Raúl Abarca Pailamilla

Cartagena. En la calle Echaurren el silencio es sepulcral. La gente que circula por el polvoriento camino lo hace en silencio. No hay música fuerte. Y los automóviles lo hacen a muy baja velocidad. Todos los vecinos conocen perfectamente la tragedia que se vivió el pasado miércoles en una de las viviendas.

"Allí es", dice un vecino del lugar al ver a este reportero.

"Yo nunca vi nada raro. Sí lo vi a él. Todo esto es terrible", comenta un hombre. Minutos antes una mujer también entrega información acerca de las cabañas donde vivía el único imputado del crimen del pequeño Alejandro Ortiz Ortiz (3).

"Es un poquito más arriba. Allá al frente del auto blanco", dicen señalando la única loma de calle Echaurren. "Para no creerlo", dice al despedirse la mujer de unos 60 años.

A los pocos minutos de llamar, en la vivienda aparece un hombre que explica que por orden de las policías no puede informar nada acerca de lo sucedido. Pese a ello entrega una escueta declaración en relación a A.H.G.B., de 24 años, quien habría golpeado al hijo de su pareja, causándole la muerte.

"Él llegó hace tres días acá", detalla.

-Pero en la formalización dijeron que llevaba casi dos meses en Cartagena.

-Sí. Pero antes vivía más abajo. Al parecer lo echaron. Acá llego hace tres días y ahora toda la familia se fue para Santiago. Ya no hay nadie acá.

-¿Cómo era él?, ¿usted compartió con A.H.G.B.?

-No puedo hablar más amigo. Tengo prohibido. Esto está siendo investigado.

Precisamente la investigación durará 120 días como informó la magistrado Leticia Morales en la formalización de A.H.G.B., quien podría ser condenado por homicidio calificado con alevosía.

En la misma audiencia, el fiscal Ramón Espinosa dio a conocer algunos relatos de las personas que vivían en esta cabaña y que estuvieron minutos antes de la muerte del inocente Antonio Ortiz.

"La testigo da cuenta, a eso de las 9 de la mañana, que el menor deambulaba de su pieza al baño. Al consultarle al menor, este respondió que se había hecho caquita. Por lo que procede a bañarlo. En eso se percata que presenta diversos moretones en su cuerpo. En ese momento el imputado, ofuscado, comenzó a gritar desde su pieza para que le entregaran al menor. Debido a esto, el niño se dirige al dormitorio, quedando estos dos solos", expone. Tras unos minutos, la mujer con su hijo se van a una feria cercana quedando solos el pequeño Antonio y su padrastro.

Tras media hora, la testigo con su hijo volvieron a su hogar. Al solicitar a A.H.G.B. que despertara al menor, se percatan que se encontraba inconsciente. El niño fue trasladado hasta el consultorio de la comuna donde, a los pocos minutos, confirmaron el fallecimiento de Ortiz Ortiz.

Según el preinforme de autopsia que elaboró el Servicio Médico Legal, las lesiones del menor son atribuibles a terceros por la fuerza del golpe que recibió en la zona derecha del tórax, que le causó una hemorragia interna y, posteriormente, el deceso.

El posible autor arriesga cadena perpetua y se encuentra en prisión preventiva por representar un peligro para la seguridad de la sociedad.

Claudio Román la vio todita. "El camión iba por Angamos en dirección al sur, cuando se abrió para estacionarse. En eso que hace esa maniobra, el conductor del auto lo adelantó por la derecha y como no alcanzó, chocó la rueda y después quedó metido en la rampla del camión. Yo venía justo pasando y me acerqué para ayudar".

El automóvil, marca Nissan y modelo V16, era conducido por Ricardo Díaz (49) y de copiloto iba su mujer, Beatriz Velásquez (48), quien fue trasladada hasta el Hospital Claudio Vicuña por fuertes dolores en sus extremidades. Díaz se defendió diciendo que "nunca prendió el intermitente el conductor del camión por lo que no me di cuenta que iba a doblar para estacionarse. Ni siquiera alcancé a frenar".

El camionero, Beraldo Rosende, desmiente la versión y asegura que "señalicé y él venía a exceso de velocidad. Fue un imprudente al adelantar por derecha. Eso no se puede hacer".