Suboficial de Carabineros recuerda el enfrentamiento que marcó su vida
Luis Gajardo tenía apenas 10 años cuando supo que quería ser policía. Aquí cuenta que su vocación despertó cuando vivía con su familia en su natal Curicó. Hace seis meses se integró a las filas de la Primera Comisaría de San Antonio.
El momento que marcó la vida del suboficial Luis Gajardo ocurrió cuando llevaba pocos meses trabajando en una comisaría de Santiago.
A fines de los '80, estaba en unos de sus primeros procedimientos policiales como carabinero y los nervios le afloraban por los poros.
"Era una diligencia en La Florida contra un grupo de extremistas", recuerda.
Todo se inició cuando un subversivo recibía atención médica en el hospital Sótero del Río tras ser detenido. El sujeto esperó el momento preciso y se fugó del recinto asistencial capitalino.
"Se escapó y buscó ayuda entre sus mismos compañeros. Se refugió entre unos vehículos en la calle Samuel Soto, cerca del paradero 14 de Vicuña Mackenna. El enfrentamiento cruzado duró más o menos una hora", rememora Gajardo.
Los carabineros debieron solicitar la ayuda de Fuerzas Especiales para combatir al extremista y poder arrestarlo. Para su fortuna, ni Gajardo ni sus colegas resultaron heridos en la diligencia que terminó con el individuo recapturado.
"Ese enfrentamiento marcó mi vida, porque el miedo te entra profundamente, aunque seas carabinero", confiesa a más de 25 años de aquel acontecimiento que quedó grabado a fuego en su memoria.
A pesar de que cada día enfrenta diversas situaciones -unas más peligrosas que otras- no teme ayudar a quien lo necesite, pues él sabe muy bien que es su deber al formar parte de su querida institución.
"Cada día te dan más ganas de enfrentar a esa delincuencia, porque la gente está colapsada. La gente valora mucho el trabajo que desarrollamos como carabineros, pero también se queja de lo que ocurre con la justicia. Muchas veces ven que los delincuentes quedan libres muy pronto y eso no le gusta a la comunidad", manifiesta.
El sueño
Luis Gajardo nació en la ciudad de Curicó, en la Región del Maule. Allá vivía con sus padres, rodeado de naturaleza.
"Los 18 años que estuve allá me relacioné con el campo, los cerdos, los caballos, las gallinas y todo eso. Fue una niñez muy linda", señala con alegría.
Tenía apenas 10 años cuando, mientras paseaba por las calles de Curicó, quedó deslumbrado.
"La primera vez que vi a un carabinero fue en Curicó. Él estaba de punto fijo en la Gobernación Provincial. Me llamó mucho la atención su postura y su vestimenta".
Quedó entusiasmado con el rol que cumplía el uniformado, así que a través de las noticias pudo conocer un poco más sobre la labor de Carabineros.
El suboficial hace memoria y cuenta que "había un retén de campo que estaba a tres cuadras de mi casa. Ahí yo veía cuando izaban la bandera a las ocho de la mañana y la sacaban a las 18 horas".
Ver pasar la patrulla por ese paisaje lleno de árboles y flores dirigiéndose a la casa de los pobladores para ayudarlos, le quedó marcado en la retina. "Gracias a Dios logré vestir este uniforme", agrega.
Carrera
En su juventud tenía más que claro lo que quería ser. Trabajó mucho para lograrlo y más temprano que tarde su esfuerzo comenzó a rendir frutos.
"Han habido muchos procedimientos en mi vida. Llevo 29 años de servicio: ocho en las comisarías de la Región Metropolitana y el resto en Punta Arenas, trabajando en la Oficina Comunitaria".
Hace seis meses lo derivaron a la Primera Comisaría de San Antonio, donde sigue desarrollando la misma labor que hacía en la zona austral.
Es una persona muy sociable y por lo mismo le gusta acercarse a los pobladores para entregar sus conocimientos. Por eso consideró que sería un buen aporte en la Oficina Comunitaria de San Antonio.
-¿En qué consiste su trabajo?
-Hay que estar visitando constantemente a los vecinos de San Antonio, Llolleo y Santo Domingo, porque en este sector hay más de 100 unidades vecinales.
El suboficial debe desplegarse con toda su comitiva para proteger a la comunidad. "Nos acercamos a las reuniones de los vecinos y ellos nos entregan la información. Nosotros la procesamos y posteriormente se la entregamos a los cuadrantes para atacar los problemas de la comunidad. Con esto logramos que se cumpla a cabalidad lo que quieren los vecinos".
-¿Hay muchas pitanzas a los teléfonos del plan cuadrante?
-Sí, muchas.
-¿Las llamadas reales de qué tratan?
-Los fines de semana recibimos muchas llamadas por violencia intrafamiliar. Muchas mujeres son violentadas e igual que los hombres. Acá hay más de 200 hombres que se han arriesgado y han hecho la denuncia por maltrato.
Entre los otros objetivos de la Oficina Comunitaria está prevenir el bullying en las escuelas y dar a conocer la ley penal juvenil, la ley Emilia y la de conducción a los estudiantes.
-¿Por qué es tan importante enseñarle a los adolescentes?
-Son una parte fundamental porque ellos van a tomar un vehículo y algunos ya están sacando su licencia. Entonces, es primordial enseñarles sobre el tema.
Y aunque no siempre todos los jóvenes toman atención a sus sabías palabras, indica optimista que "siempre les digo que en un margen de 20 alumnos, con cinco que tomen atención se cumplió el objetivo".
El suboficial también se dedica a educar a los más grandes: a los padres.
Como todos saben la educación empieza en casa y por eso lamenta cuando los padres llegan desesperados buscando ayuda.
"Hay mucha gente que llega a la guardia de la comisaría diciendo que sus hijos se les fueron de las manos. Hay niños problemáticos que no superan los 14 años, pero eso pasa porque no hubo un trabajo de los padres".
El suboficial también hace charlas para enseñar a los padres a poner límites a sus hijos para que sean personas de bien.
"Hablamos de los deberes y derechos. Por ejemplo, que los niños hagan su cama, laven los platos y ayuden en la casa", finaliza el suboficial de carabineros de San Antonio.