Una granada de colección: la historia no contada del duelo River Plate-U de 1996
El destacado cronista Juan Pablo Meneses revive en un libro su viaje a Argentina con la barra Los de Abajo, para presenciar la electrizante semifinal de la Copa Libertadores.
¿Y si la granada hubiera reventado en el medio del estadio de River Plate, justo después del penal no cobrado del "Mono" Burgos al "Huevo" Valencia? La granada -sí, una granada de guerra- fue transportada por un barrista de Los de Abajo, en un bus hacia Buenos Aires, Argentina. Era 1996 y Universidad de Chile jugaba la semifinal de la Copa Libertadores, frente a River Plate.
El reportero Juan Pablo Meneses viajó en el bus de Los de Abajo y concibió una crónica memorable: "Una granada para River Plate". Esta crónica se vuelve a editar en extenso a través de la editorial Lolita, de Francisco Mouat. El libro inaugura la colección Historias Crónicas, que tiene en lista unos autores que prometen.
-Retrocedamos al momento que te confirman que vas a Argentina, con la barra de la U (eran otros de Abajo, otros tiempos, quizás más románticos... ), a modo de vivencial. ¿Cómo te preparaste? ¿Qué es lo primero que metes a la mochila? Imagino que llevaste una mochila...
-Lo primero era celebrar que iba a ver a la U. Yo ofrecí escribir una historia, pero lo que me interesaba era ver al equipo. Partí en el periodismo como una excusa para ver a la U. Este viaje fue mi primera crónica y, además, para un viaje fuera de Chile. Y la idea siempre fue ir, ver el partido y volver. En la mochila llevaba algo de ropa, un cuaderno, un libro que no recuerdo y un lápiz. No había celular, pero llevar un lápiz me hizo sospechoso de entrada. Era uno de los dos que dentro del bus tenía un lápiz.
-La granada es el elemento de tensión, sin ese elemento no sería lo mismo, más allá del miedo de viajar con alguien que lleve una granada y que pueda hacer volar todo de un momento a otro. ¿Sentiste esa satisfacción de periodista, aquí está la mía, cuando supiste que iban con eso a bordo? Dicen que la granada, en realidad, era una granada de fruta, ¿cierto?
-Jaja, claro que no. Era una granada de verdad, una mini bomba. En el bus contaban que uno de los barristas se la había robado cuando hacía el servicio militar. Y entre varios jugaban a explicar cómo se lanzaba. En un primer momento, la verdad es que me cagué de susto. No pensé, como lo haría ahora, que ojalá la tiren, que ojalá explote en el estadio, que ojalá sea una noticia mundial, porque ahora tendré una historia de puta madre. En la segunda parte de esta historia, la que transcurre el 2016 y que forma parte del libro, cuento dónde está el bus ahora. Porque la empresa lo vendió y anda viajando por una ciudad del sur de Chile.
-¿Qué sientes después, en el momento que ves a la gente abrir el diario y leer tu crónica? ¿Cómo reaccionan Los de Abajo?
-Por primera vez vi gente leyendo una historia mía. Pasó en el Metro, con dos personas. Y yo me sentaba al lado, tratando de decirles que era yo el autor. Pero, bueno, después uno entiende que la gente nunca lee al autor de las historias. Los de Abajo me molestaron una vez en el estadio, fue complicado, pero hoy están felices muchos de los que viajaron. Me hablan, me agregan a Facebook, saben que, de alguna manera, este viaje ha pasado a ser el más importante de la historia del romántico viajero. No hay viaje más emblemático. Ni siquiera el del campeonato en El Salvador, que fue con un retorno exitista de ser campeones. La derrota en Buenos Aires fue hermosa, en muchos sentidos, y ser recibidos como héroes después de esa victoria digna, es algo que un hincha azul no olvida fácil.
-¿Cuál es tu impresión de esto, con el tiempo y la trascendencia?, ¿sientes que desde ahí se mira distinto a las barras bravas del fútbol?
-En los '90 no había nada más importante que las barras bravas. Eran el movimiento estudiantil de ahora. La escuela libre de Los de Abajo tiene más de 15 años antes de las marchas por la educación. En Chile y en Argentina, los '90 son el poder de las barras. Nosotros viajamos dispuestos a dar la vida en serio, eso no pasa hoy. Las barras participaban en política, sus líderes eran noticia. La transición de Chile fue tan rara, tan adormecedora, que en los '90 ser de una barra brava era la mayor experiencia política a la que podía aspirar un joven. Nadie desafiaba más a la policía. Nadie gritaba más fuerte. Cuesta entender ahora que el Krammer y el Barti fueron el Boric y el Jackson de los '90.