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La historia de amor de Gladys y Oscar, queridos comerciantes de la Villa Mirador del Pacífico

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Gladys Urra (68) y Oscar Huerta (70) han dedicado gran parte de su vida a sacar adelante su negocio en calle Las Barcazas 906, ubicado en el corazón de la Villa Mirador del Pacífico.

Atender a su clientela de la mejor manera posible siempre ha sido el objetivo de este matrimonio que, con el pasar de los años, se ha ido ganando el cariño de sus vecinos.

"Nosotros siempre atendemos a nuestros clientes con la mejor sonrisa porque ellos no tienen por qué saber si nosotros estamos bien o mal", reconoce Gladys, mientras Oscar, la mira atentamente.

La complicidad que existe en el matrimonio es evidente, y es que durante estos cincuenta años juntos, su relación se ha consolidado gracias al respeto que ambos se tienen. "Es mentira si uno dijera que nunca hemos tenido problemas. Lo bueno es que siempre ha habido respeto entre nosotros y todo lo hemos solucionado conversando. Creo que esa puede ser la clave para estar tanto tiempo juntos", confiesa Gladys.

Ambos son muy buenos para conversar, pero sobre todo para reír. "A veces vienen los proveedores y se quedan a tomar desayuno con nosotros", cuenta Gladys, entre risas, mientras Oscar irrumpe: "pero si cuando teníamos el negocio en Juan Aspeé, las vecinas iban a comprar pan para el desayuno, pero al final llegaban con el pan para el almuerzo, de tanto que conversaban".

juan aspeé

Gladys tuvo que buscar la forma de ayudar a su marido. Por eso un día, en medio de una conversación, le planteó la posibilidad de abrir un negocio de abarrotes, el cual le permitiría estar en su casa trabajando y a la vez cuidando a sus cuatro hijas.

"El me dijo altiro que bueno, así que hice todos los trámites necesarios y en el año 1982 nosotros abrimos nuestro primer negocio en la población Juan Aspeé", cuenta la comerciante.

Oscar tiene recuerdos muy lindos de Juan Aspeé, a pesar de ser nacido y criado en la localidad de San Pedro, en la Región Metropolitana. Cuenta que en los años 80, vivían cerca de 850 familias y que en medio de la población se encontraba emplazada la Escuela 24, la que tras el terremoto de 1985 cerró sus puertas. "De esa escuela salieron muy buenas personas y profesionales. Era muy bonita, pero después del terremoto la cerraron. Dijeron que no había quedado muy bien después del remezón, pero nunca creímos mucho esa versión".

Aseguran que después del terremoto de 1985 muchas familias decidieron dejar la población por miedo. "Me acuerdo que después del terremoto, el agua caliente salía de la tierra y eso causó mucho pánico entre los vecinos. Muchas personas decidieron dejar sus casas".

En ese año, gran cantidad de pobladores comenzaron a vender sus casas. A esto se sumó la declaración de barrio industrial de Juan Aspeé, situación que llevó a los Huerta Urra a buscar otro lugar donde vivir.

Fue así como tras golpear varias puertas, lograron adquirir un subsidio y trasladarse a su nuevo hogar. "El problema es que todos teníamos plata para comprar, pero no habían casas. Al final le enviamos cartas al ministro de Vivienda de esa época y en menos de 72 horas nos tenían una solución", recuerda Oscar.

A los meses de instalados en su nueva vivienda, Gladys y su marido abrieron su nuevo negocio, esta vez en calle Las Barcazas, y el cual atienden con el mismo cariño de siempre.

"Cuando llegamos a la villa no había tanta gente, pero de a poco nos fuimos haciendo de clientela. La gente ha cambiado mucho, pero nosotros seguimos atendiéndolos con el mismo cariño de siempre", cuenta Gladys.

"Nosotros somos muy creyentes y por eso siempre damos gracias a Dios por nuestra familia y por el lindo trabajo que tenemos", agrega Oscar, mientras le hace cariño a una pequeña gatita blanca.

Gracias a la ayuda que constantemente le están dando sus hijas, el matrimonio se pega sus escapaditas al sur a visitar a la familia de Gladys, oriunda de la ciudad de Talcahuano.

"Cuando las niñas estaban chicas, nosotros decidimos dedicarnos a cuidarlas y nunca las dejamos solas, pero con el pasar de los años, fuimos retomando nuestras salidas y ahora cada vez que podemos nos arrancamos a descansar", detalla Gladys.

nietos

Siempre que el matrimonio comienza a hablar de sus hijas, el pecho se les llena de orgullo, pero sus caras se iluminan aún más, cuando comienzan a recordar a sus nietos.

"En toda la casa tengo fotos de mis nietos porque son lejos lo más importante para nosotros. Después de mi tratamiento contra el cáncer de mamas que me afectó, entendí que Dios me dio una nueva oportunidad, por eso trato de disfrutar la vida junto a mis hijas, mis nietos y Oscarito", dice Gladys, mientras su marido la mira con una sonrisa cómplice. J

"El me dijo altiro

que bueno, así

que hice todos

los trámites

necesarios y en el

año 1982

nosotros abrimos

nuestro primer

negocio en la

población Juan

Aspeé".

"De esa escuela

salieron muy

buenas personas

y profesionales.

Era muy bonita,

pero después del

terremoto la

cerraron. Dijeron

que no había

quedado muy

bien después del

remezón, pero

nunca creímos

mucho esa

versión".

Oscar Huerta,

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