El antes y el después de someterse a una operación de bypass gástrico
Por vergüenza prefiere no dar su nombre ni tampoco fotografiarse. Por complejo volvió a ponerse las mismas blusas anchas que utilizaba antes de operarse y por esa misma vergüenza, reconoce, le ha costado darse cuenta que su operación de bypass gástrico fue un verdadero desastre.
Esta mujer dice que nunca estuvo es sus planes someterse a esta intervención porque "era una gorda feliz". Pero una visita a su doctor de cabecera la hizo "pegarse el alcachofazo".
"Estuve mucho tiempo yendo al doctor porque la presión me subía y me bajaba constantemente. Un día, en medio de un control, me dijo que estaba obesa así que tenía que considerar la opción de operarme porque los problemas a mi salud serían cada vez más preocupantes debido a mi gordura", cuenta Soledad, quien utilizó este nombre para resguardar su identidad.
Dice que al escuchar la palabra "obesa" le dieron ganas de golpear al facultativo, pero con el pasar de los días se dio cuenta que era "por su bien y que el doctor tenía toda la razón". "Antes de operarme estaba pesando 113 kilos, por lo que me recomendaron bajar unos 30 kilos, para empezar. Los primeros días fueron un infierno porque pasaba con hambre y odiaba a todo el mundo".
Esta sanantonina de 43 años dice que fueron meses bien difíciles, pero a pesar de eso logró bajar 30 kilogramos.
"Cuando el doctor me dijo que estábamos listos para la operación, lloré de pura felicidad porque jamás pensé que lo lograría. Pero debo confesar que lo que me tenía más entusiasmada era lucir linda para la licenciatura de mi hijo mayor".
Tras su operación en septiembre de 2013, Soledad no tuvo ningún problema. "Durante los primeros meses todo era lindo. La ropa que usaba, los piropos que me tiraban, todo. Pero con el pasar del tiempo me fui dando cuenta que yo seguía con ese apetito voraz que no calmaba con nada y que mi humor era de los mil demonios, que ni yo me soportaba".
Un año después de la intervención, Soledad había recuperado nuevamente su peso y su autoestima estaba por el suelo.
"Sentí que el mundo se me vino abajo. Todo el dinero invertido y mi tiempo no habían servido de nada porque al final era la misma gorda de siempre", reconoce, entre risas.
burla
Soledad dice que, después de su operación, muchas personas siguieron burlándose de ella. "Me acuerdo que cuando llegué a la licenciatura de mi hijo todo el mundo cuchicheaba a mis espaldas. Se reían de mí, claramente, mientras que otros, sin pelos en la lengua, me preguntaban '¿te corcheteaste la guata?'".
Reconoce que trató de que los comentarios no la afectaran, pero que la crueldad de algunas personas sobrepasó todos los límites. "Pienso que no caí en depresión porque mis hijos y mis papás siempre han estado apoyándome, de lo contrario, hace rato que me hubiera pegado un balazo".
"Cuando la gente me pregunta si yo les recomendaría operarse les digo que sí porque mi experiencia no tiene por qué ser igual a la del resto, pero lo que más les recalco es que lo hagan por ellos y no por el qué dirán", agrega.
Actualmente Soledad está pesando 97 kilos. Reconoce que sigue comiendo como antes, pero que ahora prefiere hacer ejercicio para mantener su salud. "Ahora salgo a caminar todas las tardes cerca de media hora. Voy a buscar a mi hijo caminando y a pesar de que no me gusta, lo que más hago es tomar agua".
Asegura que a pesar de haber subido 39 kilos, se siente mucho mejor de ánimo y que prefiere no hacerse problemas porque "sigo siendo una gorda feliz".
buena experiencia
El consejero regional, Mauricio Araneda también se sometió a la misma intervención hace un par de años. A diferencia de Soledad, el ex gobernador de San Antonio asegura que su experiencia fue bastante positiva.
"Me tuve que operar porque estaba roncando mucho y estaba comenzando a hacer apnea (del sueño) en las noches y a pesar de que traté de hacer varias dietas, nada me resultó. Bajaba dos kilos, pero subía tres", explica Araneda.
Durante sus años de universidad la autoridad practicaba diversos deportes que lo hacían mantener su peso idóneo para su 1,80 de altura, pero con el pasar de los años, la mala alimentación y la falta de ejercicios le fueron pasando la cuenta.
"Llegué a pesar 117 kilos. Después uno de desordena con las comidas y si no tenía tiempo para almorzar paraba en cualquier parte y me comía un McDonalds o algo rápido y yo soy súper bueno de comer", explica.
Luego de la intervención realizada en un centro médico viñamarino, Araneda no tuvo ningún tipo de complicación. "Es cierto que al principio comía repoco, pero quedaba satisfecho de inmediato y afortunadamente nunca tuve mayores problemas como náuseas o vómitos, como ocurre con algunas personas".
Asegura que, con el pasar del tiempo, ha vuelto a comer con normalidad, pero siempre manteniendo su peso ideal.
Asimismo agrega que, de igual forma, hay que tener cuidado, porque así como se baja de peso, también es muy fácil recobrar todo lo perdido.
"Al comienzo hay gente que baja demasiado. Un amigo casi se murió tras operarse porque al final cayó en una desnutrición porque tuvo problemas en la operación. Afortunadamente hasta el día de hoy, yo no he tenido mayores inconvenientes", detalla.
"Durante los primeros meses llegué a pesar 82 kilos porque, al principio, uno baja mucho, pero actualmente estoy pesando 90 kilos, y por lo que me dijeron ese es mi peso ideal para mi estatura", agrega.
Para Araneda el éxito de su operación va de la mano en el cambio de sus hábitos alimenticios. "Al principio el estómago no te permite comer mucho, pero después vuelve a crecer. Se supone que, con la operación de la banda gástrica te sacan el 80 por ciento de tu estómago y que te dejan algo más chico, pero éste vuelve a crecer porque es un músculo".
Para Araneda, el fracaso de esta operación radica principalmente en "que muchas personas se desordenan con las comidas. A veces yo mismo me doy cuenta que estoy muy desordenado así que empiezo a regular todo nuevamente".
Las ventajas más notorias que ha experimentado el core tras su operación es el término de los ronquidos, entre otros factores. "Piensa que uno anda con 30 kilos de más, entonces, tú te notas más pesado y te cansas al caminar, pero tras la operación uno queda más dinámico y con otra disposición frente a la vida y lo mejor es que nunca más volví a roncar". J