La historia Celin Díaz, propietario de las Parrilladas Lo Abarca
El comerciante se instaló hace quince años este restaurant, un negocio familiar que hoy lo llena de orgullo y satisfacciones.
Hace quince años Celin Díaz (67) decidió dar el gran salto de su vida e instalarse con una restaurante en su natal y querida Lo Abarca, en la comuna de Cartagena.
Reconoce que concretar esta idea no fue fácil, principalmente porque tendría que competir con el reconocido restaurante El Sauce que le llevaba muchos años de ventaja. A pesar de eso decidió concretar este anhelo. "Antes de abrir el restaurante tuve uno en Llolleo y también tuve una parrillada chiquitita en San Antonio. Después me vine a Lo Abarca con la idea de tener un local también chiquitito que me alcanzara para vivir, pero jamás me imaginé que creceríamos tanto", dice, con orgullo. el propietario de la Parrillada Lo Abarca.
"Además tener al Sauce cerca no era fácil porque ellos nos llevan 80 años de ventaja, pero al final somos bien distintos porque nuestra especialidad son las carnes rojas y afortunadamente nuestros clientes se van contentos y en Lo Abarca alcanza para todos", agrega.
-¿Este es un negocio familiar?
-Sí, porque acá trabajan mis hijos, mi mujer y el resto del personal, que al final lleva tanto tiempo con nosotros, que también ya forma parte de mi familia. Además esta casa y el terreno era de mis papás.
"En este país no es fácil instalarse con unas parrilladas. Muchas personas lo han intentado pero no les ha resultado".
-¿Alguna vez pensó en cerrar?
-Sí, porque el negocio no estaba dando frutos. Al principio, como era novedad, el restaurant pasaba lleno, pero con el pasar de los días, la situación fue empeorando y estuve a punto de cerrarlo y venderlo porque no estaba siendo rentable. Finalmente tuvimos un repunte y ahora estamos súper contentos porque de ser un local chiquitito pasamos a ser un local de 980 metros cuadrados.
-¿Cuál fue la clave para lograr salir adelante?
-Poner orden porque estaba muy desordenado. Por suerte no tengo amigos porque sino me la habría pasado celebrando, sobre todo si pensamos que el bar lo tengo cerquita. Amigas tampoco tengo porque mi señora no me deja (ríe).
-¿Me imagino que se siente orgulloso al ver todo lo que ha conseguido hasta ahora?
-Claro, porque éramos un local bien chiquitito, pero a base de puro trabajo, esfuerzo y cero deuda hemos ido creciendo.
Pero la vida de Celin no siempre estuvo ligada a su restaurant, ya que antes de convertirse en el flamante dueño de las Parrilladas de Lo Abarca se desempeñó como portuario, colectivero, jardinero, comerciante, fotógrafo, carnicero, entre otros.
"Yo vengo de una familia de carniceros. Mi papá tuvo una en Llolleo, mi hermano también y yo tuve una en San Antonio, aunque yo trabajaba en lo que viniera, sobre todo cuando la cosa estaba mala", explica.
"Incluso cuando tenía 30 años estuve viviendo dos años en Nueva York porque había que traer plata para la casa así que me fui a trabajar de jardinero, pero al final tuvieron que mandarme plata para poder venirme de vuelta porque no yo tenía ni uno porque al final me dediqué puro a pasarlo bien y jamás mandé ni un peso", cuenta, entre risas.
-¿Era medio desordenado parece?
-(Ríe) es que me gustaba pasarlo bien y tenía mucha pila. A veces salía a comprar y llegaba a los días después. Mi señora ha tenido harta paciencia conmigo, aunque ahora estoy más tranquilo, pero no porque yo quiera (ríe) sino porque hace poco sufrí un infarto y desde hace cuatro meses estoy con un marcapaso y la verdad es que me molesta harto.
"El doctor me dijo que ahora yo era como un auto viejo enchulado. Por fuera me veo como nuevo, pero por dentro no estoy muy bien, aunque con los cuidados que me da mi hija, que ni siquiera me deja salir solo, estaré bien".
Tras sufrir el infarto, este vecino de Lo Abarca estuvo varios meses en recuperación. Confesó que en más de alguna ocasión pensó que su hora había llegado.
"Estuve muy mal, pero al final gracias al cariño y apoyo de mi familia logré recuperarme. No al ciento por ciento como me hubiera gustado, pero estoy mejor y acostumbrándome a vivir con el marcapaso. Creo que el haber estado cinco años a cargo de la parrilla y haber respirado ese humo por tanto tiempo me jugó en contra", explica.
"A veces pienso que el sentir la voz de mi hija Andrea, que se vino de Noruega a cuidarme, hizo que yo me recuperara. Yo sentía cuando ella me decía 'papi, papi'", añade.
Cuidados
Debido a su delicado estado de salud, Celin está pensando en desligarse de a poco del restaurant, es por eso que por estos días está concentrado en enseñarle todo el tejemaneje de las parrilladas a su hija Andrea, quien dejó su vida en Noruega para cuidar a su papá.
-¿Le gusta la idea de que su hija se haga cargo?
-Sí, porque sé que puedo confiar en ella. Además este es un negocio familiar que ha logrado salir adelante gracias al trabajo y esfuerzo de todos.
"Ella siempre ha trabajado duro porque cuando era jovencita decidió irse a Noruega sin conocer el idioma ni nada. Me acuerdo que yo vendí mi auto y con ese dinero se compró su pasaje. Yo estoy muy orgulloso de ella y de todos mis hijos".
Celin está contento a pesar de que su corazón no está funcionado al ciento por ciento. Dice que está pensando seriamente en tomarse unas vacaciones para poder descansar, aunque será después del Día de la Madre.
"Ese día nos volvemos locos al igual que para el Día de los enamorados. Esos días comenzamos a trabajar súper temprano y no paramos hasta que se va el último cliente porque nuestra idea es que todos se vayan felices", cuenta.
-¿Le gustaría alejarse definitivamente de las parrilladas?
-No, porque a pesar de tener mi corazón más o menos, yo tengo pilas para rato aunque debo confesar que ahora me canso más rápido y me ahogo al hablar, pero es que me aburriría si dejo esto porque estoy acostumbrado a trabajar ya que desde los 17 años que ando de un lado para otro, además tengo pilas para rato (ríe).