Arte e inspiración en mosaicos que llenan de color a Lo Abarca
La destacada artista nacional Patricia Marín Spring no cesa en su esfuerzo por hacer de este tradicional pueblo, una especie de museo abierto a todo el mundo.
Baco tiene un rostro sonrojado y con claras muestras de haber pasado una larga noche bebiendo los más exquisitos mostos y disfrutando de los placeres de la vida. El rostro del dios romano del vino muestra ojos cansados, boca abierta y en su cabeza resaltan sendos ramos de uvas maduras.
Al frente, cruzando la calle, una musa del vino muchísimo más recatada expone su belleza al mundo con una mirada de timidez y resignación. Su delicado vestido contrasta con su hermoso rostro y extremidades.
En su mano izquierda sostiene un gran ramo de uvas que termina por descansar sobre su pecho.
Al internarse por el pueblo de Lo Abarca, famoso por la preparación del costillar de cerdo, uno se encuentra con coloridos murales que invitan a detenerse. Así aparecen unas trabajadoras que cosechan frutillas y uvas, además se luce una imagen de unas hojas de parra, unos cisnes de cuello negro, unos paisajes típicos de la zona, una pelea de gallos, un homenaje a deportistas destacados, recuerdos de la historia de Chile hasta llegar a la obra máxima que decora la iglesia del poblado.
Allí en 8 metros de longitud, la artista plasmó su inspiración. Monjas con sus antiguos trajes son acompañadas por frailes y sacerdotes en un emotivo canto a los sones de un órgano de viento, lo que llama la atención de quien transite por el lugar.
El frontis de la iglesia ahora brilla por su coloridos en cientos de teselas (pequeñas piezas de cerámica) de colores que en degradé, varían en brillo hasta las bases del recinto.
Arte
La creadora de estos trabajos es la destacada artista nacional Patricia Marín Spring, quien quiso dejar una huella imborrable en este lugar donde disfrutó de sus mejores momentos de infancia y juventud.
Para ello se dio al trabajo de convencer a la comunidad local que -al comienzo- no entendió bien el concepto que proponía Marín. Pero eso no la amilanó, buscó la manera de convencer a los dueños de algunos muros que podrían ser el sostén de sus trabajos, luego quiso prolongar su técnica y darla a conocer. Primero con algunas mujeres del poblado y luego con niños. Qué mejor recipiente que los niños, se dijo Patricia Marín, ellos mostraron entusiasmo y las ganas de aprender una labor que no les era habitual.
Así forjó una alianza con el recinto educacional local, algunos de cuyos estudiantes fueron parte de un taller tres veces a la semana y que los hizo internarse en un camino lleno de cerámicas, vidrio, cemento, fragüe, martillos, tijeras para cortas las piezas, etc.
De eso han pasado más de 10 años. "Aquí en Lo Abarca muchas mujeres se dedican al trabajo agrícola para el cultivo de frutillas y lechugas. Y les va muy bien en eso cuando es la temporada, ¿pero qué hacen el resto del tiempo? Mi intención fue darles una opción diferente para esa etapa del año. Del grupo inicial que estuvo compuesto por 16 mujeres, ninguna continuó con lo aprendido. Y eso que había potencial para haber hecho otras cosas interesantes", comenta con algo de resignación Patricia Marín en la hermosa wine house de la Viña Marín, donde también se pueden apreciar varios de sus trabajos.
-¿Eso le generó frustración?
-En cierta medida no, porque uno las entiende también. Esta es una actividad que requiere materiales y eso lo hace caro. Tuvimos un taller que fue temporal, pero no contamos con mayores recursos para mantenerlo en el tiempo.
-Entonces se decidió por enseñarle a los niños y niñas de Lo Abarca...
-Efectivamente. Hicimos un taller extraprogramático que se prolongó por 6 meses con niños y niñas de entre 7 y 11 años. Esa es la edad perfecta para que puedan aprender esta técnica porque tienen muchas ganas y son muy receptivos. Aprendieron de a poco, primero a manejar las herramientas, a conocer la forma de trabajar las cerámicas y se fueron entusiasmando. Daba orgullo de verlos cuando rompían las cerámicas con los martillos. ¡Es que era parte de su aprendizaje! ¡Nadie les iba a decir nada! jajaja.
