La silenciosa amenaza de las drogas y el alcohol entre los escolares sanantoninos
En el Departamento de Administración de Educación Municipal (Daem) explicaron cómo funciona la red que detecta y trabaja con los problemas mentales de los alumnos del sistema público.
Juventud, ¿divino tesoro? Tristemente, ésa no es una realidad para muchos sanantoninos. La salud mental de nuestros niños y adolescentes es un fenómeno cada vez más preocupante en la comuna puerto.
Este lunes, en entrevista con Diario El Líder, el médico siquiatra del hospital Claudio Vicuña, Raúl Springmüller, develó un alto consumo de drogas y alcohol entre los menores de veinte años y el incremento de trastornos mentales detrás de situaciones que antes eran "consideradas normales", como el bajo rendimiento académico, la mala conducta o incluso la violencia entre los compañeros de curso.
Inmediatamente después de la publicación, profesionales del Departamento de Administración de Educación Municipal (Daem) nos invitaron a conocer cómo trabajan para contener la situación, que también consideran como "preocupante".
Coinciden con el especialista en que se requiere de la creación de políticas urgentes desde el gobierno central con el objetivo de inyectar recursos al sector público.
Alejandro Santis, de la unidad sicosocial del Daem, señaló que desde el 2014 -año en que se instauró esta oficina- hasta ahora, han detectado un aumento de "problemas que hasta hace un tiempo parecían normales entre algunos estudiantes pero que en realidad son el reflejo de situaciones de fondo que, cada día más, nos esmeramos por pesquisar a tiempo".
"Los alumnos están mucho más expuestos a las patologías mentales. Un niño no se levanta y dice 'hoy me voy a portar mal'", agrega.
Pero, ¿cómo saber si su hijo está siendo víctima de uno de estos males?
Este año se agregará al programa de acompañamiento de la paternidad y maternidad, Chile Crece Contigo, la asesoría para los padres o cuidadores de menores entre cinco y nueve años. San Antonio será la primera comuna del país en contar con este servicio.
En etapa escolar, en cambio, los establecimientos serían capaces de identificar algún tipo de dificultad, que hasta ese momento haya pasado desapercibida al interior del hogar.
En la actualidad, 18 de los 24 colegios municipales cuentan con un equipo de sicólogos y trabajadores sociales, quienes junto a los docentes, deberían poner ojo a quienes hasta hace unos años cargaban con la etiqueta de "mala conducta".
"Hemos empezado a trabajar con los profesionales del área y con los profesores, porque desde la promulgación de la Ley de Inclusión (en marzo del 2016) no se puede remover a los alumnos de la sala de clase o del colegio si es que estos tienen un comportamiento problemático. Lo que se exige es que se tenga la capacidad de incorporarlo y no de expulsarlo", aseguró Santis.
-Entonces, eso de castigado y a la Inspectoría quedó en el pasado...
-Sí, desde que nació esta ley eso se acabó, y por eso se ha intensificado la capacitación a los docentes para tener un mejor clima en la sala de clases. Antes la solución más fácil era sacar a los alumnos de su entorno. Hoy, por el contrario, hay protocolos para generar evaluaciones diferenciadas y para que, por supuesto, esa situación sea revisada.
Espejo de la casa
Si en la casa todo está bien, en el colegio no debería haber mayores contratiempos, pero ¿qué pasa cuando son los padres quienes están fallando?
"En esos casos se trabaja en hallar el origen de la problemática. Si un niño es violento, sabemos por experiencia que está en un ambiente de violencia y para eso están los profesionales, que deberían no solo conversar con los apoderados, sino también con los niños para identificar episodios de abusos o violencia", prosiguió Santis.
Si se descubre que un menor está siendo víctima de alguna vulneración de sus derechos, esa denuncia se pone en conocimiento del Tribunal de Familia o de la Fiscalía dependiendo de su gravedad.
Cuando es un asunto médico, esa situación es derivada a los consultorios o al hospital para la atención de especialistas.
"Si un escolar tiene cortes en los brazos sabemos que eso no es normal, que es una conducta suicida que debe ser vista por un facultativo, y en no pocos casos se recurre a la medicación", añadió.
Los registros del Daem solo aplican para los colegios municipales, que en 2016 recibieron a poco más de seis mil sanantoninos.
No hay nociones sobre qué está pasando con los niños y adolescentes que acceden a los establecimientos particulares y subvencionados. "Ellos están en pañales", se atreve a decir el funcionario.
Lamentablemente, los pequeños "pórfidos" son solo la punta de iceberg. Entre los escolares mayores de séptimo básico y en formación secundaria se ha visto, según el encargado del Daem, un creciente consumo de drogas y alcohol.
-¿Tenemos niños drogadictos y alcohólicos en San Antonio?
-Sí. Lamentablemente, en algunos casos, no en la mayoría evidentemente, hemos registrado situaciones de consumo problemático de alcohol y específicamente de marihuana.
Excesos
"Hay jóvenes que le han dicho a sus padres y a sus profesores que no entran al colegio antes de fumarse un pito. Eso está clínicamente comprobado que es nocivo para alguien en etapa escolar", explicó.
¿Será que el debate sobre la despenalización y el autocultivo de la cannabis ha afectado la percepción de los adolescentes? Santis y Springmüller coinciden en que sí.
El siquiatra del hospital asegura que "la discusión que se ha dado el último tiempo ha afectado mucho, porque se dice que la marihuana tiene propiedades medicinales, que no están del todo demostradas. Lo que sí está demostrado es que las personas menores de 18 años no la deberían consumir bajo ninguna circunstancia".
"Si un niño ve a un doctor, a un actor, a un futbolista diciendo que la marihuana es buena, ese niño también va a creerlo", completa Santis.
¿Cómo evitar o mejorar este diagnóstico tan pesimista? Educando a los peques, a sus papás y a sus profes.
"Nosotros ya identificamos el problema y estamos tratando de subsanarlo, pero necesitamos más recursos a nivel de salud y mejores políticas desde el Gobierno", apuntan desde el Daem. "Nadie quiere niños en la delincuencia, en las drogas o que terminen con un suicidio. Nadie", agregan.

