Mario Ramírez Retamales (52) estuvo muchos años hundido en un pozo profundo, del cual él tampoco quiso salir.
Dice que no le importaba lo que dijeran de él, sólo quería consumir pasta base, "volar" y olvidarse del mundo. Reconoce que pasó años sin ducharse y que sobrevivió todo ese tiempo prestando su vivienda a otros drogadictos de San Antonio. "Los dejaba fumar en mi casa y ellos me daban para consumir. Así era todos los días. Yo estaba hundido en una profunda depresión, la que aumentó cuando mi mujer se fue y me dejó solo con mis cuatros hijos. Ella también era drogadicta".
Desde los 20 años, Mario estuvo ligado al mundo de la droga. Para él fue una época muy dura, principalmente porque perdió a su familia a raíz de su adicción. "Ahora que llevo tres años sin consumir veo lo que les hice a mis hijos. Ellos se criaron en un hogar, llenos de carencias, por mi culpa. Mi hijo menor fue criado por su abuela porque yo y su mamá estábamos en otra".
"Reconozco que yo tampoco hice nada por salir adelante. Estaba tan hundido en mis penas, que no me importó convertirme en un asco. Andaba hediondo, pasaba días sin comer, pero no me importaba. Yo era feliz consumiendo pasta base todo el día", agrega.
no quería ayuda
Muchas veces su familia se acercó para ayudarlo, pero él no les hizo caso. "No quería salir del mundo en el que estaba metido. Tampoco sentía pena de mi vida, al contrario, me daba lo mismo que me vieran sucio y drogado".
Un día, en medio de un carrete y cuando el efecto de la droga ya se había pasado, Mario reconoce que sintió mucha hambre, pero que la vergüenza no lo dejó acercarse a su familia para pedirles algo de comer.
"Con qué cara me iba a acercar a ellos, si cuando trataron de ayudarme no los pesqué, así que no lo pensé dos veces y me fui a la iglesia Belén, que antes estaba en el ex cine de Barrancas", recuerda. Y agrega: "allí el pastor Ulises me tendió una mano, sin preguntarme nada. Esa vez almorcé con ellos y me sentí muy bien, así que empecé a ir todos los días y a conocer a otras personas que vivían en la calle y así me fui dando cuenta de lo que uno pierde por querer vivir una vida sin límites".
La droga fue quedando atrás, aunque reconoce que ha tenido recaídas, pero sus ganas de salir adelante han sido más fuerte. Fue así que decidió postular al programa Chile Calle Solidario, del Ministerio de Desarrollo Social, y gracias a este beneficio logró comprar un carro lustrabotas y, desde la semana está instalado en calle El Molo, en Barrancas, haciéndose de clientela.
-Estoy contento porque uno se siente bien ganándose sus monedas. Es cierto que partí la semana pasada, pero sé que me irá bien porque tengo la ayuda del Señor. En estos tres años que llevo limpio, también conseguí tener mi casita, así que para agradecer a Dios todo lo que me ha dado, voy de lunes a viernes a la iglesia Belén a ayudar a dar almuerzo a la gente de la calle. De alguna forma hay que devolver la mano".
pide apoyo
Mario hizo un llamado a la comunidad para que se acerque a su puesto y pueda ayudarlo. "Tengo que hacerme de clientela, así que pueden acercarse nomás, yo encantado los atenderé".
"También me gustaría que personas de buen corazón, que quieran ayudar a los demás, se acerquen a la iglesia Belén porque siempre hacen falta voluntarios que nos puedan ayudar para seguir adelante con esta linda labor", añade el nuevo lustrabotas. J