Desde España, Araceli Muñoz cuenta su verdad sobre violencia y maltrato junto a su ex marido
orrían los últimos días de noviembre de 2005 y la ex bailarina del programa de los año 70 "Música Libre", Araceli Muñoz Escudero afirmaba, en una entrevista de diario El Líder, que el amor de su vida era su esposo, el ex diputado Carlos Hidalgo, quien representó a la provincia de San Antonio luego de ser electo en 2001.
El ex parlamentario, quien en 2004 fue desaforado por la Corte Suprema por las querellas interpuestas en su contra tras la quiebra de la cadena de Supermercado Egas, desapareció de Chile y hoy estaría radicado en España, mismo país desde donde Araceli accedió a hablar del pasado que quiere olvidar y de la forma en que se repuso del drama en que, según ella, se sumergió.
-Buenos recuerdos; su gente cálida, sencilla, llana y acogedora.La comida, el mejor pescado y marisco de Chile, y el amor con que los preparan te hacía sentir en casa. Tuve buenos amigos, lamentablemente no fueron de los que perduran.
-Yo vivía en Santiago con mis hijos, pero apenas llegaba el viernes y terminaban sus clases, enfilábamos rumbo a la provincia. A mis niños les gustaba ir al puerto, al centro, a las ferias artesanales, a la plaza del folclor en Llolleo. Eran días de compartir, de conocer, de disfrutar hasta con las más pequeñas cosas.
-Con la política mi relación se convirtió casi en un "matrimonio a distancia" y, obviamente, esto trajo consecuencias. Luego la quiebra de Egas vino a empeorarlo todo, no solo para mi familia, sino también para los cientos de familias que, al igual que la mía, quedaron en la calle.
-Sí los hubo. Golpes, ofensas, humillaciones, descalificaciones. maltrato en general. No voy a entrar en detalles por respeto a mis hijos, pero te puedo decir que todo eso repercutió en mi autoestima, dejé de creer en mí, me fui hundiendo en una depresión tras otra y perdí mi alegría de vivir.
-El no atentó contra mi vida, si a eso te refieres. Fui yo la que tuvo un suicidio fallido y no digo "intento de", porque yo no intentaba matarme, yo quería dejar de existir. Sentía que ya no servía para nada ni para nadie, ni como madre, ni como mujer, ni como la profesional que fui y mucho menos como esposa. Fue tan grande mi desesperanza, mi inseguridad, mi tristeza y mi falta de fuerzas para luchar, que caí en una gran depresión y opté por salir de todo eso por la vía más fácil, o la más difícil, porque para llegar a esos extremos o eres muy valiente o eres muy cobarde; yo fui de estos últimos, muy cobarde.
-Porque según él yo me lo merecía, porque según él yo lo "provocaba". Él tenía una muy mala opinión de la mujer en general y yo no escapaba a ello, por lo que su desconfianza era constante.Era patológicamente celoso, posesivo y controlador. Al principio yo creía que esos eran signos de su amor hacia mí, de su miedo a perderme. Pero luego fui descubriendo a un ser dominante, autoritario, exigente y manipulador. Me alejó de mis amigos, de mis hermanos, de mis actividades, de mis aficiones e incluso de mi trabajo, pasé a depender por completo de él. Yo veía a través de sus ojos y respiraba por sus pulmones; mi opinión ya no era la mía, era la suya. Pero en ese tiempo casi nada que no fuera él me importaba; lo quería tanto que si tenerme solo para él lo hacía feliz, también lo era yo.
-Luego de la quiebra de Egas y los problemas judiciales en los que mi ex estaba envuelto, del estrepitoso fracaso en su soberbio intento de ser reelecto diputado, del alejamiento de los amigos, yo sentí que las puertas de Chile se habían cerrado. El panorama era francamente incierto y mis hijos estaban en el colegio, ellos merecían continuar con su educación, mi deber era protegerlos de estos problemas que no entendían y que no podían solucionar. Por ellos, por su futuro, por su bienestar, por su sanidad mental, debíamos buscar otros horizontes. Teníamos la oportunidad de empezar nuevamente en otro país. Sería un nuevo comienzo como pareja y como familia.
-España fue mi elección, no suya. Yo soy hija y nieta de españoles, por lo que tengo la nacionalidad desde mi nacimiento y mis tres hijos también tienen la doble nacionalidad. Sumado a eso, tengo familiares directos en España que nos ayudarían a empezar, de cero, una nueva vida, libre de sobresaltos.
-¿Cómo era la nueva vida que comenzaron usted y su ex esposo en España?, ¿En qué trabajaban?
-Fueron comienzos muy difíciles. Vivíamos con la prestación por desempleo que me otorgaba el gobierno español, porque encontrar un buen trabajo a nuestra edad era imposible. Logramos alquilar una panadería y empezamos a trabajar juntos. A partir de ese momento nuestra relación, lejos de mejorar, empeoró.
-La verdad es que entre los sorprendidos también estaba yo. Fue impactante enterarnos por las noticias sobre la quiebra de Egas. las querellas, las demandas y todo lo que suscitó esa situación. Mi ex jamás me contaba lo que hacía o dejaba de hacer y el manejo de Egas no era una excepción. Le reproché el haberme tenido en la ignorancia y dijo que lo hacía para no preocuparme, que pensaba podría solucionar esos problemas. Me sentí como esa mujer engañada que es la última en enterarse de las infidelidades de su marido. Por eso es que nunca tuve la mas mínima idea de lo que él hizo para llevar su empresa a la quiebra y dejarnos a todos, trabajadores y familia, en la calle.
