Reinaba la paz en el terminal de buses de Barrancas la noche del sábado, cuando de pronto una mujer entró al bus gritando desesperada. "Llamen a la policía", decía una y otra vez al borde del llanto. Había sido víctima de un solitario hampón que había planificado su atraco a la perfección.
Cuando faltaban pocos minutos para las 21.00 horas, la afectada abordó el último bus Lago Peñuelas rumbo a Valparaíso. Confiada de que al interior de la máquina no le pasaría nada, dejó la cartera en el asiento contiguo al que estaba ocupando. De pronto, un hombre, de alrededor de veinte años, subió como cualquier pasajero, tomó el equipaje y salió arrancando como un rayo.
"El tipo no entró al terminal. Llegó derecho por calle Angamos y se quedó un rato mirando", contó uno de los testigos.
"No le di importancia y me quedé pendiente de otras cosas hasta que lo veo que sale corriendo del bus con un bolso en la mano. Cruzó corriendo la calle se subió a una moto y huyó", agregó.
"La venía siguiendo", aseguró otro. La víctima corría de un lado a otro sin saber qué hacer. Los demás pasajeros, tanto o más asustados que ella, llamaron de inmediato a Carabineros, pero no había mucho que hacer. Personal de la Primera Comisaría llegó raudamente y adoptó el procedimiento de rigor.
El silencioso delincuente se hizo humo con un bolso con todos los documentos de la mujer y una cantidad indeterminada de dinero. Minutos antes, ella había retirado efectivo de uno de los cajeros automáticos de la Torre Bioceánica, a una cuadra del lugar del atraco.
El hecho generó expectación entre los pasajeros que a esa hora circulaban por el rodoviario, quienes sin entender mucho lo sucedido reclamaron por la singularidad del atraco, que, de acuerdo a funcionarios del recinto, no había pasado antes. J