El actor Claudio Pontigo después de la tragedia: "a la muerte se le gana con amor"
Extenso es el brazo de la muerte que, cada cierto tiempo, toma por sorpresa a algunos de los nuestros. A los demás nos sigue buscando para llevarnos a su reino de silencio y repartir dolor en el seno de nuestras familias. Pero la vida no acaba con la muerte.
El 2 de diciembre de 1988 el padre del actor Claudio Pontigo fue asesinado a golpes por los delincuentes que lo atacaron en la parte alta de Bellavista, cerca del vertedero, en San Antonio. Don Moisés, un esforzado colectivero, murió masacrado y con ello dejó en la indefensión a su familia.
"Era un viernes y estábamos construyendo en la Parroquia de San Antonio una escenografía. Mi amigo Luis Valderas (de Canal 2 TV San Antonio) me fue a buscar en la mañana y él me contó lo que había pasado con mi papá: fue a dejar a unos supuestos pasajeros y cerca del vertedero lo asaltaron y lo asesinaron. Lo mataron a golpes, lo amarraron de pies y manos. Fue bastante duro todo eso", contó Pontigo (49 años), sobre aquel terrible episodio.
Pese al dolor que lo embargaba, este actor sanantonino, que ya había fundado el taller de teatro Talita Cum, decidió realizar de todas maneras la presentación aquel 2 de diciembre. Su intención fue sobreponerse a tal tragedia. "Pusimos una vela en una de las sillas e hicimos un trabajo reflexivo y de humor. Fue algo muy especial porque fue mucha gente que sabía que yo lo iba a hacer igual", explicó. Agregó que "me enseñaron a ser responsable y mi papá siempre me dijo que tenía que cumplir con mis deberes". Al final del montaje, los asistentes se le acercaron. "Había una fila muy larga de gente dándome el pésame; fue como el teatro: la parte triste y la parte alegre a la vez", rememoró.
Precisos 27 años pasaron desde el crimen de su padre, para que, una vez más, la muerte llegara a su lado. El 1 de diciembre pasado, hace sólo 27 días, un accidente automovilístico ocurrido en la localidad de Las Cabras, en la Sexta Región, le costó la vida a la ex pareja y a la hija menor de Pontigo. La inocente Michelle, de sólo 3 años, y su madre Marlene Gutiérrez, de 33, fallecieron en el mismo lugar en que se registró el choque de su automóvil y un camión. Herida de gravedad resultó la abuela de la niña, Brunilda Urbano.
Ese mismo 1 de diciembre, Claudio estaba en una presentación teatral en el Colegio Particular de Cartagena. El accidente se produjo a la misma hora. "Esa tarde hablamos con Marlene y quedamos de juntarnos para ir a comprar. Siempre teníamos una rutina y nos juntábamos. La llamé, no me contestó, le mandé un mensaje y esperé un buen rato. La volví a llamar y pensé que venía manejando. Después decidí ir a comprar solo. Yo iba subiendo a su casa cuando en el camino me avisaron que ellas habían tenido un accidente. Llegué a su casa y me avisaron que habían fallecido Marlene y Michelle", relató.
A toda prisa viajó al lugar del accidente. Cuando él llegó a Las Cabras, bajo los fierros destruidos del vehículo estaban todavía los cuerpos de su pequeña hija y de Marlene. Claudio miró la escena desde lejos, con un respeto asumido por la labor de Carabineros y los equipos de emergencia que prestaban apoyo en la compleja labor de rescatar a las víctimas.
"Yo estaba en shock. Cuesta un poco convencerse, hasta ahora, que haya pasado esto. Cuesta creer que estén acá en el cementerio, pero yo siento que no se han ido. Si uno mantiene a las personas en el corazón, tiene bonitos recuerdos y disfruta", aseveró Claudio mientras nos habla a un costado de la tumba en que descansan su otrora compañera y su hija, en el cementerio Parque Mirador de Bellavista.
"Ninguna de ellas, ni Marlene ni Michelle, quiere que yo esté mal, todo lo contrario, creo que ellas quieren que yo tenga la fuerza para salir adelante, que pueda seguir con lo que tenía y con lo que hago. Una semana después que ellas fallecieron, me tocaba hacer una presentación para niños en la escuela Poeta Pablo Neruda; entonces me dijeron que yo tenía la opción de no ir, lo mismo que me expresaron en el Centro Cultural de San Antonio. Pero yo preferí que los niños que trabajan conmigo (en el taller Talita Cum) tengan en su memoria y que ojalá les dure para toda su vida, que cuando pasó este hecho no vieron a una persona tan triste, sino que vieron a alguien que les dio fuerzas y que demostró, de alguna manera, fortaleza", enfatizó.
Ese espíritu de guerrero infranqueable lo hace ser sólido y, a su juicio, puede servir para que otros vean lo que, a veces, parece imposible. "Hay que seguir, porque uno tiene que demostrar que la vida continúa y que, de alguna forma, uno sirve de ejemplo a la gente", recalcó.
