciendo comencé a destacar y me llevaron al centro de perfeccionamiento del club. Estaba viviendo el sueño de mi vida, porque uno siempre quiere ser futbolista, más aún cuando lo haces en el equipo que te gusta", cuenta Víctor, a quien le tocaría vivir uno de los momentos más duro con su familia.
LA PENA DE SU VIDA
Desde muy pequeño que Víctor creció junto a su abuelo político Ernesto Acosta, quien era el esposo de una tía de su padre. Este perdió al suyo a los pocos meses de vida y Acosta se encargó de ambos. El hombre le enseñó al Vito a jugar a la pelota y formaron una relación basada en el cariño y en el amor.
"Teníamos una relación muy linda. De hecho siempre que hablo de él me emociono y me da pena, porque lo amaba como un verdadero abuelo. Él no tenía ninguna obligación con mi papá y con mis hermanos, pero él prefirió querernos y hacerse cargo de nosotros. Para mi padre era su papá y para mí y mis hermanos, nuestro abuelo", confiesa el mediocampista.
Sin embargo, en el año 2005, Dios le arrebató, al mediocampista lila, el hombre que más admiraba. Su querido abuelo cerró sus ojos para nunca más abrirlos: la pena y tristeza se apoderaron de Víctor. Un cáncer a los huesos le robó el último suspiro a Ernesto Acosta.
"Sin duda ha sido el momento más difícil que me ha tocado vivir. Dios me quitó lo que más amaba y para todos fue un golpe muy duro. Estuve muy mal, porque a los 14 años es difícil superar la muerte de alguien que tú amas", comenta Cisterna visiblemente emocionado.
Como suele ocurrir en la mayoría de estos casos, Víctor la empeñó contra Dios. Día a día le recriminaba el hecho de haberse llevado a su abuelito y renegó de Él hasta que llegó el año 2006 y le tocó vivir el momento más complejo en su carrera como futbolista.
A fines del 2005, como si fuera poco la muerte de su abuelo, Colo Colo decidió no continuar con los trabajos formativos de Cisterna. "Me tuve que ir, porque era chico y flaco, ellos buscaban jugadores grande y yo no me había pegado el estirón", cuenta
Luego de dejar el equipo albo, en el 2006, Víctor se fue a probar a la filial de Cobresal, que se encuentra en Santiago. Fue un periodo de arduo entrenamiento que terminó de la peor manera para el entonces incipiente futbolista.
En uno de los trabajos con balón que realizaban todos los jóvenes que luchan por un puesto, el Vito saltó a cabecear y un compañero con su rodilla golpeó su espalda. El dolor fue tan intenso que tuvo que abandonar el entrenamiento de inmediato.
Fue llevado hasta un hospital de la Región Metropolitana, en donde se le practicaron una serie de exámenes, tras aquello, el médico a cargo se acercó hasta donde Cisterna y le explicó la gravedad de su lesión: a Cisterna le habían fracturado una vértebra y el diagnóstico era claro, no podría jugar nunca más fútbol "ni siquiera una pichanga con los amigos.
"Quedé destrozado. Mi sueño se me vino abajo y no lo podía creer. No entendía porque me pasaba esto a mí, más aún cuando estaba saliendo recién de la pérdida de mi abuelo", recuerda Cisterna.
"Si bien me podía mover con cierta normalidad, no podía correr y nada por estilo, porque podía ser peor. Se me vino el mundo encima y estuve con un cuadro depresión", agrega Cisterna, quien se refugió en su familia para salir adelante.
SAN EXPEDITO
Casi un año completó Víctor sin jugar fútbol. Su ánimo no mejoraba y las constantes idas al Hospital de Carabineros, para practicarse múltiples exámenes, lo tenían hastiado. Es que ya había conseguido hora para someterse a una intervención y los análisis a su espalda se multiplicaban una vez que se acercaba su operación.
"Me encontraba desesperado. No sabía qué hacer para recuperarme, porque quería volver a jugar fútbol, pero a medida que pasaban los días, los dolores se intensificaban aún más", describe.
-Si pero yo quería volver a jugar fútbol. Tenía 15 años y había planeado mi futuro jugando a la pelota, era lo que realmente quería hacer.
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-Ellos me apoyaron siempre y me dijeron que estuviera tranquilo. Un día nos reunimos todos y fuimos a San Expedito. Fuimos a hacer una manda.
-Sí. Fue complicado para mí por el tema de mi abuelo.
-Fuimos a San Expedito. Le pedimos por mí recuperación y de un día para otro se me acabaron los dolores. No lo podía creer. Fuimos de inmediato al doctor y me dijeron que estaba bien. Que no era necesaria mi operación. Para mí fue un milagro lo que paso. Desde ese entonces que le doy siempre gracias a Dios. Cada vez que juego y por todo lo bueno que tengo.
La buena "suerte" no solo se tradujo en esta repentina recuperación, sino que también tuvo sus repercusiones en el plano futbolístico. El Vito luego de un año sin jugar, recaló en Universidad Católica.
En San Carlos de Apoquindo conoció a grandes personas con quienes hasta el día de hoy tiene estrechos lazos de amistad, como con Enzo Rocco (defensa del Elche de España), Felipe Gutiérrez (volante del Twente holandés) y Diego Opazo (defensa de Curicó Unido).
"Estuve hasta los 19 años en la UC. Conocí a muy buenas personas y también le agradezco a mi madre por todo el sacrificio que hizo por mí. Siempre me acompañaba a los entrenamientos y tenía que pasar mucho frío y además aguantar la nieve que caía. Estoy muy agradecido de ella y muy orgulloso", cuenta.
Tras su paso por la UC, Cisterna Arriagada se fue a Magallanes a los 19 años. Allí conoció al preparador físico Sebastián Musrri, quien hoy ocupa el mismo cargo, pero en San Antonio Unido. Luego de un año en la institución se quedó sin club y comenzó a entrenar en el Sifup, allí coincidió con Isaías Peralta, hoy volante del SAU.
"Llamé al profe Musrri y le dije que estaba buscando club. Me pidió que viniera a probarme y quedé. Estoy muy agradecido de él y mis compañeros. Tenemos un gran equipo y esperemos poder subir a Primera B", confesó el Vito, que viene saliendo de una lesión que lo tuvo por un mes afuera producto de un esguince grado dos en su rodilla.
"Me gustaría salir campeón con el SAU y mi gran sueño sería tomarme revancha en Católica. Es un club al que le tengo mucho cariño", culmina. J