David Muñoz Castillo
Fue en una "pichanga" que jugaba Jorge Garcés junto a Elías Figueroa en Villa Alemana, la ciudad en que hoy vive el mejor futbolista chileno de la historia, donde "Peineta" conoció al joven delantero César Videla Poblete.
Con su buen ojo para los futbolistas, al DT de San Antonio Unido le llamaron la atención las condiciones del futbolista de 21 años y en la misma cancha le hizo una promesa el año pasado. "Si sigo en el SAU el próximo campeonato te quiero en mi equipo", le dijo al joven villalemanino.
César, hijo de Guido, un chofer de micro de la línea Sol del Pacífico, y de Liliana, dueña de casa, de inmediato se ilusionó con la oferta del ex DT de Wanderers y la selección chilena, entre un extenso listado de clubes, a pesar de no estar ratificada la continuidad del estratego en el banco lila.
César necesitaba una ilusión, una esperanza, algo de que aferrarse para no dejar el fútbol, porque como lo confesó: "pensé en retirarme y no jugar más".
Muy chico se fue a probar a San Luis de Quillota y a los 11 años se sumó a la cantera "Canaria"; sin embargo, a los 19 y ante la escasez de oportunidades y la nula ayuda económica, dejó la tienda quillotana. "A veces entrenaba con el plantel y otras no, nunca tuve una ayuda económica y eso influyó. Mi papá me daba todo y no siempre él podía, por eso tuve que dejar el club" recordó.
Probó suerte en Quintero Unido de la Tercera División y la rompió: fue el goleador del equipo. Eso lo ilusionó y se fue a probar a la "U". Duró dos semanas la aventura.
"Después de Quintero Unido (2013-2014) y la 'U', como que no jugué más. Empecé a engordar, me salió hasta guatita, pero luego me puse a entrenar por mi cuenta, después llegué a la selección de Villa Alemana".
-¿Fue difícil la decisión de dejar San Luis?
-Pucha, sí, porque uno ama al fútbol. Cuando entro a la cancha me transformo. Al salir de San Luis pensé que no iba a jugar más, pensé que era como el retiro. Volví a una selección de Villa Alemana y ahí me vio el profe Garcés. Gracias a él estoy acá.
Ese encuentro casual le cambió la vida a César y le devolvió la esperanza y la ilusión al delantero. "Fue bonito, cuando me habló me ilusioné altiro. Esperé ese llamado, me puse a entrenar, bajé la guata, porque él me dijo. Gracias a él estoy acá, conocí a grandes jugadores y grandes compañeros".
El ariete de Villa Alemana vive un sueño. Confesó que estar en el SAU "es otro nivel, otro ritmo, para mí esto es como estar en Primera. Me gusta estar acá, la ciudad es bonita, la gente también, la barra es muy buena", destacó.