Rodrigo Ogalde

La madrugada del 27 de febrero de 2010 Margarita González (75) y su madre Margarita Figueroa (100) estaban durmiendo en la cabaña que tenían en el desaparecido camping de Llolleo. Ambas se encontraban solas y pasaban juntas la última noche de veraneo de aquel año. De pronto, el terremoto de 8,8 grados Richter las despertó horriblemente.

"Dos días antes, mi familia se había ido a Santiago; estábamos solas y nos habíamos quedado porque nos hace muy bien el aire de la costa", recordó Margarita González sobre esa noche.

Aunque el fuerte sismo las asustó mucho, las dos mujeres no hicieron más que levantarse y mantenerse al interior de la cabaña. Afuera, la gente gritaba y nadie sabía qué hacer. Entre la oscuridad, otra de las veraneantes gritó lo que sería una alerta de la tragedia. "Cuando se sentían las réplicas estábamos afirmadas en los ventanales de la terraza. Una amiga, que estaba en la cabaña detrás de la mía, me dijo, 10 minutos antes del tsunami, ´señora Margarita hay que arrancar porque viene algo malo´, pero mi mamá, que en ese tiempo tenía 94 años, no quiso moverse y se quedó afirmada a los ventanales. Mucha gente alcanzó a arrancar", relató.

Cuando la inmensa ola arrasó con las frágiles viviendas, las dos Margarita se aferraron a los bordes de las ventanas, sin saber que eso les salvaría la vida. "Nos arrastró el tsunami, yo dije ´aquí me muero´ porque el agua nos llevó hasta los Ojos de Mar; nos entregamos a Dios. Pero tuvimos suerte. Bueno, Dios lo hizo todo, y a mi lado iba un camión que quedó abajo de mi cabaña y fue como un soporte que la mantuvo a flote. Era de Dios que nos salváramos, fue un milagro", añadió.

"Gritábamos pero nadie nos escuchaba. Estuvimos más de una hora y media con el agua hasta el cuello", rememoró. Al cabo de ese tiempo, un bote llegó hasta donde ambas se hallaban. "En esos momentos llegó don Danilo Rojas (concejal de San Antonio) con unos carabineros para salvarnos. Ahí murió más gente a nuestro alrededor", prosiguió.

Margarita y su madre fueron llevadas al hospital Claudio Vicuña, aunque su progenitora poca importancia les dio a los terribles hechos que se habían dado ese 27-F. "Lo único que ella pedía era su placa de dientes y unos zuecos que se le perdieron en medio del tsunami. No se dio cuenta de nada, por la edad", afirmó.

El pasado lunes 22 de febrero, Margarita Figueroa cumplió 100 años y aunque su salud no la acompaña como cuando era una jovencita, igualmente vibró con los cariñosos saludos que le dieron sus seres queridos. Se le veía feliz, seguramente, porque nunca imaginó llegar al siglo de vida, y menos, sobrevivir a un maremoto inolvidable.

"Habernos salvado fue un milagro de Dios, porque cualquiera no se salva de un tsunami. Gracias a don Danilo Rojas y carabineros que nos ayudaron"

Margarita González

El concejal de San Antonio, Danilo Rojas, dijo que recuerda perfectamente cómo ayudó a Margarita González y su madre Margarita Figueroa para que fueran puestas a salvo tras el tsunami en el camping de Llolleo del 27-F. "La cabaña fue arrancada de cuajo del lugar en que estaba empotrada; cuando yo las encontré estaban al medio de los Ojos de Mar. Margarita González y su mamá tenían el agua hasta el cuello. Las tomé en brazos y las llevé hasta un bote zodiac que las trasladó hasta la orilla. Fue una noche oscura, fue una noche de terror que se vivió en ese sector. A partir de ese momento nos unió este episodio. Me siento muy orgulloso de haber ayudado a salvar sus vidas más la de don Rosendo. Con ellas dos siempre nos reunimos porque me siento parte de su familia; de hecho el lunes celebramos el cumpleaños de Margarita Figueroa", dijo.