La diseñadora gráfica que realiza hermosos trabajos en vellón
Isabel Martínez trabaja y ofrece talleres desde la comodidad de su casa, para quienes quieran aprender esta bella técnica que sirve para confeccionar vestimentas y decoraciones.
Irse a vivir de la ciudad al campo es un cambio drástico para la vida de cualquier persona. Bien sabe eso Isabel Martínez, santiaguina que dejó las edificaciones de las urbes y las salidas a los centros comerciales por la tranquilidad del campo de la comuna de Santo Domingo.
La diseñadora gráfica de profesión quedó sorprendida cuando su marido le comentó sobre la mudanza que debían hacer por temas de trabajo.
"Me costó mucho cuando llegué, porque estaba muy acostumbrada a la vida santiaguina", aclara.
El proceso de asimilación le duró por lo menos tres años, ya que acostumbrarse al clima y a la soledad no fue tarea fácil.
"Los primeros veranos los pasaba con chaleco. Era un frío inmenso que no soportaba", recuerda entre risas.
-¿Regresaría a vivir a Santiago otra vez?
-No volvería, porque me acostumbré mucho acá. Me gusta la calidad de vida, cambié todo mi sistema y ahora odio ir al mall.
Al principio, Isabel no le encontraba nada interesante a San Antonio, ir al centro era una tortura porque según ella "no había qué comprar".
Fin de semana por medio se arrancaba a su ciudad natal para despejarse y ver a sus familiares. "En Santo Domingo no tenía amigos ni conocía a nadie", comenta.
Cuando sus hijos ingresaron a estudiar la educación básica se armó de amigos y comenzó a familiarizarse con la zona. "Ahora lo más bien que me las arreglo y encuentro cositas en el comercio", señala alegre.
Artesanías
Durante la época de escolaridad de sus hijos, a Isabel le quedaba mucho tiempo libre, y no sabía qué hacer en la casa.
"Con una amiga nos lanzamos a hacer clases de manualidades en Santo Domingo. Teníamos un taller y hacíamos clases de decoupage".
En las clases enseñaban a personas de todas las edades, pero durante los meses de verano, los niños eran mayoría.
"Tratábamos de ayudar a los niños para que las mamás se llevaran las manualidades y no las escondieran en el closet, sino que las mostraran y se alegraran al saber que sus hijos pueden hacer cosas bonitas".
Cuando el taller terminó, Isabel decidió instalarse con sus artesanías en su hogar. "Lo tuvimos que cerrar porque vendieron el terreno que arrendábamos".
Entre los árboles, arbustos y flores levantó un pequeño taller que bautizó como "Fieltro Mar y Tierra" en su casa.
-¿Por qué no puso su taller en un lugar más céntrico?
- Fue por una cuestión de costos, porque arrendar un local significa mucha plata. La verdad, yo no sé si esto me dé para pagar un arriendo. Es mucho el riesgo.
Isabel seguía trabajando con la técnica de decoupage hasta que un día la hija de una de sus amigas le enseñó lo básico para trabajar el vellón (lana de oveja).
"Yo siempre he sido autodidacta y todo lo que ves acá, lo he hecho y aprendido yo sola", indica con su mano hacia las repisas.
Así, partió aprendiendo cómo unir el vellón húmedo y fue perfeccionando la técnica.
-¿ Cómo se trabaja el vellón?
-Hay dos formas. Primero está el agujado, en donde vas pinchando la lana y se va uniendo y quedando muy resistente. La otra es el vellón mojado que se hace con agua tibia y jabón.
El procedimiento que realiza es metódico, pero bastante simple.
"En un plástico de burbujas pones el vellón según el diseño que quieres hacer, lo mojas con la mezcla y luego se debe amasar hasta darle la consistencia", explica.
Isabel en dos horas puede tener una bufanda nueva, pero para los principiantes esto puede tardar un poco más de tiempo.
Entre sus creaciones destacan variados modelos, pues ella misma confiesa que "me aburre estar haciendo siempre lo mismo; entonces, busqué cómo hacer los ponchitos, gorritos y figuritas de vellón".
En sus estantes tiene un bello pesebre, animalitos, aros y collares a precios que se acomodan al bolsillo de cualquiera.
"El pesebre vale 35 mil pesos. Para algunos puede ser caro, pero algunos dicen que están baratos. He visto algunos parecidos en 35 y hasta 70 mil".
Cuando Isabel le pone precio a sus creaciones, no sólo está viendo el valor de los materiales que utiliza, sino que el tiempo invertido en cada uno de sus diseños.
"Igual hay que poner los pies en la tierra y cobrar algo razonable. Es cierto que es un trabajo único, pero siento que no se puede cobrar más, porque no se vende y te llenas de cosas"
Isabel durante estas últimas semanas dedica su tiempo a fabricar rostros con el vellón. "Igual es un poco difícil", confiesa.
Además, también incursionó en el mundo de los talleres. "Promocioné el curso de telar con vellón por internet y me resultó", relata alegre.
La diseñadora no se tenía mucha fe, pero las alumnas empezaron a llegar de a poco.
El taller duraba sólo una jornada y los materiales estaban incluidos en los 10 mil pesos de inscripción.
"Era de las 10 y media de la mañana hasta la una o hasta que terminen su pieza. La pasamos muy bien. Las alumnas se fueron felices y se llevaron sus trabajos para la casa. Era llegar y colgar".
Isabel se toma el tiempo y hace un llamado a las mujeres que tienen un momento para dedicárselo a ellas mismas y realizar alguna actividad recreativa.
"Recomiendo a las mujeres hacer alguna manualidad, porque es una terapia. Se ahorra el sicólogo, el siquiatra y todo. Porque tú te metes en esto y te olvidas de los problemas grandes o chicos".
-¿La ha ayudado a usted?
-Claro que sí. Me ha ayudado en los estados de ánimo, porque uno a veces pasa por cosas y tú te metes tanto en esto, que te olvidas de todo.
Para contactarse con Isabel puede ingresar a observar sus creaciones a través de la página de Facebook "Fieltro Mar y Tierra", que hasta ahora tiene 1.964 amigos. O visitarla en el quiosco de la agrupación Abate Molina, a la entrada de la comuna parque los fines de semana.