Carta a un hermano ausente
Hoy al verte partir en ese viaje sin retorno, veo que el destino es muy cruel, ya que en el ocaso de nuestras vidas, nos separamos por situaciones adversas a nuestra voluntad; que nos faltó tiempo para conversarlas, nos cerramos a una posibilidad de aclararlas ¿por qué? No sé.
Cuando hace un tiempo, nos comunicaste que tú ya no tenías familia, es mejor dicho hermanos, que todos nosotros habíamos muerto, que para ti solo contaba tu señora y tus dos hijos, no sabes cuánto nos dolió, pero pensamos los 4 (Alberto, Sonia, Gladys y yo), que con el tiempo se te iba a pasar el arrebato, que entenderías la situación que en ningún momento nosotros quisimos provocar.
Querido hermano, te voy a echar mucho de menos, ya que los dos siempre estuvimos juntos, nunca abandonamos nuestro Llolleo, los otros hermanos se fueron casando y partieron los veíamos de vez en cuando, en cambio nosotros, podían pasar días sin vernos, pero yo sabía que tú siempre estabas ahí y podía contar contigo, que en cualquier momento iba a sonar el teléfono para invitarme a almorzar; no olvidaré jamás cuando preparabas el rico menestrón y lo compartíamos alegremente (a nadie de tu grupo familiar le gustaba), tampoco olvidaré los años nuevos, los 18 de septiembre y tantas otras fechas que pasamos juntos y que quedaron grabadas a fuego en mi corazón.
Gracias a Dios tuve el privilegio que gran parte de mi vida estuve contigo, celebrar tus payasadas, que para otros les causaba molestias y que a mí me daban tanta risa. Voy a quedarme con todos los recuerdos lindos, las fotografías de las distintas actividades en las que me invitabas a participar.
Querido hermano, yo sé que estás en un lugar mejor que nosotros, donde no existen la envidia ni la maldad, que desde arriba puedes ver y darte cuenta, que nunca tuvimos la intención de perjudicarte a ti o a algún miembro de tu familia, ya conoces la verdad, solo me queda decirte descansa en paz, mientras nosotros (hermanos y sobrinos) trataremos de salir de esta infinita pena que nos embarga, al no habernos despedido de ti como nos hubiera gustado, dándote un gran abrazo y decirte cuanto te queríamos.
Hasta siempre hermano, tu hermana que siempre te recordará.
Aída
(la Negra, como te gustaba llamarme)