Dos estremecedores relatos de cómo es la vida en la pasta base
"Uno puede perder cualquier cosa por las drogas: la familia, los amigos o tus cosas que has conseguido con tanto esfuerzo, pero cuando pierdes la dignidad como persona es cuando tocas fondo".
Marcial Martínez Bascuñán (47) se sintió la persona más miserable del mundo cuando tuvo que salir a pedir alimentos casa por casa para no morir de hambre. Es que su aspecto era demacrado.
Su metro ochenta de estatura contrastaba con su esquelético cuerpo de 45 kilos. La pasta base había causado estragos en su cuerpo y en toda su vida. Perdió a la mujer que más había amado, su auto, su casa. Todo. "Como en la mayoría de los casos partí en esto por los amigos", cuenta.
Marcial llevaba una vida feliz, como él mismo la define. Vivía con su pareja, con la cual esperaba formar una linda familia. Trabajaba de guardia de seguridad y en una que otra ocasión le salían pololitos que los realizaba junto a su querido padre homónimo.
Sin embargo, dos episodios pusieron fin a esta realidad, que a juicio de él, era un verdadero sueño. Su querido padre falleció y su mujer encontró trabajo fuera de la zona.
"Todo me llegó en un mismo momento. De tener la casa llena con mi padre y mi pareja pasé a estar solo. La soledad me empezó a pasar la cuenta y de la noche a la mañana estaba consumiendo pasta base", relata.
Los ojos de Marcial se ponen vidriosos. Su voz se quiebra. Los recuerdos imperecederos que guarda en su memoria le pasan la cuenta.
"Consumía toda la semana y cuando llegaba mi pareja la dejaba para que no se percatara. Eso es lo que uno cree. Ella comenzó a darse cuenta que faltaban cosas en la casa. Hasta que tuve que confesar que consumía pasta base", confiesa.
"Yo siempre le pedí a Diosito que me ayudara. Yo quería salir de esa vida. Me sentía mal. Estaba flaco, desaseado, tenía que salir casa por casa pidiendo comida. Yo eso nunca lo había hecho. Perdí mi dignidad como persona", agrega.
DROGA-DELINCUENCIA
La historia de Marcial no es muy distinta a la que vivió Francisco Briones Díaz (53).
"No hubo droga que no consumiera: marihuana, pasta base, monos, cocaína, pastillas. Le hice a todo y para conseguirlas hice todo lo que podía", dice Francisco, enérgicamente y arrepentido.
Tanto fue su grado de dependencia a los estupefacientes que llegó incluso a robarle a su propia madre, Daidamia Díaz.
"Cualquier descuido que hiciera mi mamá con su monedero yo lo aprovechaba para robárselo. De ahí partía a comprar pasta para drogarme", cuenta este santiaguino que trabajaba como maestro de metales.
"Me iba bien en la pega. Siempre gané muy buena plata, pero todo lo que juntaba a fin de mes lo gastaba en droga. En la que fuera, porque lo único que quería era estar drogado", confiesa para luego contar cómo se inició en este flagelo.
"Las juntas siempre te llevan a caer en las drogas. Los malos amigos son los que te inician en esto. Yo partí con la marihuana. Cuando no me empezó a hacer efecto la mezclé con otras sustancias, luego viene la cocaína, la pasta base y las pastillas", enumera.
-Fueron 30 años de mi vida que los perdí. Todo ese tiempo no era yo e incluso me gané una denuncia de mi hija. Eso me dolió.
Nunca llegamos a eso. Pero sí cuando estaba drogado era de tratar mal a la gente. Verbalmente era agresivo y muchas veces traté mal a mi hija.
Sí, pero también lo que me marcó fue la muerte de mi mamá. Ella tenía alzheimer. Estaba viejita y la comencé a cuidar porque se quedó postrada. La enfermedad comenzó a avanzar y pasó a demencia senil hasta que murió.
El más terrible, porque me di cuenta que fui un mal hijo con ella. Nunca le pedí perdón por los malos ratos que le hice pasar, por haberle robado su platita y las cosas de la casa para drogarme.
SEGUNDA OPORTUNIDAD
Tanto Marcial como Francisco encontraron en Dios una segunda oportunidad para llevar una vida alejada de los vicios. Hoy ambos comparten en la casa de acogida Ministerio Evangelístico Libertad, ubicado en la calle Sexta Poniente 306, en el balneario de San Sebastián.
Marcial cuenta que "me vi tan desesperado, que hace dos meses llegué a este lugar para buscar ayuda. Estaba flaco, todo cochino, pesaba como 45 kilos y apenas tenía una camisa y un pantalón".
"Hoy peso como 90 kilos y llevo dos meses sin consumir drogas. Me siento bien conmigo mismo, sé que esta es la parte más difícil, porque tengo que ser fuerte. También tengo claro lo que va a pasar si recaigo. Pero mis sueños son más fuertes que las drogas. Quiero formar una familia, tener mi propia casa y ser feliz", cuenta vestido con su impecable camisa y corbata, su estirado pantalón y sus brillosos zapatos.
Al lado de Marcial está su hermano Francisco, como él lo llama, escuchando atento la experiencia de vida de Martínez.
"Yo me vine de Santiago para acá, porque un amigo me dijo que en Cartagena había un lugar en el cual me podía mejorar. Gracias a Dios así ha sido", asegura este hombre, quien ayer por primera vez, en mucho tiempo, visitó a su familia.
"Fue difícil porque empecé con los síntomas de abstinencia. Pero fui más fuerte. Me encerré en el baño del bus y lloré hasta que se me pasaron las ganas. Cuando llegué a mi casa no me reconocieron, porque estaba más compuesto. Estoy con más peso y tengo mejor semblante", describe.
Al igual que ellos, otras 13 personas buscan enmendar su vida a través de la palabra de Dios. El pastor Claudio Reyes explica que no es fácil, pero que "son buenos muchachos que quieren salir adelante".
"Estamos arreglando la casita en la que vivimos. Hacemos pan amasado y lo salimos a vender y en las tardes le rezamos a Dios. Así buscamos todos alejarnos del pecado", culmina Reyes. J
l Claudio Reyes es el pastor de la casa de acogida Ministerio Evangelístico Libertad. Allí, en la casona, ubicada en Cartagena, busca ayudar a 15 personas que por distintos motivos cayeron en las drogas. La tarea no ha sido fácil, porque como en muchas ocasiones el plano económico es el piedra de tope. Es por ello que solicitó la ayuda de cualquier tipo por parte de la comunidad sanantonina.
"Tengo claro lo que va a pasar si recaigo. Pero mis sueños son más fuertes que las drogas",Marcial Martínez
"No hubo droga que no consumiera:marihuana, pasta base, monos, cocaína, pastillas. Le hice a todo y para conseguirlas hice de todo" Francisco Briones.



