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Pitazo final del árbitro salvadoreño Joel Aguilar. Chile ganaba claramente por 2-0 a Colombia y lograba la clasificación para las semifinales de la Copa América Centenario.
Desde el arco oeste del estadio Soldier Field el meta y capitán de la selección chilena de fútbol, Claudio Bravo, alzaba sus brazos como una forma de agradecimiento y gritaba a viva voz. Estaba feliz y más aún cuando gran parte del equipo que vio acción corría hacia él para abrazarlo y brindarle las felicitaciones.
Felicitaciones que también llevaban muestras apoyo, pues el golero no venía de pasarlo bien durante la fase de grupos, donde mostró un bajísimo rendimiento y falta de ánimo, que provocaron ácidas críticas por sus errores en los goles ante Bolivia y Panamá.
Pero se reivindicó y de gran forma. El portero del Barcelona cumplió una actuación soberbia ante el elenco cafetalero, donde tuvo notables reacciones que evitaron en más de cuatro oportunidades el gol de los colombianos.
A los 23 minutos le tapó un potente remate a Roger Martínez y luego a los 45' evitó en tres ocasiones seguidas el descuento. A esa altura del compromiso ya era una de las grandes figuras.
En la segunda etapa no tuvo mayor trabajo, pero mostró mucha seguridad y solvencia en las pelotas detenidas.
Y a pocos minutos del término del partido un grupo reducido de hinchas del cuadro nacional comenzó a gritar "¡Bravo, Bravo, Bravo…!". Es más, los mismos seguidores del conjunto criollo no tuvieron problemas en reconocer que "nos tapó la boca. Yo fui súper crítico con Bravo pero ahora reconozco que tuvo un trabajo notable, volvió a ser el gran capitán que nos tenía acostumbrado", señaló Dagoberto Smith, arquitecto que viajó a Estados Unidos con unos amigos para ver la Copa América Centenario.
Tal como lo dijo el propio Bravo, cuando en el sector de camarines sostuvo que "la críticas constructivas y con respeto uno las debe aceptar. Soy consecuente y sé que hay partidos que no son buenos, pero que con trabajo y humildad se pueden conseguir cosas importantes", dijo.