Trajeron desde Italia hasta Cartagena el secreto de la pizza
Hace ocho años Jeanette Maulén dejó atrás su vida en Santo Domingo para emprender viaje a Francia. De vuelta en el Litoral Central, junto a su socio italiano Jonathan Simbula, instaló la pizzería Delizie D'Italia.
El pasado 25 de agosto del 2015 es una fecha que Jeanette Maulén seguramente no olvidará jamás. Aquel día retornó a su natal Santo Domingo, tras vivir más de 8 años en Francia, específicamente en Livry-Gargan, comuna situada a 19 kilómetros de París, la capital.
A Francia había viajado el 28 de marzo del 2007, a la edad de 31 años. Tenía ganas de conocer y aventurarse. "Recuerdo muy bien cuando era chica, tenía unos diez años, y mi padre Jaime Maulén me dijo que cuando fuera grande tenía que viajar, conocer otras culturas, porque el mundo era muy grande y había que recorrerlo. Él en ese tiempo trabajaba como marino mercante, tenía mucho mundo, hablaba griego a la perfección. Ese discurso siempre me quedó dando vueltas", comenta Jeanette.
Dos semanas se demoró en tomar la decisión y emprendió vuelo a la "Ciudad luz".
Ya no había vuelta atrás.
Amante de la tierra
Jeanette Pilar Maulén Muñoz nació y se crió en la comuna de Santo Domingo. Allí vivió con su padre Jaime (agricultor), su madre Ruperta Rosa Muñoz Vásquez, además de sus hermanos.
Estudió en el colegio Helen Lee Lassen, en el Liceo Comercial de San Antonio, y una vez egresada de cuarto medio, ingresó al Instituto Manpower para estudiar secretariado bilingüe. Con el tiempo se fue perfeccionando en el inglés, realizando entremedio varios cursos para especializarse en secretariado.
Sin embargo, ella sabía que su gran pasión era la agricultura. La tierra y sus productos le llamaron la atención desde chica. Los aromas, los sabores, todo lo que entrega el campo chileno. "Tenía una gran influencia por el trabajo de mi padre agricultor. Antes del viaje a Francia estuve cuatro años dedicada al cultivo y posterior venta de las flores botánicas y fue un trabajo que disfruté mucho", asegura.
Pero la influencia de su padre no solamente sería en el tema agrícola. Aquel discurso aventurero que le dirigió a sus cortos diez años fue clave. "Una compañera que tuve en Manpower se había casado con un francés y me dijo que fuera a probar suerte allá. Estuve dos semanas dándole vueltas a la propuesta, hasta que me la jugué y decidí viajar a Francia el 28 de marzo de 2007", recuerda.
Vida a la francesa
El primer trabajo que tuvo Jeanette en tierras galas fue en un restaurante mexicano en París.
"Me demoré cinco meses en aprender francés. Los primeros meses fueron complicados por el tema del idioma, pero tenía la ventaja que podía comunicarme en inglés. El restaurante mexicano me quedaba a 20 minutos en tren desde Livry-Gargan, que era la comuna donde vivía", rememora.
El ritmo de vida en París le gustó de inmediato. "Hay movimiento las 24 horas. Uno de los paseos que más me gustaba era ir a los Campos Elíseos; se podía apreciar el Arco del Triunfo y esa era una imagen que parece de película. También mirar la torre Eiffel era algo especial. Al tiempo, eso sí, me fui acostumbrando, y ya no era todo tan sorpresa como cuando llegué".
Aprovechando su estadía en el viejo continente, pudo recorrer varios países, siguiendo al pie de la letra el consejo de su padre sobre conocer el mundo. "Estuve de vacaciones en Ibiza, fui a ver a unos amigos chilenos a Amsterdam. Tuve la posibilidad de conocer las ciudades de Berlín y Achim en Alemania, y en Francia también conocí hartos lugares".
Pero su experiencia más importante fue la de ser madre mientras vivía en Livry-Gargan. Ahora tiene sus hijos Amelie Morice de cinco años de edad, mientras que Lucas Morice recién tiene un año y un mes.
Vuelta a la italiana
Tras 8 años de vida a la francesa ("la comida de allá que más me gustó fue el foie gras, una pasta de hígado de pato muy sabrosa", reconoce), Jeanette Maulén decidió que era tiempo de volver a Chile.
Un año antes del retorno, en uno de sus viajes a Alemania con el propósito de visitar a su tío Rolando Maulén que vivía y trabajaba en la ciudad de Achim, Jeanette conoció al italiano Jonathan Simbula (oriundo de la isla de Cerdeña), quien trabajaba como chef en el mismo restaurante italiano donde se desempeñaba su tío. Ella lo invitó a ser parte del proyecto que tenía pensado en Chile, y Jonathan aceptó.
La fecha de retorno Jeanette la recita de memoria: "fue el pasado 25 de agosto que volví de forma definitiva a Chile".
Una vez instalada en el Litoral Central (actualmente vive junto a sus hijos en Las Cruces), comenzó a pensar en una idea que traía desde Europa. "Me gustaba el tema culinario y la gastronomía. Cuando llegamos con Jonathan decidimos instalarnos con una pizzería, aprovechando que él se maneja en todo lo que es la cocina italiana. Gracias a la ayuda de mi hermano Jaime pudimos encontrar este lugar en Cartagena donde instalamos nuestro local de pizzas que abrimos en el mes de noviembre", comenta orgullosa Jeanette.
En la avenida Ignacio Carrera Pinto número 12 en Cartagena, se ubica la pizzería Delizie D'Italia. Aquí el maestro de la cocina es Jonathan, quien aplica todas las técnicas para conseguir una pizza con el sabor inconfundible de un italiano. "La masa la hago personalmente todos los días, por lo que siempre serán pizzas muy frescas. Una pizza individual se demora entre 4 a 5 minutos en el horno, mientras que una familiar unos 8 a 10 minutos. A veces la gente anda muy apurada, y tiene que saber que la clave de la pizza es que esté el tiempo necesario en el horno", aconseja Jonathan, sorprendido por la exagerada rapidez que buscan algunos clientes.
En Delizie D'Italia el trozo de pizza vale mil pesos, mientras que la pizza familiar, la más grande que ofrece el local, tiene un valor de ocho mil pesos y trae tres ingredientes a elección. "La recepción de la gente durante el verano ha sido muy buena. Abrimos al mediodía y cerramos cerca de la una de la mañana. Hay harto trabajo de por medio, pero lo hacemos felices, así que ha sido una gran experiencia la vuelta al Litoral Central", reconoce Jeanette, quien espera seguir proyectándose en el negocio de la gastronomía.
"Queremos ver si durante el año nos instalamos con una pizzería en Barrancas en San Antonio", explica llena de ilusión Jeanette Maulén. La misma ilusión que comenzó a desarrollar a los diez años cuando su padre Jaime le dijo que el mundo era tan grande y el tiempo tan poco, que lo único que tenía que hacer era aventurarse para recorrer lo que más pudiera.