La difícil lucha de un solitario vecino que padece el síndrome de Diógenes
Pobladoras del sector de Alto Mirador lo ayudaron para ordenar su casa y vivir mejor.
Hace un mes, Francisco Aburto Vera dormía en el sillón de su casa ubicada en calle cardenal Raúl Silva Henríquez, en el sector de Alto Mirador porque no tenía ni siquiera una cama o un colchón donde acostarse. Tampoco tenía luz y como posee problemas para comer, se alimentaba prácticamente de líquido, sobre todo de leche con chocolate.
La única vez que salía por el barrio era entre las seis y las ocho de la tarde, cuando se sentaba afuera del local "Fernanda". Pedía cargar su linterna y aprovechaba de comprarse un yoghurt u otro lácteo. Paola Muñoz, propietaria del local comercial, no tenía problemas en hacerle aquellos favores.
Un vecino solitario
Francisco llegó en el año 2002 a su actual residencia y siempre estuvo viviendo solo. Nacido en Calbuco, durante su etapa laboral trabajó en Correos de Chile, donde incluso llegó a ocupar un puesto importante. Con sus ingresos y ahorros pudo comprar una propiedad en Viña del Mar que hasta el día de hoy está a su nombre.
Nunca tuvo hijos y la única compañía que tenía en su hogar era la de dos fieles caninos. Ese era el entorno de Francisco hasta que un accidente casero cambió su rutina. Se cayó en el patio de su casa y sus rodillas sufrieron las consecuencias. No pudo pararse de esa caída y tuvo que pasar la noche durmiendo en el suelo.
"Como era la única que conversaba con él cuando iba al local, me llamaron unos vecinos diciéndome que don Francisco estaba tirado en el patio de su casa. Lo fui a ver y lo ayudé a entrar a su casa, porque no quería, pero le dije que si seguía ahí era difícil que pudiera resistir otra noche a la intemperie", comenta Paola Muñoz, quien tras abrir la puerta de la casa se llevó una sorpresa gigante.
Francisco, a sus 71 años, desarrolló con el paso del tiempo el síndrome de Diógenes. El primer piso estaba lleno de envases plásticos, ropa, basura, escombros y todo lo que se pueda imaginar. El segundo piso se encontraba peor.
Paola, junto a las vecinas Marcia Ureta, Verónica Astorga, Pilar Montecinos y Johanna Navarro, tomaron cartas en el asunto. Lo primero que hicieron fue ordenar la casa de don Francisco. Llenaron más de diez bolsas con basura. Además se consiguieron una cama con la municipalidad y le regalaron un televisor. Actualmente van dos veces al día al inmueble de calle cardenal Raúl Silva Henríquez.
"La televisión es lo que me hace feliz y me da alegría", dice susurrando Francisco, mientras se acomoda en su nueva cama que le entrega el calor necesario para estas frías mañanas de invierno.
Ya más en confianza, el hombre oriundo de Calbuco comienza a recordar: "me vine del sur, ya que el trabajo en ese tiempo estaba para la zona central. Gracias a Correos de Chile recorrí el país, y generalmente tenía que moverme mucho entre Valparaíso y San Antonio".
Agradecido por la ayuda entregada por sus vecinas, Francisco Aburto reconoce ser una persona feliz. "Me gusta hacer memoria y acordarme cuando era chico, porque eran tiempos en que con mis hermanos éramos felices", afirma el hombre de 71 años que luche contra el síndrome de Diógenes.