Niña con capacidades diferentes destaca en conjunto Bafosan
Ámbar Bustamante Cabrera tiene 14 años, es fanática de la danza y participa desde hace un año y medio en el Ballet Folclórico de San Antonio.
Asus cortos 14 años, Ámbar Bustamante sueña con el mundo de la danza.
Desde pequeña ha participado en distintas agrupaciones de baile, que le han permitido desarrollar sus habilidades, conocer nuevas amistades e integrarse como toda adolescente que busca descubrir sus propios talentos.
Ámbar tiene una rutina como cualquier niña de su edad. Va a la escuela, comparte con su amigos y familia, le gusta ver películas y descargar videos de danza. Lo único diferente en su vida es que nació con el Síndrome de Dawn.
Afortunadamente, esta alteración genética no le ha impedido perseguir su anhelo.
Todo lo contrario, ya que por estos días derrocha talento en el Ballet Folclórico de San Antonio (Bafosan), específicamente en el elenco infantil, compuesto por 45 niñas, y al cual pertenece desde hace un año y medio.
"Me gusta mucho bailar, mis bailes favoritos son los de Chile y del Norte", cuenta Ámbar, quien ayer estaba para presentarse en el escenario con una gran sonrisa.
La joven no disimula su alegría. Se le ve contenta y luce su vestimenta, al igual que sus compañeras del elenco, quienes la apoyan en cada presentación.
"Mis amigas son la Vale y la Coni", afirma, con una convicción que denota cariño y aceptación mutua.
El ballet folclórico no ha sido un conjunto de baile más, sino un verdadero grupo humano que la acogió desde el principio.
"El Bafosan más que un grupo de baile, es una familia. El profesor la trata igual que a las demás niñas, no hace diferencias y mi hija ha sabido responderle", asegura su madre, Patricia Cabrera.
Aunque también disfruta cantar y tocar algunos instrumentos musicales, el baile es -sin duda- la actividad favorita de Ámbar.
"Se levanta bailando y se acuesta bailando, es su vida", relata Patricia.
Su rutina es bastante dinámica, pues su madre se preocupa de buscar distintas actividades para mantenerla activa.
Actualmente, Ámbar cursa el nivel básico 8 de la Escuela Especial Aitué, proyecto educativo que nació en el año 2013, en el Cerro Placilla.
Es el nivel más alto que tiene la escuela. Ahí se desenvuelve con Matías, con quien comparte la misma alteración genética. También cursan el mismo nivel otros cuatro niños con capacidades diferentes.
"Ellos se relacionan bien, son buenos compañeros, comparten y se cuidan", asevera la madre de Ámbar, que dice estar agradecida de la labor de la escuela.
"La profesora jefe y la asistente son muy dedicadas con los niños. Su trabajo es planificado de acuerdo a cada alumno, entonces reciben una educación personalizada", manifiesta.
A pesar de que las materias del colegio no son sus favoritas, Ámbar no falta casi nunca a clases.
"No tiene actitud para el estudio, no le gusta, pero va al colegio contenta igual, porque tiene su pololo. Aunque no le gusta mucho leer y escribir, tiene muchos conocimientos, puede conversar de cualquier tema que le pregunten", cuenta Patricia.
MIEDO AL RECHAZO
Antes de ingresar al Bafosan, la pequeña incursionó en la danza árabe y el ballet.
"Me costó. Buscamos años y años un grupo donde la aceptaran", recuerda Patricia.
"Al principio me daba miedo que la rechazaran por su condición, pero el día en que llegué al Bafosan el profesor la recibió y aceptó al tiro, al igual que sus compañeras. Desde ese día, no ha faltado nunca", agrega.
Compartir con otras niñas de su edad le ha otorgado seguridad en sí misma y le ha permitido conocer la amistad verdadera.
"Las niñas practican con ella, hay un compañerismo, se nota que la quieren y se preocupan por Ámbar, entonces ella lo nota y adora a sus amigas del Bafosan", manifiesta la madre.
Valentina Espinoza es una de sus amigas más cercanas. Tiene 10 años y cursa quinto año básico en el Instituto Bicentenario Javiera Carrera Verdugo, ubicado en Barrancas.
Ella pertenece al elenco infantil desde hace dos años y no hay ningún baile que le guste más que otro; todos son sus favoritos.
La llegada de Ámbar al conjunto folclórico ha sido un aporte para Valentina.
"Es mi mejor amiga y la quiero mucho. Además, le ayudo en los pasos que le cuestan", declara la niña y agrega: "Entre todas nos ayudamos. Al mismo tiempo que estamos ensayando vamos corrigiéndonos".
El sueño de Ámbar es desarrollarse en el mundo artístico. El mismo anhelo que tiene Patricia para su única hija.
"Quisiera verla participar en el grupo de Danza Armonía, que está en Santiago. Es un grupo de jóvenes Dawn, que bailan profesionalmente".
La familia Bustamante Cabrera también participa en la Organización Dawn de San Antonio.
En este lugar, Ámbar ha desarrollado habilidades relacionadas con la repostería.
"Aprendió a hacer alfajores. Se juntan una vez a la semana, preparan alfajores y después salen a venderlos", explica Patricia.
Estas actividades le entregan estímulos a la pequeña, que se desenvuelve con total autonomía.
"Ella se sabe vestir, bañar, va a comprar al negocio del barrio. Es casi el 70% independiente, la dejamos ser, pero siempre supervisada por nosotros", advierte Patricia.
Inclusión
Marcos Pavéz, director del Ballet Folclórico de San Antonio, recuerda como anécdota que el día en que Patricia llegó con Ámbar para inscribirla en el conjunto, la madre le dijo: "Mi hija quiere bailar, pero tiene un problema".
"Yo no le veo ningún problema, para mí es una niña sana como cualquiera", respondió Pavéz.
Su experiencia previa como profesor de personas sordomudas, le abrió el camino para desenvolverse con todo tipo de alumnos.
"Tomó mucha confianza cuando la recibimos y empezó a bailar. Resultó que lo hace súper bien, obviamente un poco más lento que las demás, pero es por una cosa natural de su condición", asevera el docente.
Pasado el tiempo, Ámbar fue demostrando cada vez más su compromiso con la danza.
"Es aplicada, talentosa, responsable. Nunca le vas a escuchar decir 'no puedo' y siempre quiere aprender más", asegura Pavéz.
La incorporación de Ámbar al elenco infantil, también significó un aporte para las otras bailarinas.
"Todas las niñas la apoyan, pasó a ser parte importante del elenco infantil", agrega el director y luego afirma: "En lo personal estoy contento porque la idea es tratar de incluir a todos, el Bafosan está abierto a todos".
Durante las próximas semanas, el Bafosan se presentará en el Paseo Bellamar de San Antonio y en la Plaza de Llolleo, en el marco de un Ciclo de Verano.
Además, el conjunto sanantonino organiza un encuentro regional, que se desarrollará en el gimnasio Montemar el día 4 de enero.
En este encuentro participarán conjuntos folclóricos de las regiones de Tarapacá, Metropolitana, Valparaíso y La Araucanía. Y además, es gratis.