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Buena onda al interior del plantel

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l Sebastián Martínez logró cercanía con los jugadores del SAU.

-Sí, Nahuel Oviedo me dedicó un gol cuando jugaron contra Valdivia. El me había dicho que lo iba a hacer porque gracias a los masajes y al trabajo hecho ese día jugó y más encima anotó.

(-Piensa, toma aire y responde) La verdad es que yo no tengo regalones porque para mí son todos iguales. Incluso como tenemos la misma edad, cuando recién llegué me tuve que poner serio para que no confundieran las cosas.

-Mmmmm…tengo una, pero prefiero no contarla.

La buena campaña del SAU, pese a la derrota en la final, no es el único motivo que Sebastián tiene para estar contento. En junio próximo se convertirá en padre por primera vez y eso lo tiene más motivado.

"Este ha sido un buen año para mí y espero que lo siga siendo", recalcó Sebastián Martínez. J

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El hombre lila que tiene las manos milagrosas

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Sebastián Martínez Barahona (23) llegó por una casualidad a San Antonio Unido. Cuenta que estaba trabajando como paramédico en el hospital Claudio Vicuña cuando recibió un llamado del club lila para que acudiera a una entrevista.

"Me acuerdo que la entrevista fue un lunes y yo el viernes ya estaba dentro del SAU preparando lo que era la noche lila. Claramente este trabajo era bien distinto a la labor de un hospital y para el cual yo fui preparado en la universidad, pero con el pasar de los días me fui encantando con este nuevo desafío, pero sobre todo con las personas que forman parte de este equipo", contó tímidamente Sebastián.

Han pasado ocho meses desde que llegó al club y reconoce estar muy contento, en especial, de formar parte de este proceso en donde el SAU disputó la final.

"Es cierto que yo soy el paramédico de los jugadores, pero la buena campaña que tuvo el SAU este año se debe principalmente al trabajo que realizamos todos, porque demostramos que somos un equipo", enfatizó.

Como paramédico, Sebastián se preocupó de que los jugadores estuvieran de la mejor forma dentro de la cancha, por eso hizo un trabajo minucioso con cada uno de ellos.

"Yo me preocupo de que los chiquillos estén al ciento por ciento para cada uno de los partidos y afortunadamente mi trabajo dio los frutos esperados. En caso de que había alguna dolencia o alguna complicación yo se lo informaba de inmediato al doctor Isaza para que tomara el tratamiento en sus manos", contó.

Asimismo Sebastián se encargó de dar masajes a los futbolistas que lo requirieron tras los entrenamientos o luego de los encuentros. Esto de dar masajes ha sido todo un descubrimiento para este profesional ya que las diversas técnicas de la masoterapia las aprendió por requerimiento de los propios jugadores, quienes se le acercaban para solicitarle un masajito de este joven sanantonino.

-(Ríe). La verdad es que yo sólo trato de cumplir con los requerimientos de mi ocupación así que mientras pueda y sea necesario, siempre estaré dispuesto a hacer mi trabajo porque para eso soy profesional.

Agregó "es cierto que algunos se fundían un poco (ríe), pero a mí me gusta lo que hago, así que no hay problema y siempre que me lo pedían colaboré con los jugadores y todo el plantel técnico". J

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Toda buena campaña comienza por el utilero

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l Aunque Pablo Pino siempre fue un fanático del fútbol y de San Antonio Unido, nunca imaginó que llegaría a trabajar al club de sus amores.

Cuando era un niño entraba al estadio antes que todos los demás, y sobre todo los Carabineros, para ver el juego sin pagar la entrada. Ahora, sigue entrando de los primeros al Olegario Enríquez, pero en una condición radicalmente distinta: es el utilero del SAU.

Ingresó en 2011, cuando Rocío Yáñez era entrenadora, y aprendió rápidamente su tarea. Los técnicos han pasado por la banca, pero él sigue firme en su pega. Llega horas antes del partido o del entrenamiento y tiene todo listo mucho antes de que lleguen los jugadores.

labor

"Si el entrenamiento es a las once de la mañana yo me voy a las ocho y les tengo sus canastos listos, donde dejamos sus implementos de entrenamientos: camiseta, su pantalón, sus calcetas. Y cuando termina el entrenamiento yo tengo que lavarlo para tenerlo listo para el otro día", cuenta.

"Para los días de partidos cada canasto tiene su propio número y lo que tengo que hacer es dejarle su camiseta de competición con el número", agrega sobre su trabajo fundamental para que el SAU jugara la final.

Pero su historia no parte como utilero del conjunto lila, antes de eso recorrió todo el país como tripulante de embarcaciones, y paralelamente al SAU, también se dedica a vender algodón de azúcar en las grandes fiestas de la ciudad.

"Siempre he sido tripulante de naves especiales acá en San Antonio, tengo mi matrícula. Recorrí todo el país en eso. Después cambié de rumbo. Lo que hago ahora en el SAU me gusta mucho", relata.

historia

La historia de Pablo Pino con San Antonio Unido no es nueva, cuando era un niño, en la población Juan Aspeé, se "calaba" al Olegario Enríquez antes que llegaran los carabineros. Eran tiempos de una efervescencia permanente y de mucho público.

"Siempre hemos sido futbolizados. Mi papá fue dirigente y mis hermanos y yo también fuimos parte del equipo", rememora.

Ahora con 52 años los tiempos de dominar el balón quedaron en el pasado. Es momento de aportar al deporte desde otras labores. "Me gusta mucho lo que hago, porque además es importante, es ayudar a los muchachos a que estén tranquilos, que tengan sus cosas y que estén concentrados en lo suyo".

En un carro de tren, en San Juan, tiene dos lavadoras y una secadora. Con el paso de los años se convirtió en un experto en remojar las prendas, en quitar las manchas y en secar la ropa.

"Tengo 30 camisetas de entrenamiento y pantalones, más la camiseta alternativa. No tenemos pocas cosas, somos un equipo chico que sabe ocuparlas bien, tenemos que arreglárnoslas, pero siempre hemos sido un equipo de esfuerzo, como San Antonio, donde todo sale con esfuerzo", aseveró Pino. J

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