Radiografía al ex pescador que fue jubilado por 12 infartos: "Me salvé de puro sano"
Nicolás Ortiz, tiene la fórmula para enfrentar los más graves problemas de salud.
Se salvó porque en sus 73 años nunca ha encendido un pucho. Jugó en San Antonio Unido en sus tiempos mozos y ha intentado llevar una vida sana; de lo contrario, no hubiese resistido los 12 infartos que casi le cuestan la vida.
El "Nico" Ortiz llegó ayer sagradamente hasta la caleta Pacheco Altamirano de San Antonio, como lo ha hecho durante toda su vida. Su padre, al igual que gran parte de su familia, era pescador, y él heredó esta actividad que evitó transmitir a sus hijos. Sin embargo, él no le falla al santo patrono de los hombres de mar. Ayer un centenar de sanantoninos y turistas participó en la celebración de San Pedro.
"La pesca es dura. Muchas veces se trabaja para el día y uno no tiene mucha capacidad para guardar plata. Mi vida ha estado un poco marcada por eso", dijo este padre de tres hijos, un hombre y dos mujeres.
Hoy el "Nico" está retirado. Luego de un largo viaje por las costas de la Quinta Región, este sanantonino se jubiló del mar, hace ya casi 10 años.
Eran tiempos difíciles por aquellos años para este vecino del sector de hospital. El motor de su embarcación se había averiado y no tenía a plata para su reparación.
"Lo pasé muy mal. Caminaba todos los días desde San Antonio hasta Tejas Verdes donde un amigo que cuando tenía tiempo, me lo arreglaba. No tenía ningún peso. Y comencé a desesperarme. Pensaba todo el día en este problema que tenía", cuenta.
"Pilar", la nave que heredó de su padre, funcionaba con un motor inglés que comenzó a liberar un extraño humo, hasta que finalmente no dio para más. El motor y el "Nico" estaban a punto de acabar con su vida útil.
"Ese humo lo aspiré en grandes cantidades y cuando tosía me quedaba un sabor raro en la boca, como a petróleo", describe.
El susto grande se lo llevó cuando estaba con su hijo en la "Pilar". Un fuerte dolor le retorció todos los músculos de su cuerpo. Un infarto le apretó su pecho como nunca antes lo había sentido.
"Me llevaron al doctor. Tenía tres arterias tapadas. Cuando el doctor me preguntó si antes había sentido un dolor así, yo le contesté que sí, en muchas ocasiones. Me hicieron una montonera de exámenes y había sufrido 12 veces un infarto. Me salvé de puro sano", asegura vivito y coleando.
La mala alimentación, las preocupaciones por su motor y la inhalación de ese humo tóxico, le mostraron la factura al viejo "Nico".
"Los pescadores sacrificamos muchas cosas. Como la familia, la salud, la misma vida y eso al final te pasa la cuenta. Hoy vivo gracias a mi pensión porque no puedo hacer muchas cosas debido a mi estado de salud. Me pusieron dos bypass. Por eso siempre le dije a mis hijos que no se dedicaran a la pesca. El único hombre sabe de pesca, pero ahora trabaja en el puerto y mis hijas trabajan y estudian", dijo Nicolás Ortiz en la celebración de San Pedro.
"Hay que agradecer que uno está vivo", culmina este viejo lobo mar.
"Las pesca es dura. Muchas veces se trabaja para el día y uno no tiene la capacidad para guardar plata",
Nicolás Ortiz, ex pescador.