Francia Vásquez: medio siglo de tradición y cariño
La florista vende arreglos desde los 16 años, pero cuando cumplió 23, decidió armar su propio negocio y seguir los pasos de sus padres, ya que ella misma señala que "para mí es un placer y lo hago con muchas ganas".
Las rosas, claveles y crisantemos que florecen en abril son la debilidad de Francia Vásquez, melipillana que se mudó a San Antonio con todo su familia cuando tenía 16 años de edad.
Corría la década del 60 y Francia debía ayudar a sus padres en el negocio familiar. Estar en la florería le encantaba, ya que se relajaba mientras hacía hermosos arreglos florales.
"Mis papás tenían una verdulería y florería en la antigua feria que existía aquí. Me encantaba estar ahí mirando los bellos colores de las flores", recuerda con alegría.
Francia fue la única de sus cuatro hermanos que decidió seguir la tradición de su familia y se convirtió en una carismática florista.
Cuando cumplió 23 años dejó de trabajar junto a sus padres y se propuso junto a su marido, Flavio Moscoso, tener su propia florería.
"Nos pusimos con un local cerca de las tostadurías (calle Lauro Barros) para seguir trabajando en lo mismo y que la gente nos reconociera".
La tragedia
Doce años después, el domingo 3 de marzo de 1985 a las 19.47 horas el terremoto de 7,8° Richter que golpeó a la zona, dejó cientos de muertos y viviendas destruidas, especialmente en San Antonio.
El local de Francia resistió la intensidad del sismo, a diferencia de la ferretería que estaba a unos cuantos metros de su recinto.
Los adoquines cayeron al estero junto a trozos de muralla. Felizmente Francia no lamentó grandes pérdidas en ese momento, pero no pasó mucho tiempo para que la naturaleza volviera a manifestarse y aterrorizara a la comunidad.
"Pasó un año y el temporal del 27 de abril arrasó con mi florería. Se rebalsó el estero y ahí perdimos toda la mercadería que habíamos comprado".
Las flores flotaban entre el barro que inundó la calle Pedro Montt. La pareja solo pudo observar de manos cruzadas lo que sucedía, ya que todo su esfuerzo se lo había llevado la lluvia.
"Con el terremoto quedó mucho material en el estero y con la lluvia se desbordó. Salimos cascando, pero menos mal que después nos cambiamos a la galería San Antonio, en donde seguimos hasta el día de hoy", comenta orgullosa.
Florería Francia
Como no hay mal que por bien no venga, Francia se acomodó junto a su esposo en el local número 1 del mercado San Antonio.
-¿Habían muchas florerías en esos años?
-No, siempre hemos sido los mismos. Éramos tres, pero ahora somos cuatro.
-¿Es muy esforzado el trabajo en la florería?
-Antes era más complicado porque las coronas se hacían con cardo y había que estar acomodando las flores, pero ahora se insertan en el plumavit y quedan listas. Ahora, los arreglos se ponen en una esponja, entonces, es más fácil.
Hace unos años, Francia se alejó de los arreglos florales, ya que sus manos enfermaron por trabajar tanto.
"Al principio íbamos en bus a comprar flores a Santiago. Llevar los ramos de un lado a otro hizo que me diera tendinitis", cuenta.
En sus inicios la florería tardó en dar sus primeros frutos, pero con esfuerzo y empeño Francia la levantó.
"Empezamos de a poquito, pero lo logramos. He trabajado muchos años para tener lo que tengo", admite con humildad.
Con el sudor de su frente le dio estudios a su hijo y ahora vive tranquila, ya que como ella misma indica: "venir a trabajar no es una molestia".
Florecer
Desde septiembre, Francia y Flavio ponen todas sus energías en el local, pues el clima beneficia la floricultura, disciplina dedicada al cultivo de flores y plantas.
"Desde ese mes comienzan a salir las ilusiones, lilium y muchas flores más. Son más bonitas", aclara.
La pareja una vez por semana viaja a Santiago y a las dos de la mañana comienzan a comprar las flores más bellas para ofrecer a su clientela.
"Traemos como 70 paquetes y en cada uno hay como 10 flores. Traemos flores ecuatorianas y nacionales", explica.
-¿Qué meses son más complicados para el cultivo de flores?
-Definitivamente junio y julio, por la lluvia y el frío. Las flores se ponen escasas y no siempre están en buenas condiciones por culpa del clima.
A pesar de las lluvias no hay día en que Francia no venda ni una sola flor, ya que los ramos son el regalo perfecto para un aniversario, cumpleaños y todo tipo de celebración. Con sólo mil pesos puede quedar como rey.
"Siempre se vende, aunque hay días muy bajos, pero uno tiene que seguir con el optimismo y darle para delante", confiesa.
Flores de regalo
En el Día de los Enamorados, el Día de la Mamá y el de Todos los Santos, las flores se venden como pan caliente. "La gente viene en busca de las rosas para los días especiales", agrega la florista.
Su marido entra y coloca las flores todos los días, mientras Claudia Santibáñez y Siomara Ramírez, que le ayudan en las labores, ofrecen y venden los ramos a los clientes.
Francia desde la caja saluda a sus conocidos y clientela de años. Conversa y regalonea a sus compradores con pequeños engañitos.
"El miércoles nosotros renovamos todas las flores, pero las que están en buenas condiciones las regalamos porque no voy a vender una flor añeja", aclara.
Los más de 50 años de experiencia de florista, la han hecho comprender que el carisma y buena atención son muy importantes a la hora de vender. Es por eso que siempre ofrece una sonrisa a sus clientes. "Es bonita la vida como florista. A mí me encanta y por eso toda mi vida he hecho mi trabajo con cariño".
Los años
Francia conoce a medio San Antonio. Ha visto a sus clientes, los hijos y nietos de estos crecer y también morir.
"Muchas veces han llegado los hijos de mis clientes a comprar flores y avisar que sus padres han muerto", cuenta apenada.
Al enterarse del deceso, Francia no puede hacer más que dar su más sentido pésame y enviar algunas flores.
"Elijo alguna rosa o clavel para que la lleven a su madre o padre", señala.
La florista pasa todos los días en su local, que abre desde las ocho de la mañana hasta las 20 horas de lunes a domingo.
En el negocio comparte con Claudia, a quién quiere y considera como alguien más de la familia.
"Ella lleva muchos años trabajando conmigo. Es como mi hija postiza".
Francia ama estar rodeada de flores, pues los colores llenan de vida sus días. Por esta simple razón, la florista ha decidido dedicarse a este hermoso oficio hasta su último día.
"Atenderé en la florería hasta que me muera, porque para mí es un placer y lo hago con muchas ganas".