La "Chiruca" cuenta cómo superó el accidente que cambió su vida para siempre
El fuerte golpe que Lucrecia Gamboa (70) recibió en su cabeza, sólo le permite recordar algunos pasajes del accidente que cambió su vida para siempre cuando apenas tenía once años.
"Ese día mi mamá me había mandado a comprar. Cuando iba caminando por avenida San Martín, un camión me atropelló y me arrastró hasta dejarme cerca del hotel Conte Verde. Unos caballeros le gritaban al chofer para que se detuviera, si no me habría matado", relata Lucrecia, mientras ordena alguno de los baldes que a diario comercializa, junto a su hermano Sergio, en Playa Chica de Cartagena.
Producto del accidente, la comerciante no pudo terminar el colegio y desde ahí en adelante, tuvo que lidiar con las secuelas que le dejó el golpe en su cabeza. "Nunca más pude retener las cosas. Todo se me olvida por lo mismo no pude terminar el colegio. Tampoco me acuerdo el día exacto en qué fue el accidente, sólo recuerdo que el camión me arrastró y que mis primas me querían quitar la plata, por eso jamás solté los billetes de cincuenta y cien pesos que me había dado mi mamá para comprar".
Apenas se recuperó, "La Chiruca", como también es conocida la cartagenina, salió a buscar trabajo. "Fueron varios meses de recuperación, pero apenas pude comencé a trabajar como empleada puertas adentro así que era bien poco lo que veía a mi mamá. Afortunadamente tuve harta suerte porque todos mis patrones fueron súper buenos conmigo".
"Fueron tiempos bien difíciles porque yo estaba sola. Después nació mi primer hijo así que tuve que seguir echándole para adelante porque había que sacarlo adelante", agrega.
Lucrecia conoció a su marido Aldo Araya, mientras trabajaba en una casa en Cartagena. Dice que ambos se sacaron la mugre para que sus tres hijos salieran adelante, pero lamentablemente el destino le tenía preparado un nuevo golpe a esta mujer.
"Mi marido se murió debido a los golpes que recibió de parte de un sobrino que le reventó unos ladrillos en la cabeza. El nunca quiso echarse a morir después de eso, pero los ataques de epilepsia que le daban, como consecuencia del golpe que recibió, lo dejaban botado en cualquier parte", detalla.
Reconoce que fueron momentos muy complicados porque con el pasar de los años, la salud de Aldo se fue deteriorando.
"A veces se venía a trabajar a la playa y le venían los ataques. Los salvavidas tenían que terminar haciéndose cargo de él y de las cosas que vendíamos porque, muchas veces él quería continuar en la playa, pero su cuerpo no lo dejaba. El año pasado se cumplieron cinco años de su muerte", cuenta, con algo de tristeza en su voz, mientras su hermano le tira una talla con la intención de subirle el ánimo.
familia
Debido al delicado estado de salud de su marido a Lucrecia no le quedó más opción que internar a sus tres hijos en hogares. Reconoce que el haber estado separada de ellos es algo que todavía le duele, pero "si no lo hubiera hecho, quizá qué sería de ellos ahora".
"Mis hijos son personas de bien", reconoce con orgullo la comerciante, "ellos lograron ser alguien en la vida y eso me llena de alegría porque su niñez no fue fácil, pero al final supieron aprovechar las oportunidades y ahora gracias a ellos soy la flamante abuela de seis nietos".
Lucrecia es una mujer fuerte y emprendedora, que supo doblarle la mano al destino y que gracias a su esfuerzo y emprendimiento, logró sacar a su familia adelante, a pesar de los fuertes golpes que tuvo que enfrentar. "Me han pasado cosas muy tristes como fue mi accidente porque eso cambió mi vida para siempre. Ahora mi vida sería otra, pero por algo pasan las cosas, y a estas alturas tampoco me voy a echar a morir porque mis tres hijos me llenan de orgullo".
playa
Esta comerciante es nacida y criada en Cartagena. Dice que por nada del mundo se iría a vivir a otro lado ya que en la comuna es bien conocida y querida.
También reconoce que está un poco cansada de caminar todos los días por la playa ofreciendo los productos que comercializa, pero que tampoco se imagina en su casa o en la de uno de sus hijos, haciendo nada.
"Trabajo desde que era chica por eso debo estar cansada creo yo, además que mi salud tampoco me acompaña mucho debo ser honesta, pero qué haría en mi casa. Estoy acostumbrada a esta vida y espero seguir hasta que se me acaben las fuerzas", cuenta, y luego agrega "además no estoy sola, mi hermano está acompañándome porque trabajamos juntos acá en la playa".
Para ella estos dos meses son de vital importancia porque todo lo recaudado le sirve para cuando llegue el invierno y Cartagena vuelva a dormir.
"Estos meses son súper importantes para los que vivimos del comercio por eso le sacamos el jugo al verano", detalla.
-A veces a las 8 de la mañana ya estamos instalados. Hay que aprovechar el día por eso llegamos bien temprano, sobre todo los fines de semana cuando Playa Chica se llena.
-Bueno, sobre todo el primero de enero. Cartagena estaba llena de gente ese día. No se podía ni caminar. Creo que para los que vivimos de esto fue una de las mejores ventas del año.
"A mí me gusta trabajar acá aunque termino agotada porque a mi edad caminar por toda la playa no es chiste, pero me gusta", reconoce.
Lucrecia asegura que los golpes que la vida le ha dado le han servido para mirar la vida con otros ojos, por eso siempre anda echando la talla con sus amigos y colegas. "Trato de no echarme a morir. A mis...ay no me acuerdo de mi edad...espere, (mientras cuenta con los dedos). A mis 70 años de vida debo darme ánimo y seguir luchando porque la vida y sus golpes me han hecho una mujer fuerte".
"Nunca más
pude retener las
cosas. Todo se me
olvida por lo
mismo no pude
terminar el
colegio. Tampoco
me acuerdo del
día exacto en qué
fue el accidente"
