Jorge Garcés: despeinando de lo lindo a Don "Peineta"
Las 'Peineta-cosas' volvieron. Y nos ponemos frac: un recorrido a la pinta junto al entrenador más mediático de Chile.
Última secuencia de fotos. Jorge Garcés que sobresale en primer plano ante el sol y las enormes torres costeras. Al fondo está el mar y al costado suyo, en diagonal, hay dos jóvenes que no dejan de observarlo, mientras sonrientes, se pegan codazos…
-Profe, ¿a quién está dirigiendo? -le dice uno de ellos.
-¡Hola, chicos!, a San Antonio Unido.
-¡Pero cómo! Si usted es uno de los grandes...
Hoy -al fin, dice- se pasa las horas en la cancha, en su pasión. Ahora instalado en su nuevo destino, San Antonio (con residencia en El Quisco), el escaso tiempo disponible lo distribuye entre pichangas con Don Elías Figueroa, videos de los equipos rivales y su nueva adicción: Twitter. Habla, come y respira planeta fútbol.
Por eso quitarle dos horas de entrevista, un domingo futbolero en el lobby de un servicentro a orillas del Pacífico viñamarino, al mediático entrenador Jorge Luis "Peineta" Garcés, podría ponerle los nervios de punta.
Su agenda y tren de vida ahora, luego de un retiro forzado de un año y tres meses tras su última alicaída escala con Rangers en su Talca natal, corren tan de prisa que le va quedando poco tiempo para comunicar sus nuevos proyectos. Que son varios.
Pero cuando lo hace, van todas las cosas a la vez, con luces y micrófono, bajo su ley; eso sí, de sello personal: caballerosidad, clase y elegancia, el paquete completo en un tono pausado, de instruida labia. Así es el popular, querido y a la vez generador de múltiples anticuerpos, Jorge Garcés.
Porque pocos en el medio pueden presumir de ser políglotas (maneja francés e italiano); o de domesticar una potente cilindrada y aquellos salvajes caballos de fuerza al viento de su Porsche o su BMW.
¡Qué elegancia, viejo!
Es más, nadie puede medirse a su ropero de fina sastrería europea: lucir un traje sin corbata o implantar aquella bufanda anudada al cuello, cortesía del garbo aprendido, como su didáctica pizarra futbolera, en los pulcros Países Bajos, a la par de defender incólume a través de los tiempos aquel inconfundible "mostache" milimétricamente recortado, un toque distintivo en su arquetipo mentón.
Para algunos, el hombre que tal vez querrían ser a sus conservados -como lolo- 61 años. Un tipo al que por algo le dicen "Peineta"… apodo que floreció el alero del diario La Cuarta en su retorno, y vaya qué vuelta, a Chile en 1991 cuando se prendió una vez sentado bajo el diluvio del Nacional durante la Copa América de ese año. La nostalgia que le hizo click.
Solo él, don Jorge, logra exultarle a los cuicos, y en su religioso feudo a la cara (por si saltaba la liebre): "Pero viejo, cómo un equipo ABC 1 no tiene glamour". Solo él pudo sentarse por casi tres horas en la residencia del hoy presidente de Argentina, cuando Mauricio Macri las hacía de mandamás de Boca Juniors y casi lo contrata, en una selección entre siete técnicos donde Garcés, asegura, quedó en la definición final junto al Maestro Tabárez.
Por esas y más razones, las instrucciones en los pastos chilenos, al fin, dirán algunos, desde hace unas semanas, retornaron en gloria. Las 'Peineta-cosas', ídem. El estilo, también. Hasta hace unos meses trascendió que Garcés estuvo, y lo rubrica (en palabra), cerca de firmar en Austria y Bélgica (Standard de Lieja). Incluso que lo llamó un dirigente para asumir la banca de Egipto, cargo que al final quedó para el entrenador che Héctor Cúper.
Pero hoy su realidad lo ancla al expectante puerto de San Antonio. Dirigir al SAU, ascenderlo de división y luego, hacer la grande (pero en buena): llegar a la Primera A. "Tengo revolucionado al puerto. Hasta acá han llegado canales de televisión, prensa". Y como no, si sus pupilos se presentaron de frac a los partidos. Es la mano del "Peineta".
"Si me hubiese llamado Garcesky", dirían que habría inventado el fútbol ofensivo". "Una sola vez me entregaron un Mercedes Benz pero estaba chocado: era la Selección Chilena, de allí podía rescatar a Marcelo Salas y David Pizarro". Frases así, deja a su paso como pólvora regada.
Pese a su jovial carácter, se le percibe dolido. Con espinas clavadas en todas partes. "Se me ha quemado en la puerta del horno el pan mil veces. Chile es ingrato: es un tema de educación, idiosincrasia, cultural. Tengo la costumbre de decir las cosas a la cara. En la vida todo empieza por el respeto".
Al pie de la vaca
Afirma haber disfrutado de una infancia maravillosa. Con las mejores navidades y cumpleaños en su Talca de cuna. Le encantaba el campo, amistades y familiares. Todo al pie de la vaca. Pero con el tiempo, en su ley, la ciudad dejó de gustarle: "Todos muy copuchentos… eso de Talca, Paris y Londres…".
