Docente sanantonino explica por qué los chilenos dejamos de ir a votar
Jaime Rodríguez, magister en Ciencias Sociales, desmenuza al electorado.
El sanantonino Jaime Rodríguez Manríquez es profesor de Historia y magister en Ciencias Sociales. Este investigador del Laboratorio Social del Deporte de la Universidad de Chile hizo un análisis de la evolución del electorado chileno.
Lo primero, explica, es dividir la historia electoral de Chile en un antes y un después del golpe militar. A su juicio, hasta "antes de 1973 había una alta participación, toda vez que la sociedad estaba bastante politizada en términos de lo que significa la política como acción e interacción; había un sentido de comunidad que implicaba que la gente se sumaba a grandes proyectos e ideales de manera voluntaria, cuestión que era promovida por el Estado".
Rodríguez cree que en el regreso de la democracia hubo alta participación electoral porque nació "una cierta épica que era desbancar a la dictadura, en este caso a través de un proyecto político democrático y participativo al que se integran incluso representantes de la dictadura, que se someten a esa prueba y pierden".
Para este docente, los años 90 dejaron a una Derecha aglutinada en torno al dictador Augusto Pinochet mientras la Izquierda "se agrupa en torno a los proyectos democráticos (Concertación) o fuera de ellos".
Lo peor del periodo de incipientes aires democráticos que vino con los 90 es que, por distintas razones, los chilenos fuimos perdiendo el interés por la política. "La dictadura se preocupó de anular la participación en política, toda vez que el proyecto de la dictadura no incluye al Estado como un actor fundamental sino que instala la noción de que, a partir de la mirada que tienen los Chicago Boys, en donde mejor se resuelven los problemas sociales es en el mercado. Esto ha generado la falta de relato épico, lo que se necesita en la política es una épica, un objetivo de tener, por fin, el poder. Parece que el electorado se ha dado cuenta que, de manera indistinta, quien tenga el poder, da lo mismo. Esa cuestión ha alejado, de manera voluntaria o circunstancial también, a la gente de acudir a las votaciones en masa", añade.
Dicho panorama ha provocado que incluso los niveles de participación en las elecciones lleguen a no más de un 40%, lo que se acrecienta debido a que el voto es voluntario en los últimos años.
De esa manera, en Chile "la sociedad no está politizada, es una sociedad que resuelve sus problemas con elementos de mercado; y participar políticamente se ve como una estrategia para conseguir riqueza, prebendas o caer en la corrupción".
Ley de pesca
Esa fractura se agrava, según Rodríguez, con situaciones como la aprobación de la Ley de Pesca, ya que "es una ley cuestionada, que es ilegítima a partir de que se obtiene en base a sobornos que hacen ciertos parlamentarios. Eso genera sensaciones de injusticia y de rabia, que al final terminan con la gente más alejada de los grupos políticos y más vinculada a elementos de mercado que son sumamente simples de conseguir".
Añade que así se avanzó a una sociedad en la que prevalece la responsabilidad social empresarial que "es una manera de hacer política pero sin ideología".
Para este profesional, ni el sindicalismo ni las nuevas generaciones han estado a la altura para enfrentar este complejo escenario. En este mundo, los partidos políticos que usan estrategias de índole popular enfocadas en "entregar bolsas de mercadería" parecen tener mayor importancia. "Los jóvenes chilenos sienten que el país no les ofrece oportunidades y, ante la ausencia de un proyecto épico, crean iniciativas que tienen que ver con conveniencias a corto plazo", teoriza. Esto mismo coayuda a aumentar el ausentismo en los procesos eleccionarios.
Como salida, Rodríguez plantea que lo ideal sería impulsar "mecanismos de participación más reales y vinculantes" y que incidan en la realidad efectivamente, de tal manera de que se puedan concretar proyectos en base a plebiscitos. Eso, a su parecer, podría motivar a los jóvenes a ser parte de las elecciones.
Otro camino necesario es que los jóvenes tengan acceso desde temprano a la educación cívica, para que valoren la democracia y tengan "compromiso y responsabilidad respecto a su propio destino", pues lo que impera actualmente "es el modelo de mercado donde cada cual se salva con lo que puede o lo que tiene".
El Chile con que Rodríguez sueña es un país en que haya "una ciudadanía mas consciente y pensante" y no una mera masa de consumidores. "Eso no es tan difícil de conseguir, hay que generar eso con trabajo político, porque eso es lo que nos ha negado el neoliberalismo, que nos ha sometido a la sociedad egoísta en que vivimos en la que es complejo armar dinámicas políticas toda vez que la gente no tiene intereses sociales ni colectivos sino que intereses absolutamente particulares".
1990 fue el año en que regresó la democracia en Chile tras el golpe militar de 1973.