Cien años del Lobatismo: "tú y yo somos la misma sangre"
Los niños, padres y guías pertenecientes a la manada Inti-Illimani de San Antonio celebraron con muchas ganas y entusiasmo su centenario.
"Una vez scout, siempre scout". Esa es la frase con la que Mauro Lagambino (45), más conocido como Bagheera, trata de explicar la transcendencia de la organización en su vida y en la de miles de jóvenes que buscan desarrollarse espiritual, física y mentalmente para convertirse en buenos ciudadanos.
El sanantonino recuerda que cuando era apenas un niño, en su casa había un televisor que transmitía un solo canal. Se aburría y prefería salir fuera de su casa en búsqueda de nuevas aventuras. Él siempre amó la naturaleza, de hecho, su panorama perfecto es salir a caminar al cerro, en vez de hacer otras cosas.
Es ahí cuando cruzó la mirada con el grupo scout llamado Kenya. "A ellos les gustaba ir al cerro tanto como a mí. Me acerqué y empezamos a jugar. Nos enseñaron a cuidar de los árboles, animales, flores y toda la naturaleza", agrega con alegría.
Con el tiempo llegó a la manada Alborada y, aunque en un momento desistió de las actividades, sus dos pequeños hijos le entregaron la energía que necesitaba para reintegrarse al grupo hace tres años.
"Mis hijos querían venir, así que pensé qué mejor, nos integrábamos todos al mismo tiempo", señala.
Ahora, Mauro es encargado de la unidad y como lo hacían con él, transmite su sabiduría a los pequeños de boca en boca.
"Cuando yo era un niño, los guías tenían como 80 años. Ellos entregaban el conocimiento a través de la palabra", rememora.
En esos años, los dirigentes explicaban con tranquilidad a los niños cómo debían cuidar la naturaleza. "Si te encaramabas en un árbol, te preguntaban si lo considerabas un ser vivo y si le hacías daño, para que comprendiéramos que teníamos que cuidar y disfrutar de él".
-¿Cómo le enseñas a los niños?
-A través de la palabra y del "El libro de la selva". Creamos una historia de fantasía para que los niños se interesen y a través de los juegos le vamos enseñando los valores.
Es que los niños se motivan cuando se les dice que tienen que jugar, de hecho, a pasos de Mauro se encuentran jugando a pillarse la cola. Los padres que asistieron a la celebración del centenario de Lobatismo aplauden y hacen barra a los niños que compiten.
Es que los scouts no pasan desapercibidos, ya que recorren a pie todo San Antonio. Por ejemplo, sus reuniones se realizan en la parroquia de Llolleo, desde donde se van caminando al parque Dyr. En ellas participan la manada, golondrinas, scouts, guías y los pioneros.
"Lo bonito de esto es que cuando van creciendo y cumplen 21 años se convierten en dirigentes y si quieren quedarse pueden transferir sus conocimientos", explica.
La parte que a Mauro más le encanta es cuando los niños empiezan a hacer las cosas bien.
"Se siente una alegría inmensa", agrega este sanantonino mientras indica con una sonrisa de satisfacción que "disfrutamos de cosas que muchas veces la gente no disfruta. Es por eso que voy a morir siendo scout. Podré dejar las actividades pero no dejaré de serlo".
100 años de Lobatismo
El sábado la manada Inti Illimani celebró en conjunto con los niños más pequeños de la organización, los 100 años del Lobatismo a nivel mundial.
El sistema que nació en 1916 en Inglaterra como una forma de disminuir los índices de delincuencia en la juventud surtió efecto y se propagó por todo el planeta.
"En San Antonio el Lobatismo lleva funcionando 42 años y trabaja en conjunto con la iglesia de Llolleo", indica Mauro.
En la actualidad son 15 niños, entre los siete y once años, que participan de la organización que fomenta el trabajo en equipo, el contacto con la naturaleza, la lealtad y el compañerismo.
"En base a la pureza, abnegación y lealtad tenemos una ley. Una propuesta para desarrollar nuestras vidas y convertirnos en buenos ciudadanos", comenta.
Promesa
Los scouts cuando llegan a cierta etapa de su vida realizan una promesa en donde se comprometen a seguir con su ley.
"Mi experiencia de la promesa no es secreto, pero es muy personal", confiesa Mauro.
No hay edad ni fecha necesaria para plantear la promesa. Solo se sabe al interior de cada persona.
Cuando el momento llega, los scouts prometen cumplir su deber con Dios, la patria y el hogar para toda la vida. La promesa, no es un juramento de lealtad a un adulto o a alguna autoridad, sino que a ellos mismos.
"Es cuidar la ciudad, la iglesia y ayudar siempre a la familia", reconoce.
Boy scouts
Aunque la cantidad de niños que ingresan a la manada ha disminuido notablemente, Mauro no pierde la esperanza.
"Antes era normal ver manadas de 24 ó 30 niños. Ahora es muy difícil llegar a los 20", cuenta con pena.
-¿A qué se debe esta baja?
-Ahora los niños están interesados en los celulares o el internet, por eso hemos perdido el número de inscripción.
-¿Recomendarías ingresar a los scouts a los niños de San Antonio?
-Es una experiencia que deberían vivir todos los niños del mundo, porque se les enseña el cuidado del agua, respeto al otro. Son valores que nos enseñaron con cosas tan simples como los juegos, pequeños detalles que te van formando.
-¿Es una buena forma de entretener a los niños?
-Por supuesto, quizás hacemos cosas que a la vista de otras personas son ridículas, pero todo tiene un significado. Lo más lindo de toda esta experiencia es que a nivel mundial todo somos manada y por eso se dice que "tú y yo somos la misma sangre".
Inscripción
La manada está compuesta por 60 integrantes, pero siempre está con los brazos abiertos para recibir a todos quienes se interesen.
Para integrase al grupo deben acercarse el sábado a las 16 horas a la parroquia de Llolleo y pedirle los requisitos al adulto que se encuentre al mando.
"Deben ser mayores de 7 años, tener muchas ganas y disponibilidad para participar. Tienen que ser niños que disfruten de la naturaleza porque caminamos harto. Si eres amante del Play Station y no te gusta caminar, ahí no podemos hacer nada", cuenta Mauro entre risas.