Por eso, con la opción de ingresar a la universidad para estudiar kinesiología (le faltó un año para graduarse), la Quinta Región entró en su mira. "Me encantó. Si tienes la posibilidad de quedarte, hazlo. Una linda zona".
Un día se acercó al entrenamiento en Wanderers, se probó, hizo tres 'pepas' como delantero, y adentro de una. Washington Urrutia y Hernán Gárate, los dos DT del Decano, se deslumbraron. Al igual que antes lo hiciera el padre de Jorge, al decirle que él sería el próximo Leonel Sánchez.
En ese tiempo se casó. Pero la relación con Soledad Ibáñez sólo duró un año y medio: "Una grandísima mujer, muy inteligente pero no me aguantaron más", recuerda.
Luego de militar en algunos clubes locales, entre esos la UC, las maletas lo llevaron a España. Mientras hacía estragos como puntero derecho del Rayo Vallecano, la estancia le permitió un segundo enlace. "Estaba pololeando con una catalana, y por un tema de nacionalizarme allá, nos casamos". Pero no prosperó.
Años después, en Países Bajos, antes de colgar los botines y en la buena nueva como incipiente DT del RFC Arquennes, supo conquistar a la belga Valerie. En ese instante, y con la pérdida de su progenitor, la nostalgia por lo criollo le hizo click.
Pero al arribar a Chile, precisamente a San Antonio, Valerie sufrió una pérdida por un embarazo de alto riesgo. "Tuvimos que ir a las carreras a Talca. Fue complicado mi retorno". Y nuevamente soltero…
Farándula y 'perso'
Mientras derrochaba naciente éxito como DT -allí está el histórico ascenso de Provincial Osorno en 1992, calados pasos por Cobreloa y Everton- su figura se colaba en los medios de comunicación. Y la farándula.
A fines de los noventa y principios del 2000 alcanzó la gloria: campeón con Wanderers 2001, Selección Chilena, la TV y hasta dos reality show. "El del patinaje en hielo fue maravilloso. En Chile somos 17 millones… ¿cuántos patinan? ¿Serán con suerte 100 mil? Una experiencia maravillosa, casi no me caí y me pagaron bien".
Luego vendría el de Mega. "Subir el Aconcagua… ¡qué hermoso llegar a la cumbre más alta de América! Y que me pagaran buenas lucas para entrenar. Practicamos bien, después menos. Al final entró la Kenita Larraín que supuestamente me la metían porque yo era mayor. El contrato eran ocho semanas. Por suerte, me lesioné a la quinta semana".
En el intertanto, a su bigote le han colgado romances (Viviana Nunes lo desmintió). "Ninguna mujer de la farándula ha formado parte de mi historia. Salvo Cristina Tocco, que lo hizo público. Me dejó muy bien, decían que le había pagado, ¡por favor! Ella es una mujer extraordinaria. Tuvimos una relación corta pero bonita. Después he tenido otras amigas, pero nombrarlas no tiene sentido. Prefiero las no mediáticas".
Pero su verdadero amor es uno solo: su madre Teresita, "wanderina hasta los huesos". También sus dos hermanas (Andrea y Juanita). En el aparte familiar están presentes en él su hijo Jorge Andrés, de seis años. "El otro, Claudio, es el grande: salió espectacular, es el más serio de la familia, tiene 34 años, médico veterinario, casado con Alejandra, un matrimonio muy bonito". Y aparte tres nietos. "Una nieta preciosa y dos delincuentes chicos".
Habla en tercera persona. "A Garcés lo quiere una mitad, la otra no. Yo fui a todos los programas nocturnos por plata. Antes pagaban, hoy hay que invitar a los productores a comer".
Casi como el Cristo de Mel Gibson, Don "Peineta" acusa dolor. "Yo genero anticuerpos: bien vestido, de buenos colegios y valores, gracias a mis padres".
Y sigue: "Pero si lo decía Eduardo Bonvallet, cuando compartimos en la selección juvenil, '¡qué tanto hablan del Peineta!', es hombre de campo".
Ser caballero es mucho más que ceder un paraguas. Y un buen 'gentlemen' lo es tanto en la calle como en la cancha, vestido ya sea de traje o ropa casual. Y Jorge Garcés, se maneja a nivel experto.
Al final, las recomendaciones de quien sabe: ¿Perfume? Aqua Di Gio. ¿Calzados? "No doy marcas. No soy la Raquel Argandoña que todo lo vende". ¿Un viaje? Con caché, lanza: "Florencia, Milano, Venecia, en Italia; y Bélgica, mi segundo hogar".
Garcés, bien informado, dice levantarse con CNN y 24 Horas: "La gente va a París o Bruselas. Se sacan selfie al lado del 'Manneken Piss' y ni idea. Yo me nutro de la cultura: un niño que en la II Guerra Mundial salió de su casa a orinar y activó una bomba. Hay que ser culto, viejo".