Y aunque ha tenido mucha fortaleza y sus cuatro hijos y mucha gente de San Antonio, además de la familia de Marlene, lo han apoyado, Claudio Pontigo ha tenido momentos duros e íntimos para experimentar su dolor y llorar. Pero más que el llanto, él prefiere rememorar los instantes de felicidad. "Los recuerdos de mi hija son todos alegres, porque ella era muy alegre. Una amiga me decía que Michelle tenía la cara de felicidad, era una niña feliz, fue muy feliz en los tres años que estuvo en la Tierra, con su mamá siempre tratamos de hacerla feliz. Independiente si nosotros teníamos alguna molestia o algo así, siempre le dimos todo. Yo tengo la suerte de tener una familia que me apoyo, y por el lado de Marlene, otra familia que también me apoya; eso es súper importante, la unidad entre las familias y entre la gente, eso hace que uno pueda salir adelante", añadió.
En este periodo de duelo, Claudio también ha recibido las muestras de cariño de cientos de sanantoninos que le han manifestado alguna palabra de consuelo. Desde autoridades, trabajadores, periodistas y vecinos. Eso, según él, es parte de su constante comunicación con personas de distinto tipo. "Uno siempre tiene que mirar a las personas sin hacer diferencias, todos cumplimos un rol diferente en la vida nomás", explicó.
"Lo que sí tengo claro es que tengo una luz. Para esta Navidad regalé velas a todas las personas que estimo y que quiero, porque siento que uno tiene que ser una luz para los demás. La gente es una luz para uno. Cuando me pongo un poco triste o me voy para abajo, siento que tengo una luz que tira para arriba. Siempre está esa dosis de optimismo y esa chispa que uno debe tener. Si lloro y estoy triste, por dentro sé que eso va a pasar. Con Marlene y Michelle lo pasamos muy bien, e hicimos muchas cosas, lo que más nos preocupaba era la niña", expresó.
Previo al accidente, Claudio y su hija fueron a comprar adornos navideños; también estuvieron compartiendo la jornada de la Teletón porque ella quería ir a depositar dinero al banco. El lunes 30 de noviembre, él y la pequeña saldrían juntos. "Ese día Michelle no fue, prefirió quedarse armando el arbolito. El último recuerdo que tengo es que ella salió a despedirse de mí. La recuerdo diciendo 'adiós papá' con su mano y corriendo a armar su árbol", rememoró.
FE A PRUEBA
Claudio Pontigo, que en su adolescencia quiso ser sacerdote, dejó de pensar en esa idea cuando mataron a su padre. Su fe católica cristiana la ha mantenido incólume, aunque dice que el teatro le ha servido, tanto como a los buenos curas, para ayudar a los demás. "Mi trabajo siempre ha estado centrado en las poblaciones, con los niños, para darles un espacio de alegría, siempre con gente de escasos recursos", afirmó.
"Yo he pensando en decirle a Dios que en este momento no hablemos, porque yo estoy molesto y voy a decir cosas de las que me voy a arrepentir. No es por un tema que me enojé, sino que es como lo hago con las personas, ya que cuando estoy molesto con alguien, prefiero no hablar. No dejo de ir a misa, no dejo de orar un poco antes de dormir, pero no he querido tratar este tema con Dios. Además que uno sabe que hay gente a la que le han pasado cosas más terribles que a uno", explicó sobre su intacta fe cristiana.
Hacer teatro en distintos escenarios de la zona, jugar fútbol en el club Bello Horizonte y asistir a eventos públicos como la reciente Feria del Libro Usado de San Antonio, son algunas de las actividades que Claudio Pontigo ha realizado en las últimas semanas tras la muerte de Marlene y su hija. A más de alguno le llamó la atención que él viviera de esa manera su duelo, pero aclaró que la mejor forma de enfrentar el dolor no es quedarse en la casa, tirado en la cama mirando el techo y pensando en lo que pudo o no pudo pasar. "A la muerte se le gana con amor, es como el sentido contrario. Si tú tienes amor, puedes transformar muchas cosas. El amor te da fortaleza, te da silencio cuando se necesita, el amor te hace sentir bien. La vida gira en torno al amor, cuando tienes amor por alguien, no te importa el dinero", aseveró.
SUS HIJOS
Claudio Pontigo, en su primer matrimonio, tuvo cuatro hijos. Claudio Jesús (25), Clara Paz (23), Eduardo (22) y Gabriela (20). Con ellos vive en su casa de Bellavista. Son una familia unida pese al divorcio de los padres. "Mis hijos decidieron quedarse conmigo, yo he sido papá, mamá y amigo de ellos; a veces somos siete cuando llegan los pololos de mis hijas. Yo trato de integrarlos a todos", contó.
PERSEGUIDO
En los años de la dictadura militar, Claudio Pontigo fue detenido por luchar contra el régimen de muerte que impuso Augusto Pinochet en San Antonio. "Al ver que era un líder, empezaron las llamadas telefónicas, las amenazas, persecuciones en vehículos militares. Veía un jeep con ametralladoras detrás de mí; era para intimidar porque nunca me hicieron nada pese a que estuve detenido en la playa de Llolleo", sostuvo.
La conversación con Claudio terminó cuando él se acercó a la lápida en que está la foto de Marlene y Michelle. Avanzó de rodillas y las besó a ambas en medio del aire fresco del cementerio que este pasado 25 de diciembre recibió más visitas que el resto del año. "Siento que ellas no están acá, ellas están dentro de mi corazón, y mientras no salgan de ahí van a mantenerse vivas por siempre", concluyó. J