-Primero, porque no es fácil salir de una relación así y menos sin ayuda externa. La relación con un maltratador es de amor-odio, es de "no puedo vivir contigo, pero no puedo vivir sin ti". Segundo, porque aunque mi vida a su lado era muy difícil, yo no podía abandonarlo en su peor momento, eso no es de buen cristiano. Y tercero, yo no me sentía capacitada para salir adelante sola con mis hijos. Me había transformado en una mujer insegura, temerosa y dependiente. Así que confié, una vez más, en sus buenos propósitos, en sus promesas de cambio y en un renacer de la pareja y de la familia.
ayuda
-No fue fácil; iba una vez por semana a terapia con la sicóloga, terapia que se extendió por tres años. Fue un proceso doloroso y angustiante. Fueron mis familiares, quienes conocían mi situación, los que me instaron a buscar ayuda profesional. En España la Violencia de Género o Violencia Machista, como también se le llama, es un delito. Existen todo tipo de ayudas gratuitas, tanto legales como sicológicas, a la mujer maltratada. Yo estaba siendo atendida por el equipo sicológico y legal del Punto Municipal contra la Violencia de Género. Allí me asesoraron legalmente y me ayudaron a reunir fuerzas para denunciar.
-La mejor de todas es haber erradicado completamente de mi vida las situaciones de violencia. Sé que no me "gané" su maltrato, como él siempre me lo hizo creer, ni yo estaba "loca", como también quiso que creyera, ni él es un "enfermo", como la mayoría de la gente pensaría. Hoy sé que compartí la mitad de mi vida con un maltratador, que su conducta violenta y agresiva no obedece al consumo de drogas o alcohol, sino a su necesidad imperiosa de controlarlo todo, a su posesividad, a su modo de imperar con la ley del terror, a manipular a las personas y las situaciones, para hacerte sentir culpable de todo lo malo que ocurre. Estas relaciones se dan en todos los niveles, y en la mayoría de los casos se ocultan, se callan, porque sentimos vergüenza. Aprendí que esto no se debe callar, por el contrario, lo debe saber todo nuestro entorno, de esta forma se puede contar, o no, con la ayuda de quienes nos quieren de verdad.
-Mis hijas han sido un gran apoyo en todo este proceso de liberación y he recuperado a mi hijo. Estoy en deuda con ellos, quiero y debo ser una madre entregada a su bienestar, a su felicidad, debo compensarles por los malos momentos vividos; hoy tengo la libertad para entregarles mi amor incondicional y eso estoy haciendo. Estamos más unidos que nunca y cada momento que pasamos juntos lo disfrutamos, por fin se acabaron las peleas. El sol ha vuelto a brillar para mí.
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-Que no confundan el amor con la dependencia, el amor te hace crecer, la dependencia te va restando vida propia. Que quien te quiere no te lastima, no intenta cambiarte, no te humilla, no te insulta. no te aisla, no te menosprecia, no te veja, no se burla de ti, no te cela, no te hace vivir en constante estado de miedo, no te somete, no te anula. Quien de verdad te quiere, te respeta, ríe con tu risa, llora con tus lágrimas, aplaude tus éxitos, te ayuda a superar tus fracasos, camina en tu mismo sendero sin invadir tu espacio, Quien te quiere te deja ser. No deben tener miedo en denunciar, ni tengan vergüenza en buscar apoyo en familiares y amigos. Yo sé que en Chile el tema de la violencia de género está aún en pañales, que no existen ayudas gubernamentales específicas para estos casos, pero es un mal que está creciendo cada día más, incluso en parejas adolescentes. Esto hay que pararlo. Las sociedades machistas no ayudan, esto tiene que cambiar, se deben castigar los abusos de parte de los hombres, que se amparan en su superioridad física para golpearte y que sicológicamente te van convirtiendo en su apéndice, sin opinión propia y sin vida propia. Vivir en pareja no te hace propietario de nadie. El "nosotros" es muy romántico, pero el "tú y yo" es lo que debe imperar. Se puede caminar juntos por el mismo sendero, pero uno al lado del otro, en igualdad de condiciones.
-Tengo una panadería en un barrio residencial de Madrid. Gracias a Dios tengo clientela cautiva, fiel y leal y los clientes que ya no venían, volvieron cuando supieron que ya estaba trabajando sola, sin mi ex.
-He seguido un largo y doloroso camino hacia mi sanación y creo que la he conseguido. Nunca es tarde para recuperar todo lo que perdí. He vuelto a reír, he vuelto a cantar, he vuelto a creer en mí y en los demás. Hoy soy una mujer libre, en todos los sentidos, puedo expresar mis sentimientos, mis alegrías y mis penas. Siento que he vuelto a ser yo, que solo Dios maneja mi destino y a él estoy felizmente entregada. He recuperado mi alegría de vivir. Hoy no tengo pareja, pero no estoy cerrada a una nueva relación. Ya tengo la mala experiencia, sé que no me volverá a suceder porque podré detectar esas "señales", sin embargo estoy convencida de que existen hombres buenos y respetuosos, es cuestión de que el indicado llegue a mi vida.
-Esta es la pregunta que más me ha costado responder. No siento rencor, ni odio, ni resentimiento, sin embargo le he pedido a Dios que sea él quien lo perdone, porque yo no puedo. No tanto por lo que a mí me hizo, sino por haber contaminado de forma tan dañina a nuestra familia. J