Debido a las escasas gotas del viernes en la noche, ayer en la mañana resultaba muy difícil entrar a la casa de Ramón Pérez y a la de su vecino, su hermano Renzo. Es que el barro dificultaba el ingreso.
Las casas pertenecientes al campamento Tigres de Tejas Verdes lucían improvisadas "tapas" de plástico o de madera que trataban de cubrir del mejor modo posible sus pertenencias y, sobre todo, a sus familias del temporal que estaba pronosticado hace varios días.
"Andamos preocupados por el tema de la lluvia, yo tengo a mi hija, que tiene cinco años y no vivimos en buenas condiciones, entonces la tuve que mandar al sur por estos días, porque no se pudo arreglar más la casa por ahora", explicó Ramón, mientras mostraba emocionado fotografías de su pequeña. "Estas también voy a guardarlas, porque no se me pueden mojar, imagínese", contaba con amargura el hombre de 28 años.
La casa de Ramón es de las más pequeñas del sector y da la impresión de ser una de las que está un poco más firme.
"Esto es el puro esfuerzo de nosotros. Ahora hay que arreglar las planchas luego, terminar de ponerlas, porque estamos tratando de protegernos lo mejor posible, porque esto (el frío y la lluvia) es para una persona grande, no para niños chicos. Si al final somos personas, no perros", agregó Raúl Pérez, el padre de estos hermanos, que a pesar de vivir en una pieza en Tejas, sufre viendo la situación de sus hijos y nietos.
"Nosotros hicimos todo esto con mis vecinos. Cuando llegamos era un botadero de basura. Trabajo en una constructora y le pedí al jefe que me regalara unas comionadas de tierra para emparejar el sitio, y así lo hicimos, pero solo con los vecinos", enfatizó Ramón.
El campamento lleva casi nueve meses instalado en una propiedad que colinda con la cancha del club de deportivo Tigres y con el estero El Sauce. De hecho, la mayor parte de las casas todavía no tiene cierre en la parte que da a este curso de agua, por lo que el barro y la lluvia se vuelven más peligrosos.
"El estero no es lo preocupante, porque lo hemos visto desde chicos y no llega tan arriba. Es más la lluvia porque los techos no son resistentes, son artesanales, casas artesanales, campamentos", completó Ramón.
Luz y Agua
Las casas del campamento no tienen ni luz ni agua. Por lo menos, no oficialmente.
"La luz, lamentablemente, es artesanal porque estamos todos colgados", contó Ramón. "Mi hermano mantiene a su familia siendo soldador y acá no se puede, no podemos tener ni refrigerador, porque es un cable para todos. Es difícil", contó el joven padre de familia.
Esta misma situación pasa con el agua potable. El problema es que a veces gente que no es del sector necesariamente roba las cañerías y todas las familias quedan sin agua, hasta que reúnen nuevamente el dinero para comprarlas.
Sin Apoyo
Para Ramón es importante contar que en todo esto han estado solos. "La otra vez nos vinieron a encuestar, pero se llevan en puras encuestas y al final nadie hace nada, nos tienen bien botaditos", explicó con ironía e impotencia el poblador.
"Si yo fuera una autoridad, me quedaría callado con el tema del campamento, porque las encuestas y esas cosas al final quedaron en nada, es burla nomás, porque con encuestas no tapo a mi hija del frío", terminó Ramón. J