Victoria Herrera, la funcionaria más antigua de la Escuela España y su clave para educar
Victoria Herrera, inspectora de la histórica Escuela España, conoce a cada uno de los 375 alumnos del establecimiento llolleíno y, por supuesto, todos los rincones del recinto ubicado en calle Baquedano. Trabaja en el mismo lugar hace 34 años, solo cuatro menos de los 38 años que lleva como profesora de Educación General Básica.
Es la funcionaria más antigua de la "Escuela 5", institución que hoy cumple 64 años en su actual ubicación y 96 años de historia (ver recuadro).
En su larga carrera ha visto pasar a miles de niños y jóvenes sanantoninos, quienes convertidos en adultos actualmente llevan a sus propios hijos al mismo colegio. Dice que muchos la llaman, incluso del extranjero, para saber qué es de su vida, y asegura que "reencontrarse con un abrazo siempre es gratificante".
Ingresó en 1982 a la entonces Escuela D-481, establecimiento que ya había perdido oficialmente el emblemático número 5, pero que sin embargo, nunca salió de la memoria sanantonina.
Egresada de la Universidad de Tarapacá, recuerda que en su primer curso, un segundo básico, estaba Ernig Muñoz Farías, actual periodista y directora de la Dirección de Medio Ambiente, Aseo y Ornato (Dimao) de la Municipalidad de San Antonio, entre una larga lista de destacados profesionales que de pequeños pasaron por sus aulas.
TRABAJO ESFORZADO
Victoria recibe a diario El Líder en la Inspectoría General. Tiene disponibilidad, pero está ocupada, siempre es interrumpida por alguien que necesita de su palabra. Es la encargada de ver cada detalle de la escuela. Nada se le escapa.
Minutos después nos trasladamos a la oficina del director Miguel Ángel López. También se une a la conversación la jefa técnica María Jesús Díaz. Juntos combinan años de experiencia en la educación sanantonina y se conocen hace décadas.
El director no demora en describir las cualidades de su inspectora. "Es mi mano derecha", dice.
Con un poco más de tranquilidad, pero siempre atenta a las responsabilidades de su cargo, la profesora recuerda sus primeros años y cuenta cómo han cambiado los estudiantes a lo largo de su carrera.
"Los niños van viviendo la generación que les corresponde, somos nosotros los que tenemos que cambiar e ir adaptándonos a los alumnos y a los apoderados", reflexiona la docente.
"Si me pusiera en el mundo de las comparaciones, los niños son distintos, pero mis alumnos de antes serían igual a los de ahora", añade.
Miguel Ángel López agrega: "tenemos que adaptarnos, si no el choque generacional es muy grande".
Como dice la canción de Mercedes Sosa, cambia todo cambia. Si el mundo de la educación ha sufrido reformas, los pequeños también. Prueba de ello es que los recordados "torpedos" han ido desapareciendo de las aulas. Los minúsculos ayuda-memoria en el boleto de la micro ya no se ve en la "Escuela 5", dicen los profesores.
"Ahora lo hacen por el celular", cuenta Victoria.
DESTACADA DOCENTE
Madre de dos hijas profesionales, una asistente judicial y una trabajadora social, Victoria también trabajó en la antigua Escuela Juan Aspeé, la que más tarde, a principios de la década de los ochenta, se trasladó a la población 30 de Marzo; y en el Colegio Nueva Providencia. Siempre que pudo tener un segundo empleo lo hizo.
En 2006 dejó las aulas a través de un concurso interno que la instaló en la Inspectoría del reputado colegio llolleíno.
"Hemos tratado de mantener las tradiciones, que se hereden de generación en generación. Acá llegan muchos niños hijos de antiguos alumnos", comenta.
"De repente tenemos problemas, pero nuestros alumnos son tranquilos y respetuosos", asegura.
Victoria, a quien solo le quedan dos años para el retiro, dice que no piensa en ese momento y que está centrada en el día a día. "Hay que vivir el presente", dice enfática.
Por eso mismo le cuesta hacer un balance de su carrera, pero claramente el saldo es positivo. Respetada por alumnos, colegas y apoderados, cuenta que la clave de la educación está en "tener siempre en mente que se están formando personas".
"Yo prefiero que un niño me diga la verdad y que no estudió, antes que esté mintiendo, porque tal vez tuvo un problema y debe que tener una segunda oportunidad", señala.
"Siempre me preocupé de conocer bien a mis alumnos, de conversar con los apoderados para saber de dónde venían. Bueno, ahora como inspectora es igual", relata.
muchas generaciones
Al toque del timbre salimos al patio y aprovechamos el momento de tomar fotos a los docentes con los niños. "Van a salir en el diario", pregunta un pequeño. "Ella (Victoria) le hizo clases a mi mamá", dice otra niña.
"El reencuentro es constante sobre todo con la familia de los alumnos, porque la naturaleza es que ellos se vayan de San Antonio, pero sus familias siguen acá y uno se los encuentra en un local comercial, en la feria o en cualquier parte. Siempre es gratificante", confiesa.
Al paso de los minutos comienzan a acercarse los alumnos y profesores, quienes están acostumbrados a acudir a ella para solucionar cualquier duda o problema. Es hora de despedirse. Y de que Victoria siga trabajando con la misma dedicación que ha tenido los últimos 38 años de su vida. J
"Los niños van
viviendo la
generación que
les corresponde,
somos nosotros
los que tenemos
que cambiar e ir
adaptándonos a
los alumnos y a
los apoderados".
La Escuela España comenzó a funcionar el 5 de agosto de 1951 en sus actuales dependencias de calle Baquedano, en Llolleo. Antes había estado ubicada en otros locales. El último antes del traslado definitivo fue en el Grupo Escolar de Barrancas bajo el nombre de Escuela Superior Mixta N°5. El emblemático número sobrevivió por muchos años en la denominación oficial, pero en 1979 cambia al de Escuela D-481. Desde 1990 sigue solo como Escuela España, pero en la memoria colectiva sigue siendo recordada con su histórico número 5.
"El reencuentro
es constante
sobre todo con la
familia de los
alumnos, porque
la naturaleza es
que ellos se
vayan de San
Antonio, pero
sus familias
siguen acá".