La pregunta de la semana ¿Cree que es segura la locomoción colectiva en San Antonio?
Si 12%
No
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Cuando Katherine Natalia Aliaga Guzmán nació en Santiago un 18 de julio de 1987 (29 años de edad), le diagnosticaron milomeningocele con hidrocefalia. Las vértebras de su columna no estaban formadas completamente, por lo que sus padres Mario Aliaga e Iris Guzmán supieron apenas nació que su hija no iba a poder caminar y se tendría que movilizar durante toda su vida en silla de ruedas.
A la temprana edad de tres años, Katherine comenzó a asistir en la capital a las terapias que entregaba el Instituto Teletón. Allí recibía tratamientos kinesiológicos, sicológicos y además tenía la posibilidad de interactuar con otras chicas y chicos de su edad. Estuvo dos décadas en el instituto, hasta que hace seis años le entregaron el alta. Tenía ya 23 años.
Y pese a tener un buen recuerdo de su proceso en la Teletón, siempre le quedó marcada una frase que le repitieron más de una vez. "Me decían que no iba a poder tener hijos y eso a mí me quedaba dando vueltas, porque tampoco creía que podía ser algo tan definitivo, ya que aún era joven y tenía toda la vida por delante", recuerda Katherine, quien a la edad de 21 años, conoció en un chat del sitio Terra a quien actualmente es su pareja, Juan Manuel Pozo.
Estuvieron chateando por cerca de dos meses hasta que concretaron una cita. Katherine le dijo durante las primeras conversaciones que se desplazaba en silla de ruedas, y Juan Manuel le comentó que eso no le importaba en lo más mínimo. Un par de meses después de aquella primera salida formalizaron la relación y decidieron pololear.
El 2010, el milagro de la vida se hizo presente. Katherine quedó embarazada y las palabras que le repetían en el Instituto Teletón ya no tenían validez.
"La verdad tuve un embarazo tranquilo, no tuve muchos problemas y lo único que tenían que tener cuidado los doctores es que no pasaran a llevar una válvula que me conectaron cuando nací para el control de esfínter, ya que me tenía que hacer cesárea, por lo que tenían que realizar la operación bastante rápido. De hecho la cesárea me la realizaron con anestesia general y me acuerdo que fue corta, porque me anestesiaron a las 08.45 y a las 09.15 ya estaba despierta con el bebé en los brazos", hace memoria la joven.
Tras el nacimiento de Martín Ignacio Pozo Aliaga, a Katherine la operaron para que no tuviera más hijos. Sin embargo, el 2013 nuevamente un milagro de la vida se hizo presente en su destino. Nuevamente quedó embarazada, y tal como lo había soñado cuando chica, iba a tener la parejita.
"Siempre me imaginaba con un hijo y una hija, así que cuando supe que estaba embarazada y que sería mujer, fue otra gran alegría que la verdad no me la esperaba", reconoce con emoción Katherine, quien el 2104 dio a luz a Javiera Emilia Pozo Aliaga.
En enero del año pasado, la familia Pozo Aliaga decidió darle un cambio radical a sus vidas. Dejarían Santiago para mudarse a la comuna de Cartagena, donde el padre de Katherine tenía una casa ubicada en la calle Echaurren, por la ruta del camino viejo, la que había adquirido hace más de 25 años atrás.
"Mi padre cuando se separó de mi madre se fue de Santiago y se vino a Cartagena con su nueva pareja y rehízo su vida. Yo venía algunos veranos acá, y de hecho lo ayudaba para atender un puesto que tenía en el sector del pueblito artesanal a un costado de Playa Chica. Su pareja me ayudaba a trasladarme algunos días de la semana para ese puestito donde mi padre vendía artesanías que él mismo hacía en la casa", explica.
Lamentablemente para Katherine, su padre Mario Orlando Aliaga falleció el 25 de enero del año pasado. Meses antes había tenido que ser traslado a Santiago a la casa de uno de sus hijos, ya que sus dolores al hígado eran insostenibles. Muchos años tomando alcohol de manera poco prudente le estaban pasando la cuenta.
"Nosotros llegamos la primera quincena de enero del año pasado, cuando mi padre ya estaba en la casa de mi hermano Mario en Santiago. Fue algo doloroso la verdad, y que justo fue los días en los que estábamos recién llegando a Cartagena. Falleció a la edad de los 78 años", rememora con dolor.
Tras la muerte de su padre, Katherine y su familia volvieron a enfocarse en su nueva vida en Cartagena, la cual no ha sido fácil. Actualmente, ni ella ni su pareja Juan Manuel han podido encontrar trabajo, por lo que viven de la pensión de invalidez de 90 mil pesos que recibe mensualmente Katherine y algunos aportes familiares.
