Esforzado padre pide un milagro navideño para que sus hijos tengan un techo digno
Javier Santibánez debe dejar la vivienda en que se está quedando junto a sus pequeños desde que su mujer los abandonó. El hombre padece de una delicada enfermedad. Requiere ayuda.
Javier Santibáñez lleva dos meses sin dormir tranquilo. Por las noches, cuando sus tres hijos logran conciliar el sueño, él se queda pensando en qué pasaría con ellos el día en que los vayan a desalojar de la casa en que están viviendo, en la parte alta de Bellavista.
Tiene pesadillas en las que se ve intentando celebrar la Navidad en la calle, sin un techo que refugie a su familia.
El hombre, de 46 años, es el único sustento de una linda muchachita de diez años, un adolescente que acaba de salir de octavo básico y un jovencito de 15 años con un 40 por ciento de discapacidad y retraso mental.
Según su relato, la madre de los menores los abandonó hace cinco años. "Se acabó el amor y nos dejó", cuenta Javier, quien desde ese momento hace todo lo posible para criar en solitario a sus retoños.
Lamentablemente, la situación no es fácil.
"Vivo en una casa que es prestada y tengo que desocuparla antes de enero porque el dueño la vendió. Mi hermana me dice que puedo colocar una mediagua en la parte de atrás de su casa, pero no tengo cómo comprar una", revela con pena.
Enfermedad
Javier confiesa que si dependiera de él no recurriría a la ayuda de los demás, pero que una grave dolencia en los pulmones le impide tener un trabajo como cualquier otro. Se tiene que conformar como "colero" en las ferias libres, donde vende cachureos y ropa usada.
"El pulmón izquierdo no funciona y en el derecho tengo un tumor", confidencia.
"He intentado buscar ayuda para mis hijos con su madre, pero no he logrado nada. No tengo idea donde está. No la volví a ver desde que se fue. Me han dicho que está en Valparaíso, que anda por San Antonio, no sé, al menos de sus hijos no se ha vuelto a preocupar nunca más", añade.
Ayuda
"Lo que más me aflige es la situación de la casa, porque sé que estoy abusando de la buena voluntad de su dueño, quien me permitió quedarme por dos meses, pero no por más tiempo. Yo lo entiendo totalmente, si alguien compra algo es porque lo quiere usar", agrega mientras vende algunas poleras de segunda mano en la feria de Bellavista.
Una de sus compañeras señaló a Diario El Líder que el esforzado padre ha sido visto varias veces trabajando con fuertes dolores en el pecho (que estiman que se deben a su enfermedad), pero que aún persiste.
"Lo hace todo por el bien de sus hijos", comentó la mujer.
Si usted quiere cooperar de alguna forma, puede encontrar a Javier -todavía- en Bello Horizonte 931, Bellavista, la misma casita que tiene que abandonar dentro de los próximos días.
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