-¿Fue con ellos que decoró la fachada de la iglesia?
-Sí, ellos ayudaron con su trabajo, pero ojo, no sólo ahí, sino que también en otros lugares. Lamentablemente ha habido algunos dueños de los muros que han cambiado de opinión y los han sacado para hacer otra cosa, pero contra eso no se puede hacer nada puesto que son los propietarios. Lástima que se haya perdido el trabajo en algunas situaciones.
Patricia Marín Spring llegó casi de rebote al mosaico. Siempre fue una asidua al arte en sus diversas expresiones, pero no fue hasta que dejó su trabajo como médico cuando se dedicó primero a la pintura al óleo y luego al mosaico.
Claro que ella decidió ir a lo alto de inmediato. Fue a Ravena en Italia a conocer el trabajo de los mejores.
"Fue realmente inspirador. Claro que uno se encuentra con trabajar de los artistas más grandes del mundo en este tema, pero sin duda que fue un momento de impulso para seguir en esto", comenta.
En un texto de la periodista María Teresa Larraín, se señala que fue en la cosmopolita Nueva York donde algo le hizo ¡click! "Fue un caminar por las calles de esa ciudad cuando los colores, vitrinas y ese atardecer entre rascacielos, le golpearon el corazón y el espíritu. el arte le llamaba con pasión, como ella dice, y no podía abstraerse a ellos. Entonces, las clases de pintura se hicieron imperiosas. Estudió en el Art Student League en Nueva York. Luego se especializó en mosaicos en la Universidad de Ravena, Italia y en el Art Mosaic Institute en Oakland, California. Del dibujo al óleo y al mosaico en un solo paso que ella decididamente dio cuanto tuvo en sus manos una variedad de vidrios multicolores y cerámicas que fue cortando en pedacitos. En su trabajo sobresale la armonía y cadencia de colores junto al uso innovador de texturas realizando con ellos obras de grandes dimensiones y esculturas".
"Así surgieron los maceteros, juegos de terrazas, piletas, esculturas y los muros del pueblo bien amado de Lo Abarca, ese pueblito del Litoral Central escondido entre los valles de Cartagena. Allí permanecen como testimonio de una pasión no solo por el arte, sino también en el deseo de plasmar la historia de nosotros en muros y dejarlos allí para que el caminante los observe y quizás distraído, salude a la mujer embarazada o al guatón de una esquina, que, estáticos, desde lejos ilusionan como un habitante más".
Colores y más
Lo que más resalta en el trabajo de Patricia Marín es el uso del color. Es que esa es la esencia del mosaico.
"Uso el color para darles forma a las imágenes, cada tono y sombra tiene su sentido de ser. Allí es donde uno debe aplicar la técnica y se obtienen buenos resultados", comenta.
-¿Espera seguir con sus trabajos en Lo Abarca?
-Esa es mi intención, ahora debo conseguir los muros donde hacerlos. Me interesa continuar con esto y crear una especie de museo abierto para todas las personas, para que todos aquellos que llegan a Lo Abarca tengan un momento y digan que hay mucho más que ver. Recuerdo que en una oportunidad me gané un concurso para hacer un mural en Iquique relacionado con la conquista de los españoles y que posteriormente dio origen a la fiesta de la Tirana, era algo mayor, estamos hablando de 80 metros de largo y más de tres metros de alto, ¿por qué acá no se podría hacer algo parecido?
-¿De qué depende?
-De los recursos, esto es algo que tiene su costo.
-¿Qué siente al trabajar en la creación de mosaicos?
-Más que la satisfacción propia de estar haciendo algo que va a quedar por varios años, siento placer al crearlos. Es algo que me gusta y me llena. Y eso que empecé ya con sus buenos años en esta labor y me he mantenido, incluso con reconocimientos en el extranjero gracias a que pertenezco a la Society of American Mosaic Artist.
-Pero hacer algo por Lo Abarca tiene un sentido especial...
-Sí, aquí pasé gran parte de mi vida. Aquí hay algo de mi historia.