La noble sanantonina que cambió su vida para ayudar a los demás
Francisca Guajardo ganó un concurso para bajar de peso con el fin de mejorar su salud y también para contribuir en la donación de óvulos.
En marzo pasado, Diario El Líder informó acerca de un inédito concurso en San Antonio que permitiría cumplir dos anhelados sueños para mucha gente: perder peso y ganar dinero al mismo tiempo.
Se trató de un reto, que al igual que un reality show, reunió a un grupo de personas con obesidad y los hizo competir entre sí. El certamen duraba tres meses y el premio en efectivo se lo llevaría el concursante que bajara más kilos de acuerdo a su masa corporal.
Para muchos de los participantes fue como estar en un programa de televisión. En la nota anterior nos comprometimos a volver tiempo después con el tema y poder develar la identidad del ganador. Bueno, acá esta: Francisca Guajardo, de 18 años, quien tuvo una transformación radical en corto tiempo.
¿Cuánto bajo? Solo 13 kilos. Podrá parecer muy poco, pero bastaron para cambiar su vida, y obviamente, su apariencia.
La ganadora reconoce que los kilos de más siempre fueron un tema complicado para ella, que en clases de Educación Física tenía que rendir como cualquier otra niña de su escuela y que también le habían impedido concretar otros sueños, sin embargo, fue un conmovedor hecho el que la obligó a enfrentar la realidad seriamente.
"Quería donar óvulos, tenía la intención de ayudar a los demás de esta forma. Encuentro que es algo muy bueno y muy bonito que se puede hacer por los demás, o sea, es vida, pero no pude. Solo por el hecho de la obesidad no lo pude hacer y me dije que esto no podía ser, que no podía ayudar a los demás y que tenía que partir por mí", cuenta sobre sus motivaciones para ingresar al concurso.
Manos a la obra
Con esa idea en la cabeza estaba lista para ponerse manos a la obra. La oportunidad del anhelado cambio estaba a punto de cruzarse en su camino.
"Iba con un amigo por Llolleo y vi un póster que invitaba a la gente que tenía 30 o más kilos de sobrepeso a participar del reto", recuerda.
Como se diría en buen chileno, quedó con "la bala pasada". Registró el número a pesar de que su acompañante desconfiaba del anuncio porque tenía ya buen tiempo en la vía pública y parecía bastante antiguo.
No había nada que perder, a lo más unos cuantos segundos al teléfono.
"Pensé que si aún estaba vigente bien y si no, pucha, no importaba", revela esta vecina de Tejas Verdes.
Para su suerte, aún estaba a tiempo y se presentó tímidamente en el Club de Llolleo, ubicado en la intersección de José Miguel Carrera con Inmaculada Concepción.
No iba preparada, pero aceptó sin reparos. Lo que venía por delante no era fácil, pero sin duda tenía su recompensa.
Los comienzos
Francisca prefiere hablar con Diario El Líder en la comodidad de sus oficinas en Barros Luco y no en su casa. Se nota la timidez, pero con el paso de los minutos se atreve a contar más detalles sobre cómo fue el significativo cambio que ha experimentado desde marzo pasado.
Recuerda anecdóticamente que sus problemas de sobrepeso comenzaron cuando tenía solo tres años. En ese tiempo su mamá tuvo que delegar sus cuidados en su abuela, quien durante un largo periodo estuvo sobrealimentándola, creyendo que mientras más comiera, más sanita estaría. Un lamentable error que le costó muy caro.
"Mi abuela pensaba que con un sobre de leche tenía que hacer una mamadera, pero en realidad eran para un litro", rememora.
Eso, más la comida fueron una mala combinación. Nunca pudo volver al su peso normal... hasta ahora.
"Me complicó mucho una vez que quería hacer artes marciales, porque todo lo teórico lo podía aprender, pero no hacerlo. Fue imposible. No tenía la resistencia para hacerlo", confidencia.
"En las clases de Educación Física en el colegio da lo mismo si uno tiene sobrepeso. Cuando hacen pruebas uno tiene que hacer lo mismo que cualquier otro alumno", añade.
La salud fue otro factor determinante a la hora de tomar la decisión de entrar al reto y bajar de peso con la ayuda de los profesionales del recinto, patrocinado por una marca de suplementos alimenticios, pero que no obliga a consumirlos ni a comprarlos. No había nada que perder salvo los kilos de más.
Fuerza de voluntad
"No me hice los exámenes, pero tenía la barriga y manchas en la piel que podrían ser de una prediabetes", señala la joven, quien resume todo en un sola frase: "Esto se trata de fuerza de voluntad".
Esa disposición de hacer las cosas bien también permitió que el resto de su familia, y no solo ella, se viera beneficiado con lo que les enseñaron al interior del desafío.
"Aprendimos cosas tan sencillas como, por ejemplo, que no había que saltarse las comidas. Yo antes no tomaba desayuno, ahora sí tengo que hacerlo", explica.
Probablemente su fuerza de voluntad no se vio tan complicada porque no era gran consumidora de chocolates y frituras. Pero sí tuvo que acostumbrarse a porciones más pequeñas.
"Yo antes comía en más cantidad, las raciones eran más grandes. Eso no me ha complicado tanto, porque sí tengo que alimentarme más veces al día".
Su mamá, quien en la casa es la encargada de cocinar, también tuvo que hacer algunos cambios.
"Mi hermana menor también perdió peso porque se contagió. Esto ha sido muy bueno para todos", dice entre risas luego de vencer la timidez.
-¿Entonces qué le aconsejarías a la gente que sufre el mismo problema de obesidad que tenías tú?
-Que tengan voluntad, es solo eso. Y no solo para estar en el reto, sino que de la forma que sea, para bajar de peso sólo hay que tener muchas ganas.
-Ahora podrás cumplir tus sueños de poder ayudar a los demás como tú querías...
-Así es, claro que sí.