Conozca cómo les cambia la vida a las personas que padecen Parkinson
Sanantoninos cuentan el drama que significa vivir con este mal que afecta al sistema nervioso.
David Montanares siempre se caracterizó por ser un hombre lleno de vitalidad. Para él era sagrado irse caminando hasta su trabajo ubicado a pocas cuadras de su casa en Llolleo, pero comenzó a notar que se cansaba muy rápido y que sus pasos cada vez se tornaban más lentos. "Trabajaba a cinco cuadras de mi casa, pero caminaba apenas una y me cansaba. Era como si se me agotaran las pilas. Yo creía que era producto del cansancio, así que no le di mucha importancia", recuerda.
Fueron pasando los días y los temblores en su mano derecha comenzaron a hacerse evidentes, al igual que la rigidez en su cuerpo. Reconoce que varias personas le dijeron que se podía tratar de Parkinson, por lo mismo decidió acudir a un especialista que finalmente terminó por ratificar sus sospechas.
"Tener que depender del resto es muy difícil, sobre todo porque uno estaba acostumbrado a trabajar y a valerse por sí mismo. Además, la calidad de vida de una persona que sufre Parkinson baja mucho", confiesa David.
Algo tan simple como abrocharse el botón de la camisa o echarle pasta de dientes al cepillo se transformó en un verdadero calvario para este trabajador que dependía ciento por ciento de sus manos. "Tenía que afirmarme la mano para poder soldar, así que lo hacía con la izquierda porque el Parkinson comienza por el lado derecho. Al final me fui acostumbrando".
Debido a la rigidez en su cara, David ya casi no sonríe y eso es lo que más lo entristece. "Te pueden contar un chiste... y no sonríes porque simplemente no puedes", dice con pena en su rostro.
El Parkinson no sólo se trata de rigidez en el cuerpo y temblores en las manos como comúnmente se cree. Las personas que padecen esta enfermedad que afecta principalmente al sistema nervioso, también tienen problemas al desplazarse, trastornos en el sueño, pérdida del olfato, falta de expresión facial, dificultades en la deglución (tragar) y al hablar, entre otros. "Mi esposa siempre me dice que le hable más fuerte, pero yo le estoy prácticamente gritando, por lo mismo uno no sabe a qué volumen hablar porque al final nadie te escucha".
David comenzó a recibir tratamiento hace un año y medio y reconoce que gracias a los medicamentos puede realizar su vida lo más normal posible, aunque confiesa que esta enfermedad arrasa con la autoestima. "A veces a uno ni siquiera le dan ganas de vivir".
Tratamiento
Angélica Toro también sufre Parkinson. Al igual que David recibe un riguroso tratamiento que le permite llevar una vida casi normal.
Esta dueña de casa reconoce que el trabajo que ha realizado el equipo multidisciplinario del Centro Comunitario de Rehabilitación de Llolleo, formado por un terapeuta ocupacional, sicólogo, fonoaudiólogo, kinesiólogo y trabajador social, le ha ayudado a sobrellevar esta dolorosa enfermedad. "Desde que estoy trabajando con ellos me he sentido muy bien. Ahora puedo mover mis brazos sin que me duelan", comenta Angélica, quien agrega: "antes tenía todo el lado derecho rígido, pero desde que estoy en tratamiento, siento que mi vida ha cambiado".
Asegura que esta enfermedad la ha limitado, principalmente porque ahora depende de sus hijos y de su marido, que la cuidan como hueso santo. "Depender de otros me deprime un poco, pero al final sé que mi familia sólo trata de protegerme y que no me pase nada".
El 11 de abril se conmemora el Día Mundial del Parkinson. Por esa razón que Jorge Puebla, asistente social del Centro Comunitario de Rehabilitación de Llolleo, dio a conocer la importancia del trabajo que realizan con 30 pacientes que acuden al programa Parkinson que funciona hace un año en dicho recinto.
"Un kinesiólogo se encarga de trabajar el tema del movimiento; el terapeuta ocupacional de la motricidad y de las adecuaciones que deben hacer en la vida diaria; y con el fonoaudiólogo trabajan el tema de la voz y deglución mientras que el sicólogo ve todo el tema mental", explica el profesional.
Mitos
El profesional afirmó que más que "conmemorar" el día del Parkinson, ellos buscan dar a conocer esta enfermedad y derribar los mitos en torno a ella. "Hay pacientes que han sido discriminados y no se les ha permitido encontrar trabajo a pesar de que ellos no están discapacitados para trabajar. Muchas veces les dicen que no se han tomado la cañita y que por eso tiemblan. Es bueno conocer esta enfermedad para entender al otro", afirma Puebla.
"Esta enfermedad no tiene un origen. El Parkinson llega sin motivo y puede afectar a cualquier persona, por eso es bueno tomar conciencia para que los enfermos recuperen su dignidad", agrega.