Además, no han podido optar a ningún beneficio de la Ficha de Protección Social, ya que les pidieron seis meses de residencia y los trámites aún están en lista de espera.
"Nos ha ido mal en la búsqueda de trabajo. Yo me desempeñé durante un año como secretaria en la Fundación Tacal, cuando aún vivíamos en Santiago. Eso fue hace cuatro años y ha sido mi único trabajo. Lamentablemente una persona en silla de ruedas no consigue un puesto muy fácil, pero me siento capacitada para estar atendiendo un mesón, una caja, o trabajar como recepcionista o secretaria en alguna oficina", señala Katherine, quien aparte de no tener trabajo junto a su pareja, deben costear un medicamento todos los meses con un costo de 15 mil pesos para su hijo Martín, quien sufre de encopresis, lo que le provoca una defecación involuntaria que incluso le ha traído problemas en el colegio.
Por eso, el matrimonio entre Katherine y Juan Manuel confía que en un corto plazo puedan estar trabajando para solventar los gastos de la nueva vida que están llevando en Cartagena.
Pese a llevar poco tiempo viviendo en el balneario, ya han recibido el cariño de algunas familias que no han dudado en ayudarlos. "Para Navidad un caballero que es comerciante con su señora nos regalaron una cena que disfrutamos esa noche, y llenaron de regalos a Martín y a Javiera. Fue algo que no esperábamos, así que estamos agradecidos por esos gestos que hemos tenido de los cartageninos", dice llena de esperanzas Katherine Aliaga Guzmán.
En rellos vecinos de calle El Pinar para contarles los detalles y plazos para ejecutar esta obra.
Atentamentete,
Alejandro Salas
Subgerente zonal Esval
Litoral Sur
atua ecuestre del General Don José Miguel Carrera, que todos sabemos como murió?
Ángel Parra Sepúlveda
El humo y las constantes alarmas de incendios forestales mantienen preocupados a todos los sanantoninos. Pero a los que viven en medio de un bosque de eucaliptos aun más.
La situación para los vecinos de la Villa El Sol no ha sido fácil durante la última temporada. Además del incendio que el 21 de diciembre pasado amenazó con llegar hasta sus viviendas, denuncian que existe un basural clandestino frente a sus casas que les quita el sueño por el peligro de que las altas temperaturas vuelvan a encender los desperdicios que se alojan en la quebrada.
Berta Corona vive en medio de un bosque en una parcela ubicada a un costado de la Villa El Sol. Al ingresar a este lugar se puede apreciar que todo es combustible a su alrededor. El suelo está tapizado en hojas cecas, las casas son de material ligero y el bosque de eucalipto rodea las viviendas.
El jueves nuevamente se generó una alarma de incendio en ese basural y sus nervios ya no resisten.
"El tema de los incendios nos tiene muy preocupados, porque estamos en medio del campo, por eso cuando el jueves llamamos a bomberos y nos dijeron que andaban todos en el incendio de Bucalemu sufrimos mucho. Menos mal que vinieron de Conaf y lo apagaron, pero tenemos que tomar medidas", comenta ella.
Baldes
Una de las medidas que dicen haber tomado es que al rededor del bosque mantienen decenas de tarros y baldes con agua. Esos serían los primeros que lanzarían para apagar el fuego si se acerca a sus casas.
"Todos en la Villa El Sol saben quien es el responsable de seguir con ese basurero clandestino y estamos seguros que es lo más peligroso para nuestras casas, porque cuando comienza a hacer mucho calor y viento todos temblamos de miedo", comenta Berta.
Según Berta ese basural es un peligro inminente para todos los pobladores del sector, por ello apela a las autoridades a que se tomen las medidas correspondientes para evitar una desgracia y que se provoque otro incendio.
"Para el incendio del 21 de diciembre llegó toda la gente de Bellavista Brasil, de Los Copihues Blancos, la Villa El Sol... porque somos muchos los que podríamos salir perjudicados con un incendio acá", agrega.
De acuerdo a lo que les indicó Conaf, se debe hacer un cortafuegos en toda la zona y ya se les dieron las directrices que deben adoptar para mantener sus viviendas más resguardadas, por ello detallan que se están coordinando con los vecinos del sector para limpiar y tomar medidas de prevención, pero que el basural sigue estando fuera de sus manos.
"Si no eliminan ese basural seguiremos en peligro".
21 de diciembre pasado ocurrió el último gran incendio que los amenazó con destruir sus casas.