Quédo sin pensión justo cuando tenía que operarse la columna
Sara Baeza (63) siempre sufrió dolores de cabeza, pero nunca tanto como para visitar a un médico. Pensaba que era fruto del cansancio de una vida de trabajo y sacrificio. Eso hasta hace unos meses atrás cuando el intenso malestar se incrementó al punto de impedirle caminar con normalidad.
El diagnóstico del médico tratante fue desolador: tenía un quiste en la columna y por su avanzada edad no había opción de extirparlo.
Según el tratante, la dolencia estaría alojada en su espina dorsal desde el nacimiento. La única alternativa posible es inyectar un costoso medicamento que le aliviará el dolor por unos meses. Se trata de un procedimiento sencillo fuera de cualquier riesgo vital.
Sara y su marido Guillermo ya habían agendado una hora en la Clínica San Antonio, pero no tuvieron dinero para pagarlo. El valor de la operación ambulatoria asciende a los $330 mil, casi cuatro veces más que lo que recibe por su pensión de la AFP.
Sin plata
"Siempre tenía dolores, pero nunca me preocupé demasiado. Pensaba que era cualquier cosa (…). El mes antepasado (mayo) fui al doctor, me hicieron terapia y un escáner. Ahí se dieron cuenta de qué era lo que tenía" , relata.
"No sé cómo lo voy a hacer después, porque más encima se me acabó la plata. Fui a la AFP y me dijeron que no tenía más y que desde el próximo mes me iban a dar $30 mil y con eso no se puede vivir", agregó con pesar. Con ese ingreso, la intervención costaría diez veces más de lo que recibe.
El matrimonio, sus amigos y vecinos del campamento Villa Génesis, en Bellavista, han hecho todo lo posible para recaudar los recursos, pero se trata de una cifra muy alta para ellos.
La afectada pasa casi gran parte de sus días en su casa pensando en la activa madre de ocho hijos que alguna vez fue y lo poco que queda de ella.
"Salgo apenas, porque debería andar con muletas, pero solo tengo una. Así que me afirmo con esa y con un bastoncito de madera que tengo", cuenta.
Además sufre de problemas de equilibrio a raíz de una serie de complicaciones en el oído medio y una severa artrosis. "Me llegaron todas la enfermedades juntas después que jubilé y ahora no tengo qué hacer, ya no tengo pensión tampoco", se lamenta.
Sara está desesperada. El dolor aumenta y la plata escasea. Su marido Guillermo trabaja en la feria, pero si ella está muy complicada, prefiere quedarse en casa cuidando de ella. J
