Los secretos del pequeño Londres escondido en medio de San Antonio
Mónica Valdés, la dueña de la cafetería "London", está decidida a convertir su local en un trozo de Gran Bretaña en la comuna puerto. La cartagenina vivió allá, donde tuvo el honor de conocer a la Reina Isabel, a sus hijos y nietos, y a la cantante Madonna.
Faltan pocos minutos para las cinco de la tarde. San Antonio amaneció soleado, pero se nubló, como suele ocurrir, en un abrir y cerrar de ojos. Al interior del salón de té "London", en Lauro Barros 139, Mónica Valdés, su dueña, se acomoda para tomar la quinta taza de café de la jornada.
A diferencia de la gente que pasa entumida frente a su local, ella no ingiere la bebida para darse calor. Lo hace sólo por placer. Es una consumidora empedernida de café, una adicta, como ella misma reconoce. "A veces son diez tazas, quince o dieciocho", calcula mientras nos instalamos en una de las mesas del recinto.
No hay ni un cliente, pero es solo una casualidad. En instantes entra una pareja en busca de un té y algo dulce para acompañarlo. En poco menos de dos años, "London" se ha logrado posicionar como el sitio predilecto de los amantes de los pasteles y las bebidas calientes. Por su puesto, nada es al azar ni hecho a la rápida. Es fruto de mucho trabajo.
Mucha pega
La buena reputación de la cafetería, o del salón de té como también le llaman, viene de la exclusividad de sus productos. Café de origen italiano, té británico y tortas y pasteles traídos desde Viña del Mar y Santiago. No hay ni un rastro del típico Nescafé de tarro, o del clásico Té Club.
La persona detrás de tan selecta combinación es Mónica Valdés, una cartagenina que tras pasar dos años en Inglaterra, se convirtió en una amante de las buenas costumbres del país europeo y, claro, de sus comidas y brebajes.
Para evitar "el choque cultural" nada es muy extravagante.
"El típico desayuno inglés, con porotos con salsa, tocino y huevos son impensados para San Antonio", cuenta la muchacha, quien con mucha modestia comenta cómo terminó por convertirse en prácticamente una devota más de la Reina Isabel, a quien por cierto, pudo ver más de una vez.
"Vamos por parte", como diría el célebre asesino londinense Jack, el destripador". El chiste es chileno y como ve, muy fome. Bueno, aquí vamos.
Vida en inglaterra
A comienzos del 2000, Mónica se armó de valor y siguió los pasos de sus dos hermanos, quienes ya se habían instalado en la capital inglesa. "Había estudiado relaciones públicas y pensé que practicar el idioma me haría bien", recuerda.
Le atinó. En Londres le fue tan bien que le quedó grabado para siempre en el corazón. "Es un país tan distinto. Yo de ellos aprendí mucho, aprendí que había que ser honesto. Ellos entran a un local y se acercan solos a pagar, no hay que andar detrás de ellos", dice.
Madonna y la reina
Pero eso no fue lo que más la asombró de la cultura del primer mundo. "La gente anda por la calle y uno puede ver todo y a todos. Los famosos andan en la calle, por ejemplo, y no andan los fans tirándose encima", describe.
-A ver, momento, ¿como qué famosos?
-Mmmmm, como Madonna.
-No soy fan de ella, pero ¡¿qué?! ¡¿Madonna, la cantante?!
-Sí, en la calle. Lo que pasa es que están acostumbrados. Hay seguridad para las personalidades, pero no es una cosa desmedida. En Chile uno no puede acercarse ni a ver al Presidente.
-Espérame un cachito, ¿con eso me quieres decir que incluso te acercaste a la Reina?
-Sí.
-¡¿Qué?!
-No de tan cerca, pero claro, los conocí a todos, a la Reina Isabel, a los príncipes de la corona. De hecho, allá se graban muchas películas en la calle, o en los parques, los lugares más emblemáticos y uno puede mirar piolita y no pasa nada.
-¡Buena! A propósito de los reyes, a los británicos no les parece raro tener monarcas.
-Para ellos es impensado otro sistema de gobierno. Uno piensa cómo lo hacen, porque los mantienen, pero es su tradición y eso no lo cambian por nada. Es más, cuando yo arrendaba, le pagaba al dueño de la casa, pero también un impuesto a la reina. Es una especie de permiso para que ella nos deje vivir en su país. Uno ve en la tele o en los diarios que se gastan millones y millones, pero a los británicos parece no afectarles mucho.
London made in chile
Volvamos al local. No es imposible no reparar en la cabina telefónica que hay en un costado. El diseño es idéntico al que vemos en las series y películas de la tierra de Lady Di.
"Me habría encantado verlo afuera, pero habría estado…". Mónica no completa la frase, pero da a entender lo que sigue. "Meado entero", completo la oración. "Eso", afirma ella.
-Ya sabemos que el té es británico y que el café es de Italia, ¿qué más de exclusivo tenemos por acá?
-En cuanto a la comida, no mucho. Sería una diferencia muy grande con lo que se acostumbra acá. Igual hay tortas, tiramisú, tortas de panqueques, productos sin azúcar y para celiacos.
-Pero, ¿alguna cosita "british" habrá?
-Cheesecake, que es un pastel hecho a base de queso crema o Filadelfia.
EL SUEÑO CUMPLIDO
-Tal vez esta debió ser la pregunta inicial, pero ¿cómo partió todo esto?
-Este local partió hace once años como un ciber, pero después me aburrí y un buen día, cuando ya me di cuenta que mis necesidades más urgentes, como mi casa por ejemplo, estaban resueltas, decidí hacer el cambio. Siempre quise tener un local así, aunque mi idea en un principio era quedarme en Londres, pero vine de vacaciones a Chile y me enamoré de un chileno.
De la relación ya no queda nada, pero eso no fue obstáculo para que la joven cartagenina decidiera emprender con algo de su gusto. Mal que mal, el sueño ya está cumplido.