El arriesgado mundo que puede enfrentar un guardia de discoteca
Rosamel Valdebenito trabaja hace 11 años en el Bahiao. Aquí habla acerca de la balacera ocurrida en el 9 Milímetros: "En una situación tan extrema como esta, uno no piensa las cosas", asegura.
Es viernes 14 de diciembre de 2015. El reloj marca las tres de la madrugada. Un gran número de personas, de todas las edades, está ansioso por ver en vivo y en directo al famoso personaje "El Manjar" que en pocos minutos se presentará en la discoteca 9 Milímetros.
Sin embargo, la tranquila noche es interrumpida por un sujeto que se dirige con dos armas hasta este local nocturno. Al entrar, testigos dicen que lo vieron con un arma calibre 9 milímetros y otra calibre 22 con silenciador. En pleno hall del recinto de Barros Luco, ante decenas de personas, este hombre comenzó una balacera que fue detenida gracias al accionar del guardia, quien como lo señalan las indagatorias del caso -que está en proceso- terminó por darle muerte a este individuo.
Unos minutos más tarde, el hombre falleció producto de las heridas, que paradójicamente, le provocaron sus mismas armas.
A esa misma hora, pero en la avenida Chile, Rosamel Valdebenito Toro (51) tiene que interactuar con una serie de jóvenes que buscan, con bastantes tragos en el cuerpo, ingresar a la discoteca Bahiao.
"El Rosa", como es conocido este guardia, lleva 11 años trabajando en este local nocturno. Antes estuvo desempeñándose en oficinas de una compañía de celulares hasta que conoció a Felipe Hernández, dueño del Bahiao.
"Es terrible lo que le ocurrió al colega", dice en relación a lo ocurrido en el 9 Milímetros. "Uno cuando trabaja en este rubro de guardia de seguridad en una discoteca o pub se arriesga a estas cosas. Uno nunca puede decir a mí no me va a pasar, porque no depende de uno. Ahora pasó eso de la balacera. A uno le pueden pegar un botellazo o quién sabe qué. Uno no sabe cómo viene la gente a un pub", cuenta a dos meses del trágico desenlace que terminó con una persona muerta y un guardia que tuvo que arrancar de la ciudad producto de las amenazas que recibió, además del cierre del local por decisión del propio dueño.
"Cuando me enteré me dio mucha lata, porque el momento debió ser muy complicado. En una situación tan extrema como esta, uno no piensa las cosas. Es fácil hablar desde el sofá de tu casa diciendo 'yo haría esto o esto otro', pero todo eso se olvida cuando realmente ocurren las cosas. El guardia hizo lo que haría cualquiera, defenderse", reflexiona en su lugar de trabajo.
Rosamel, conocido por el trabajo que desempeña, está a cargo de la seguridad en el Bahiao. Allí ha tenido que soportar a más de un curadito pasado para la punta que busca ingresar al recinto en busca de más alcohol, buena música y mujeres.
"Gracias a Dios nunca he tenido que pasar por una situación como la que sufrió mi colega. No sabría decirte cómo reaccionaría. Creo que es un caso aislado. No es normal que una persona llegue con dos armas a un local. Pero por mi parte trato de conversar con la gente y darle las explicaciones de por qué no pueden entrar".
-¿Y por qué una persona no podría ingresar al local donde trabaja usted?
-Acá no puede ingresar una persona que esté borracha, por la sencilla razón que en el local hay escaleras altas y se pueden caer. Es un tema de seguridad. Además está comprobado que estas personas provocan más conflictos. Uno no sabe además si ingirieron algún tipo de droga o no. Si lo revisamos y le encontramos alguna arma, obviamente que no lo dejamos entrar. Menores de edad tampoco pueden, por un tema legal.
-¿Le toca muy seguido estos casos?
-No mucho. El público que viene a este local es de preferencia de 25 años hacia arriba. No ocurre mucho. Pero llevo 11 años en esto. Conozco a toda la gente que viene acá. Sé cómo son y por lo mismo no tenemos problemas.
-Y en verano, me imagino que llega harto público de Santiago. ¿Muchos revoltosos?
-Jajaja. Hartos. Pero ha estado todo muy tranquilo este año. Además, los santiaguinos que vienen son los que vienen siempre. Una que otra cara que no conozco, pero este verano ha estado muy piola.
Su orgullo
Rosamel además de estar encargado de la seguridad del recinto de jueves a sábado, también realiza la mantención del local.
"Descanso domingo y lunes, de martes a jueves trabajo arreglando algunas cosas en el local y el finde de guardia", relata este padre de dos hijas, Camila (22), técnico superior en enfermería, y Fernanda (27), técnico en administración financiera.
"Ellas son mi mayor orgullo. Para un padre es bonito ver a sus hijas crecer y ver que son personas de bien", confiesa.
-¿Reclama la familia por su horario de fin de semana?
-Ya no. Antes un poco, pero todos ya entienden como es este trabajo. Pero cuesta. A mí me costó un poco adaptarme a trasnochar. Pero esta pega es entretenida. Puedes estar cansado, pero tener sueño es imposible. La gente te saluda, te mete conversa, hay buena música. Lo paso bien acá. Seamos sinceros, para estar 11 años es porque me gusta esta pega.
-¿Lo más difícil de este trabajo?
-Lo más difícil y lo que más cuesta es no pasar las fechas importantes con la familia. En esta pega se trabaja para el Año Nuevo, 18 de Septiembre, te pierdes los cumpleaños de tus familiares. Quizás el único momento que me siento contento o que disfruto mucho es para mi cumpleaños.
-¿Me imagino que lo pasa en la casa con su familia?
-No. Lo celebro acá con todos mis seres queridos. Es bacán porque invito a mucha gente y es bueno verlos. Me siento querido.
-¿Y hasta qué hora trabaja cuando no está de cumpleaños?
-Como hasta las 6 de la mañana más o menos. A las cinco se cierra el local. Te demoras como media hora o un poco más en despedir a los clientes. Luego ordenas el local y nos vamos.
-¿Y muchos le piden entrar gratis o no?
-Muchos. Pero la gente que viene seguido al local entra gratis. Son nuestros clientes habituales. También vienen grupos y piden una rebaja y uno llega a un acuerdo con ellos, siempre y cuando no anden todos curados.
-¿Y el after?
-Jajaja. A veces nomás. En ocasiones nos quedamos con los chiquillos que trabajan acá tomándonos algo piola mientras ordenamos. También hay que pasarlo bien, no todo puede ser trabajo. Pero la mayoría de las veces nos vamos, es que quedamos muertos.
-¿Pero igual le gusta la noche, o no?
-Te mentiría si te dijera que no. Mi trabajo me gusta. Lo paso bien, conozco harta gente, es entretenida la noche, pero peligrosa también Eso no lo podemos olvidar.