Ányelo Alvarado: El volante del SAU que encontró en el fútbol un mejor futuro
Desde muy chico Ányelo Fernando Alvarado Fernández (29 años) tenía clara una cosa. Si no era futbolista su futuro estaba en el mar. Siguiendo la tradición de su familia materna, el esforzado oficio de los pescadores se le presentaba como la única alternativa para ganarse la vida.
Nació en Puerto Montt, en la caleta Anahuac, a dos cuadras del estadio Chinquihue, el mismo escenario donde a comienzos de mayo San Antonio Unido dejó escapar el sueño del ascenso a Primera B ,ante la escuadra local.
Sus padres sabían que la pesca es un trabajo riesgoso y ellos fueron los primeros en hacerle el quite. Su papá trabaja como cuidador en un club de yates y su madre vende ceviches. A pesar de los intentos el mar está presente, es inevitable.
Ányelo igual trabajó en pegas relacionadas con la pesca. Fue cargador y supo del rigor que exige el oficio. "Es gente de esfuerzo, por el clima más que nada es una parte complicada, por eso mi papá se dedicó a otra cosa. A mí también me tocó trabajar en eso y es muy sacrificado. Antes que empezara a jugar me tocó más descargar, no salí a la mar eso sí", recordó de su infancia.
El sacrificio es parte de la vida de Ányelo. Para forjar su carrera como futbolista ha hecho grandes esfuerzos. Una cosa tiene clara: con trabajo se logran las cosas.
Su trayectoria es extensa: Deportes Puerto Montt, Cobresal, Deportes Concepción, Lota Schwager, Linares y ahora San Antonio Unido. Incluso se retiró por 8 meses el año pasado, pero la sangre tira y retornó a las canchas.
Comenzó en el barrio en el club San Luis. Muy chico, a los 9 años, se unió a las cadetes de Puerto Montt, ahí realizó toda su formación.
-Viví hartos procesos, me tocó ascender el 2002 con Puerto Montt, de ahí estuve 4 años jugando en Primera y por malas gestiones ese equipo descendió.
-Claro, después lo agarró don Rabin (Rabindranath Quinteros, ex intendente y ex alcalde de la ciudad) y gracias a él el equipo salió a flote.
El rigor del clima del sur, con lluvia, frío y viento, forjó el carácter de Ányelo. Su convicción y las experiencias de la vida le dieron un amplio recorrido en el deporte para lograr su sueño de adolescencia: ser un futbolista. "Comencé a jugar como profesional en 2004 cuando Puerto Montt estaba en Primera División. Hice hartos goles y por eso me pude ir a hartos lados.
-El fútbol era mi opción, si no era futbolista tenía que ir a trabajar a la pesca. Gracias a Dios se me dio y aproveché mi momento.
-Es que esto es trabajo nomás, perseverancia y tener harta paciencia, también un poco de suerte, porque también influye.
-Cuando tenía 16 años dije voy para allá. Me subieron al plantel y a los 5 minutos el técnico me sacó, me dijo que con esa actitud no iba a llegar a ningún lado. Eso marcó un cambio mental para hacer una carrera. Después al mes me volvieron a subir.
El entrenador que le dio esta lección fue Gino Valentini, un adiestrador que varias veces pasó por el banco de los puertomontinos.
Al otro extremo
Después de 4 años en el plantel estelar de Puerto Montt (2004-2008) Ányelo terminó sus contratos prorrogables como juvenil y dio un vuelvo a su carrera. Del verdor del sur, de la lluvia y el frío de su ciudad natal, se fue al otro extremo: el campamento minero de El Salvador, enclavado en el desierto de Atacama, le abrió las puertas.
"Me fui a Cobresal, una gran institución. Por algo es un equipo que salió campeón (Clausura 2015), le entregan todo al futbolista.
-Sí, eran puros cerros secos, y uno acostumbrado a la lluvia. Me costó dos meses adaptarme nomás y después no me quería devolver.
Alvarado necesitaba cambiar de aires, valorizar su carrera y decidió dejar todo, incluso su familia por un par de meses para iniciar esta aventura en El Salvador. "Puerto Montt estaba en la B, y me quería pegar un salto. Además económicamente convenía más. José Cantillana (DT de Cobresal) me quería llevar antes y por distintas circunstancias no se dio. Después salió", recordó.
-Fue muy buena, porque además después que te vas te miran con otros ojos. Ya no ganas cinco pesos como los juveniles. Ese salto, de salir de casa, te permite crecer en la carrera.
