La incansable lucha de una joven que sueña con convertirse en madre
Elizabeth Valdés (19) requiere practicarse costosos exámenes para saber por qué sus cuatro embarazos han terminado en abortos espontáneos.
Elizabeth Valdés Rojas tiene 19 años y toda una vida por delante, pero la pena que la embarga es tan grande, que sus ojos delatan el calvario que lleva por dentro.
Cuenta que desde pequeña soñó con convertirse en madre, pero con cuatro abortos espontáneos a cuesta, reconoce que cada día que pasa pierde más las esperanzas de concretar su más ansiado anhelo.
Estos tres últimos años han sido de mucha angustia para esta joven sanantonina porque cada vez que se ha enterado de su embarazo, la preocupación se apodera de ella.
"En marzo pasado perdí dos guagüitas porque estaba embarazada de gemelos, pero nuevamente sufrí un aborto espontáneo. Nadie sabe qué pasa conmigo. Al llegar a los tres meses de embarazo, mi guagüita en vez de crecer, se achica y finalmente su corazoncito deja de latir", cuenta con una infinita tristeza
Esta vecina del cerro Bellavista necesita realizarse varios exámenes para saber qué está pasando en su cuerpo y por qué los bebés no logran afiatarse a su vientre.
"Yo y mi marido debemos hacernos estos exámenes para saber dónde está el problema porque nadie se explica qué pasa, pero yo creo que soy yo la del problema. Estos exámenes son muy costosos, pero debo hacerlos para saber qué está pasando conmigo", explica, con algo de resignación.
Madre
En la familia de la joven nadie ha presentado problemas antes, durante o después de un embarazado. Por eso nadie se explica qué sucede con Elizabeth, quien no puede aguantar la pena al contar su historia.
"Para mí embarazarme ha sido casi una tortura porque ni dormía pensando en mi guagua. Mi marido tiene 37 años y nunca quiso tener hijos, por eso se cuidaba, pero justo ahora que queremos formar una familia no podemos", confiesa.
Asegura que su magnetismo con los niños es inmediato y que cada vez que se acerca a uno, se imagina cómo sería su vida si sus hijos estuvieran a su lado. "Me encantan los niños. Tengo hartos sobrinos a los que adoro, por eso me da mucha pena pensar que a lo mejor yo nunca voy a poder tener uno".
Hace un tiempo, la joven vivió una experiencia sumamente dolorosa, la cual la hizo replantearse muchas cosas en su vida.
"Una prima dejó a su hijita al cuidado de mi mamá y yo la críe como si fuera mía. La llevaba al colegio, le daba su comida, la vestía, pero cuando cumplió cuatro años su mamá la vino a buscar y me la quitó. Ahora ni siquiera quiere que la vea. La niña llora porque me echa de menos y yo a ella", cuenta, entre lágrimas.
Agrega " a veces uno ve noticias donde las mamás les pegan a sus hijos o aguantan que sus parejas los maltraten y ahí uno se pregunta por qué Dios les manda hijos a esas mujeres y a mí no, por qué es tan injusta la vida".
Reconoce que la ansiedad le está jugando en contra, y que no deja de pensar en lo que sería de ella si su último embarazado hubiera terminado con un final feliz.
"Sé que soy joven y que tengo tiempo aún. La matrona que me controla en el consultorio de Bellavista me dice que haremos todo lo posible para que yo logre tener un hijo, pero he pasado por tantas cosas, que a veces creo que sería mejor operarme y olvidarme de todo esto porque al final me está haciendo mal, pero después pienso que no puedo perder la esperanza de tener un hijo, mi hijo, porque me gustaría que fuera un niño, aunque al final sólo pido que nazca sanito".
"Para mí embarazarme ha sido casi una tortura porque ni dormía pensando en mi guagua",
Elizabeth Valdés"