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Estas son las manos benditas que preparan los mejores chilenitos de San Antonio

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Que la amasandería "Rosa", ubicada en calle Arrayán 1082, en Tejas Verdes, se haya convertido en todo un éxito no es casualidad. Detrás de este microemprendimiento hay años de esfuerzo y de trabajo de parte de una sanantonina, que hoy mira con orgullo todo lo que ha conseguido gracias a sus ganas de salir adelante.

Marixza Silva (58) es la propietaria de la amasandería "Rosa", nombre que utilizó en honor a su abuela, de quien heredó y aprendió todo lo que sabe de cocina. En este lugar se fabrican pie de limón, diversas tortas, pan, berlines, cachitos, montinos, empanadas, tartaletas, colegiales, pero lejos su producto estrella es el chilenito.

A tanto ha llegado el fanatismo de los sanantoninos por esta rica y crujiente preparación, que en un sólo día Marixza ha llegado a preparar más de 2 mil chilenitos.

"Fue para un 18 de septiembre. Teníamos un pedido de mil chilenitos, además de todo lo que habían encargado por otros lados. Recuerdo que nos amanecimos haciéndolos. Unas se preocupaban del horno, otras del relleno y otras de la fabricación de las hojas, ya que los chilenitos los hacemos ciento por ciento a mano. Al final, ese día hicimos más de dos mil unidades", cuenta Marixza mientras rellena justamente una bandeja de chilenitos.

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-No hay un secreto especial para prepararlos porque la receta yo la saqué de un lugar cualquiera. Yo creo que es la mano nomás y el cariño, porque hay personas que se han llevado la receta para hacerlos en sus casas y no les ha resultado. A mí siempre me ha gustado la cocina porque desde chiquitita crecí viendo a mi abuelita, pero eso tampoco quiere decir que no me haya costado aprender.

Recuerda que, en más de una ocasión, llegó a llorar de rabia y frustración cuando veía que la masa no le quedaba como ella quería. Pero lo intentó una y otra vez. Hasta que consiguió el resultado esperado y sus preparaciones comenzaron a tener el éxito que ella tanto anhelaba.

"Fue tanto lo que practiqué para que la masa me quedara como yo quería, que cuando no me resultaba lloraba de pura rabia, pero ahora la puedo hacer hasta con los ojos cerrados", bromea.

Pero no fue sólo Marixza la que heredó de su abuela el gusto por la cocina, ya que gran parte de las mujeres de su familia, se dedica a la fabricación de pasteles.

"A la gran mayoría nos gusta esto. Mi hija, por ejemplo, es súper buena para hacer las masas de las empanadas. Tengo una hermana que también trabaja en esto al igual que una prima. Todas crecimos viendo a mi abuela cocinar, por eso nos gusta tanto", cuenta.

"Mi abuelita fue un gran ejemplo para todos nosotros porque además de dedicarse a la elaboración de empanadas, tortas, motes y de todo lo que hacía, se preocupaba de los quehaceres de su casa y antes eso sí que era harto trabajo. Además ella siempre andaba impecable. Creo que esas ganas de salir adelante también las heredé de mi abuela Rosa. Por eso decidí ponerle su nombre a la amasandería", afirma.

Mientras Marixza conversa con Diario El Líder, gran cantidad de clientes llegan al lugar en busca de los apetecidos chilenitos. Otros, en cambio, ingresan a comprar pan, pero no dejan el local sin antes llevarse unos pastelitos.

-Es increíble cómo llega gente de todas partes a comprar. Si hasta se los han llevado al extranjero. Una vecina que viaja a México siempre le lleva a su hijo porque él es fanático. También se los llevan a Estados Unidos escondidos en la maleta de mano.

"Además por acá transita mucha gente y siempre pasan a comprar. Mis vecinos también forman parte importante de mi clientela. Muchos van a comprar a otros negocios de por acá cerca, pero siempre pasan a comprar un chilenito. la verdad es que vendo de todo, pero los chilenitos son lo que más piden", agrega.

carga laboral

A pesar de su éxito, Marixza asegura haber bajado la intensidad en cuanto a su carga laboral, ya que ahora prefiere tomarse la vida con más calma y descansar un poco, sobre todo porque gracias a su trabajo y esfuerzo de años, logró sacar adelante a sus tres hijos: Marlene (37), Daniel (34) y Javier (25) quienes, sin lugar a duda, son su máximo orgullo.

"Tengo tres hijos y gracias a este negocio pude sacarlos adelante y ayudarlos. Durante mucho tiempo me dediqué sólo a trabajar, pero hace unos años decidí bajar un poco el ritmo porque al final ésta no era vida", explica.

"Desde que mi hijo menor terminó su carrera de Químico Industrial en la Católica y empezó con su doctorado, yo decidí cerrar más temprano los sábado y no abrir los domingo. Creo que fue lo mejor porque ya estoy cansada. Son muchos años de trabajo, pero ahora estoy tranquila porque sé que mis hijos son personas buenas. Gracias a Dios puedo decir que tengo unos hijos muy buenos que me llenan de orgullo", afirma

herencia

Antes de tener su amasandería, Marixza trabajaba en su casa de forma particular, también ubicada en Tejas Verdes. Eso, hasta que una tía decidió echarle un empujoncito.

"Mi tía Gladys González era profesora del Instituto del Puerto. Ella recibió un dinero y gracias a eso instaló la amasandería que yo administraba porque ella se dedicaba a lo que más le gustaba que era hacer clases. Por lo mismo pasaba muy poco tiempo en el local, excepto los veranos, en donde ella se hacía cargo y yo me iba a trabajar a Las Brisas (Santo Domingo)", cuenta.

-Sí. Esa fue una época bien sacrificada, pero era la única forma de poder sacar adelante este negocio y a mis hijos.

"Temprano me iba a Las Brisas donde trabajaba como nana y cuando regresaba me dedicaba a preparar todo lo de la amasandería. Ni dormía. Fueron años bien duros en donde yo abría todos los días y cerraba muy tarde. Ni siquiera descansaba los domingo y la mayoría de las fiestas las pasaba trabajando porque era mucha la demanda de productos", recuerda.

"Para el 18, por ejemplo, nos amanecíamos haciendo empanadas. En esa época trabajaban más personas conmigo y a pesar de eso siempre faltaba gente. Para el Día de la Mamá podíamos llegar a hacer más de cien tortas", agrega.

Tras la muerte de la tía de Marixza, ella debió hacerse cargo de la amasandería, lo que le significó una doble carga laboral, pero a la vez, un gran desafío. "Cuando mi tía falleció, este negocio quedó en manos de mi abuelita, pero fue ella quien finalmente me lo dejó a mí. Fue un gran desafío, pero como ya tenía la experiencia y la ayuda de mis hijos, todo se hizo más fácil".

De lunes a jueves esta microempresaria se levanta a trabajar a las 7 de la mañana, mientras que los viernes y sábado, lo hace a las 5 de la madrugada, debido a la alta demanda. "Los fines de semana no paramos. Son muchos los pedidos que llegan y no sólo de chilenitos. La gente también nos pide muchas empanadas para cóctel, tortas, montinos...nos volvemos locos preparando todo, pero como he decido bajar un poco la carga, también he rechazado algunos pedidos".

Las personas interesadas en probar las exquisiteces que esta sananatonina luchadora prepara pueden solicitarlas al teléfono 2288540 o ir directamente hasta su local de calle Arrayán. J

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