-La rutina te mata, pero para quien se quiere dedicar al fútbol está bien, porque tienes de todo. En la mañana entrenas, en la tarde puedes ir al gimnasio, si quieres salir, en dos horas hay unas playas preciosas. Si un futbolista joven se quiere dedicar a este deporte, vivir en El Salvador es un gran paso.
-Te ayuda a lograr lo que quieres, a concentrarte en lo que quieres. El club te da alimentación, instalaciones, buena cancha para entrenar, sólo tienes que rendir y preocuparte de jugar.
Retorno a casa
Una temporada estuvo Ányelo Alvarado en Cobresal, al año siguiente retornó al equipo de su ciudad. "Regresé a Puerto Montt en 2010 y estuve un año. Hicimos una buena campaña, terminamos en las semifinales de la Copa Chile y estuvimos a punto de ascender. Ese año subió Iquique. Después me fui dos años a Deportes Concepción.
-Fue espectacular, la hinchada sobre todo, te hacen sentir lo que es vestir esa camiseta, lo mínimo que tienes que hacer es correr. Te exigen ganar todos los partidos. Gracias a Dios me fue bien, hice hartos goles, jugué la mayoría de los partidos y al final pude vender mi pase. Estuve un año y medio.
Puerto Montt siempre fue su casa y por eso tras vestir la lila penquista vivió un corto retorno de 5 meses a los albiverdes, hasta que Lota Schwager le dio la oportunidad de jugar otra vez en Primera B. "Es un equipo donde tienes que estar. Es un club sufrido, pero bueno. Por lo menos, lo que me tocó a mí, teníamos donde entrenar y nos cumplían todos los 30, que es lo que le da al futbolista tranquilidad.
-Está Lota y Coronel, todavía hay lugares donde se ve el tema del carbón, más en Coronel. Lota está más moderno.
-Logramos el objetivo que era mantenernos en la categoría.
-Claro, pero las circunstancias te llevan a tomar decisiones. Era lo que se me presentaba y había que aprovecharlo. Al menos estaba jugando en Primera B.
retiro momentáneo
El paso por Lota no tuvo un final feliz para Ányelo. "Estuve 8 meses sin jugar, tomé la decisión. Eso fue en 2013. Venía de una seguidilla de lesiones. Fue como un año y medio; después de un trancazo aparecieron desgarros, lesiones al tobillo y otras cosas más. Se juntaron todas. Estaba con la nube negra, se me hizo difícil y decidí no jugar más. Después empecé a extrañar.
-Vivir de lo que tenía guardado, pero la plata se va acabando. Tengo tres hijos y tuve que trabajar en diferentes cosas para solventar los gastos de la casa. Uno siempre se tiene que esforzar por los hijos. Había que hacer de todo, para que no falte. Después de ese periodo apareció Linares. Hice 11 goles, jugué todos los partidos y ahora estoy acá, con un objetivo mayor que es llegar a la Primera B.
Ahora con la lila
Un nuevo capítulo en la carrera de Ányelo Alvarado se escribe en San Antonio Unido.
-El profesor me contactó, lo tuve en Puerto Montt en 2008. El año pasado como jugué en esta división conocí algo de San Antonio.
-Jugué el primer partido y tuve un golpe en la rodilla, me sacaron líquido, estuve un mes afuera.
-Cuesta, porque además hay buenos jugadores. Eso es bueno porque existe harta competencia.
-Ha sido un poco complicado por cosas anexas, tenemos buen equipo y buen cuerpo técnico. Cada partido es una final, aunque suene cliché, es así. Tenemos un objetivo y ojalá Dios quiera lo podamos lograr.
-Es que existe mucha competencia, ningún jugador está fijo y eso es bueno, porque no dependemos de un solo jugador, este es un plantel y eso nos hace fuertes. Queremos subir, ese es nuestro objetivo. J
Tras la serie de tres partidos en 8 días, aparte de la cosecha de 9 puntos que logró el SAU, el plantel sacó una lección . "Existe mucha competencia. La semana pasada fuimos a Linares, que estaba colista sin puntos, y es un muy buen equipo. Nos complicó, personalmente no sabía cómo no tenía puntos. Se nota que la división está pareja", analizó Alvarado
-Nada es fácil, aparte todos tienen una ilusión , varios quieren subir y se preparan para eso . Por eso es meritorio lo que estamos haciendo, ya estamos segundos.