Artesano revive la cultura Llolleo con bellas réplicas del jarro pato
Desde los años 70' Samuel Tobar comenzó a recorrer el litoral buscando vestigios arqueológicos, lo que junto a su afición por las manualidades, finalmente lo llevó a ser uno de los pocos artistas que hoy se dedica a crear estas figuras.
A sus 65 años de edad, Samuel del Carmen Tobar Silva dice no recordar cuando exactamente comenzó a esculpir.
"Yo creo que de toda la vida, pero debo haber tenido unos cinco años cuando empecé a hacer figuras con plasticina y con greda", afirma.
"Me contaron que mi abuela hacía hermosas figuras con migas de pan. De ahí yo creo que viene todo esto, porque realmente era muy chico y nadie me enseñó", añade.
Así resume sus inicios en el arte este artesano sanantonino que ya ha incursionado en diversas técnicas que le han permitido destacar a San Antonio en importantes exposiciones artísticas.
Dentro de sus creaciones se destacan obras en piedra de río, en piedra ala de mosca, marfil marino, cerámica, diversos tipos de madera y últimamente se ha especializado en la piedra mica moscovita que va a buscar al sector de Cantera en San Antonio.
Según sus recuerdos, en los años 70', cuando él aún no cumplía los 20 años de edad, acostumbraba a hacer expediciones hacia la antigua mina de cal en el sector oriente de San Antonio.
"Me gustaba ir al cerro a buscar cosas autóctonas de los indígenas. Porque acá cerca de la mina de cal, había un cementerio indígena muy antiguo, que cuando la gente comenzó a arar y sembrar empezaron a encontrar tumbas donde encontraban pedazos de cacharros, piedras horadadas que las llevé al museo, cuando en ese tiempo estaba don Pedro (un antiguo encargado del museo). Así después fui recorriendo diferentes partes de la costa como lo que hoy es el Ilimay, que antes era un recinto de curas. Al costado de este lugar había un cementerio indígena. Ahí también fui y descubrí varias cosas, pero más que nada aprendí", expone Tobar.
Pero esta veta arqueológica e inquieta que motivaba a Samuel no lo alejó de su oficio que siempre fue la artesanía.
"Siempre fui artesano. Yo creo que nací con una pelota de greda en la mano", agrega.
Cuenta que la greda la extraía de un sector de Llolleo y de una zona de Bellavista en San Antonio.
"De Pomaire también, hace muchos años que vienen a buscar la greda a San Antonio y al sector de Aguas Buenas, porque allá ya no tienen", explica.
Jarro pato
Demostrando un amplio conocimiento histórico y técnico acerca de la cultura Llolleo y los detalles de la confección del característico "jarro pato", Samuel dice que "cuando comencé a visitar a José Luis Brito (conservador del museo de San Antonio y especialista en el tema) me interioricé más en lo que fue esta cultura en nuestra zona y lo importantes que fueron".
Fue así como comenzó a hacer réplicas y miniaturas que eran muy bien cotizadas por los turistas y también por las autoridades que visitaban San Antonio.
De acuerdo a lo que recuerda Tobar, fue en la década del 90' cuando su trabajo fue valorado por la alcaldesa Lucía Menares.
"Ella me mandaba a hacer cantidades grandes de estos jarros", dice al confirmar que los utilizaba para entregarlos como recuerdos o reconocimientos durante su gestión.
800 réplicas
"En un congreso de mujeres alcaldesas de Chile que se hizo acá en San Antonio se hicieron 800 réplicas sólo de jarro pato y se les dio a todos los que venían de visita junto con un librito donde salía la historia del jarro", revela con un brillo especial en sus ojos e inflando su pecho de orgullo por haber sido parte de esa destacada actividad.
-¿Fue uno de los trabajos más importantes que ha hecho?
-No. El más importante creo yo que fue en el año 1972 cuando participé en una exposición del Instituto Chino Chileno de Cultura. Ahí vinieron visitas muy importantes de China y yo hice un Mao Tse Tung que medía como dos metros de altura. Lo malo es que después quedó en el lugar de la exposición en la Radio Sargento Aldea y finalmente se fue deteriorando hasta romperse y perderse.
En esa oportunidad Tobar dice que expuso muchas obras de escultura, pero también de pintura. Esta última técnica mucho menos explotada por él.
"He pasado por muchas técnicas, pero ahora que estoy en la piedra, pienso que con esto me voy a quedar", comenta, aunque enfatiza que siente un compromiso con dar a conocer lo que significa la Cultura LLolleo. Por ello anuncia que, al igual que lo que ha hecho durante los últimos años, seguirá impartiendo clases de artesanía en greda y que próximamente se definirán las gestiones para impartir este curso en el Centro Cultural de San Antonio.
"Sigo con ese compromiso, aunque lo que me apasiona hoy en día es la piedra. Porque para mí las piedras están vivas y todo tiene que ver con las piedras. Desde los platos, los vidrios, los metales, todo está hecho a partir de una piedra o contiene elementos que vienen de la piedra. Incluso lo que comemos tiene que tener una cuota de calcio, fierro, manganeso. Todo está relacionado con la tierra y la piedra", argumenta.
Su casa
La casa de Tobar, donde vive con Rosa (su mujer), algunos de sus 10 hijos y nietos, muestra en cada rincón parte de sus obras. Cada una tiene su historia, como los peces que trabajó a partir de una piedra de rodado de río, pieza que si le interesa a alguien, él la ofrece en $800 mil.
Desde la entrada, al abrir la puerta uno puede apreciar una de sus creaciones más grandes que aún conserva. La nibelunga (figura de mujer de origen germánico) que hace 6 años terminó para llevarla hasta el Congreso de Valparaíso a una exposición.
"Yo la estaba vendiendo en 5 millones de pesos, pero finalmente la vendí en menos y pronto la vendrán a buscar", comenta acerca de la bella escultura que, según él, ya se hizo parte de la familia.
Dice que no mantiene un taller o un lugar especial para esculpir y que no tiene un horario fijo para dedicarse a esto.
Sus últimas piezas son unos morteros de piedra ala de mosca que hace a pedido en un improvisado taller ubicado en el antejardín de su domicilio.
"Hay días en que no avanzo nada, pero es un arte libre", comenta al asegura que sus materias primas favoritas también las encuentra en la calle como adoquines y soleras con las que ha hecho bellos trabajos.
Sus obras, firmadas con su apodo "Melo", las ofrece en el módulo que atiende su mujer, Rosa Soto, en el local 22 del Paseo Bellamar de San Antonio.