El rey del reloj antigüo se llevó todos los aplausos en la Feria de las Pulgas
Uno de los puestos que más llamó la atención ayer en la Feria de las Pulgas, fue sin duda, el de Bernardo Escobar y su amigo Jorge Avilés, quienes llegaron con más de 100 relojes, de distintas épocas. "Compro, vendo y junto en las ferias y así voy teniendo. El más antiguo era de 1920 y lo vendí temprano, ahora solo me queda uno del 40", contó Bernardo mientras mostraba un relicario que aún tenía la foto original de un bebé.
Bernardo y Jorge son amigos hace más de 15 años. Jorge es relojero y, por él, Bernardo conoció el mundo de las antigüedades. "Esta es una afición de día domingo, solamente de día domingo", recalcó, "porque tengo un taller de soldadura de escapes en Centenario, con lo que me doy vuelta", reconoció Bernardo.
Este hombre, que lleva más de 25 años felizmente casado, contó que en su casa ya están cansados de pelear con él por la cantidad de relojes y otras antigüedades que guarda. "A ninguno de mis hijos les gusta esto, me preguntan si tengo el mal de Diógenes y me echan todo para afuera y yo, de atrás, las recojo y como con mi esposa ya estamos hace tanto tiempo juntos, pasamos a una época donde se aguanta todo", dijo entre risas el soldador.
Aunque reconoció que son tantas las antigüedades que tiene que las guarda en tres lugares distintos. "En mi casa ya me están echando con tanto cachureo, pero tengo en la casa de mi hermana y en mi taller también, porque se me hizo chico", explicó Bernardo con humor. "En cambio, mi amigo no tiene problemas, porque a él ya lo echaron hace rato", agregó bromeando.
Bernardo, además de coleccionar y vender relojes antiguos se entusiasmó tanto con estos artefactos que comenzó a crear innovadores modelos, que comercializa junto al resto de las antigüedades que vende, desde los tres mil pesos, en ferias de San Antonio, Melipilla y Cartagena. J