El misterio que esconde la milagrosa "piedra de la vaca"
El 24 de septiembre del año pasado el periodista Eduardo Rodríguez amaneció con todo el lado izquierdo de su cara afectado por una fuerte parálisis facial. Sin darle mayor importancia, se trasladó desde su casa en el cerro Placilla hacia su trabajo en la Municipalidad de San Antonio. Allí, en la oficina, un colega le advirtió a Eduardo Rodríguez que tenía el lado izquierdo de su cara prácticamente desfigurado.
"Fui de inmediato a la Clínica San Antonio, donde me atendió el doctor Ricardo Sepúlveda, quien me comentó que era una parálisis facial seguramente producto de un cambio de temperatura. Estuve dos semanas realizándome masajes kinesiológicos, pero no obtenía ningún cambio en la cara", recuerda Rodríguez.
Tras no obtener los resultados esperados, comenzó a buscar una terapia alternativa. Y así llegó a la "piedra de la vaca". Pero la primera experiencia fue totalmente negativa. "Compré la piedra de la vaca en una farmacia homeopática del centro de San Antonio por un valor de diez mil pesos. Sin embargo, no era una "piedra" pulida ni bien terminada, sino que tenía muchos pelos, entonces eso hizo que la piel se me irritara y comenzara a dañarse producto de una alergia", asegura.
Tras aquel primer experimento, a Eduardo Rodríguez no le quedó otra que llorar. "Estuve llorando varios días, no lo podía creer, hasta que un día estaba regando el jardín, y me visitó un primo quien me dijo que la verdadera piedra de vaca la tenía un matarife que conocía él".
Aquel matarife, a quien Eduardo Rodríguez prefiere no identificar, tenía la solución para su parálisis. Vivía cerca suyo en Placilla, y un día llegó hasta su casa con el aquel cálculo solidificado que aquel enigmático matarife personalmente había sacado del interior de una vaca.
"Lo primero que me hizo fue unos masajes en toda la cara y el cuello con la 'piedra de la vaca'. Me dijo que lo principal era tener fe, que la piedra absorbía toda la energía, y que por eso había que creer en esta cura", reconoce Rodríguez.
Con la ayuda de su señora, María Elizabeth Rubio, siguió al pie de la letra lo que le indicó el matarife para su correcta recuperación. No se miró al espejo en 15 días y todas las mañanas se pasaba el obsequio que le había entregado el matarife. "Incluso hasta dormíamos con aquella 'piedra de la vaca'. La cubrimos con una tela de color rojo, porque así se captan de mejor forma las energías, y cuando nos íbamos a dormir la poníamos al medio de la cama. Hasta le teníamos nombre", confiesa María Elizabeth Rubio, un año después de aquel metódico proceso.
Sorprendentemente, Eduardo Rodríguez hoy no tiene ni un solo rastro o secuela en su rostro de aquella tormentosa parálisis facial.
"De hecho mi hija me obligó a realizarme un chequeo en una clínica de Santiago, donde los exámenes demostraron que estaba totalmente sanado de aquella parálisis", afirma Rodríguez. Y agrega: "hay que creer y tener fe. Así yo pude sanarme". J
En internet hay varios sitios de ventas en que usuarios ofrecen la "piedra de la vaca". Eso sí, los precios son bastante altos, incluso algunas se llegan a comercializar por más de un millón de pesos.
"El matarife que me ayudó me dijo que la única forma para que resulte el tratamiento es que tienen que regalarte la piedra. Por eso es que estoy tan agradecido por su ayuda. Después que empecé a usar la piedra no fui más a la clínica", agrega Eduardo Rodríguez, agradecido por la ayuda de aquel matarife salvador.