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Estas chiquillas moverán el esqueleto de todos los niños de San Antonio

Aracely Alcaíno y Scarlett Castro invitan a todos los niños entre 8 a 15 años a sumarse a estas clases de danza.
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Raúl Abarca Pailamilla

Para algunos padres el periodo de vacaciones de sus hijos se transforma en una verdadero dolor de cabeza, sobre todo, porque no saben cómo entretenerlos en verano.

Es por esta razón que dos sanantoninas realizarán clases de danza durante el periodo estival, pero también, como cuentan, esperan que este taller se mantenga durante el resto del año para forman nuevos talentos.

Aracely Alcaíno (20) y Scarlett Castro (23) están llevando a cabo, dos veces a la semana, clases de danza para niños y niñas entre los 8 a 15 años.

Aracely se encuentra estudiando danza y lleva nueve años bailando en diferentes academias de la zona. Ella trabaja todos los lunes, de 16 a 18 horas, enseñando jazz a los pequeños bailarines de la provincia.

"Es para niños y niñas. Hacemos un llamado a todos los jóvenes que quieran participar, porque a veces es complicado lograr que se inscriban niños por el tema de los prejuicios, que la danza es para las niñas y que los hombres tienen que jugar a la pelota. Entre más niños lleguen más cosas entretenidas se pueden hacer", recalcó.

Scarlett, quien es profesora de educación física, está a cargo de las clases de espectáculo y danza moderna, los miércoles, entre las 16 y 18 horas.

"Nuestra idea es seguir durante el año. Queremos preparar niños, entregarle nuestros conocimientos y ojalá que podamos sacar algún artista en la zona", dijo Scarlett quien se ha dedicado por 11 años a la danza, dentro y fuera de la provincia.

Las clases, que comenzaron el reciente miércoles, se realizan en calle La Marina 1671, atrás de la compañía de Bomberos de Barrancas.

El valor de ambas clases es de 25 mil pesos mensuales, mientras que tomar una de ellas, tiene un valor de 15 mil.

El difícil mundo

Ambas sanantoninas cuenta que es complicado partir y hacer carrera en el mundo de la danza.

"Es complicado porque cuesta mucho comenzar, llegar a los padres, porque de alguna forma ellos nos están entregando sus tesoros, que son sus hijas e hijos, y confiar cuesta un poco. Yo he hecho clases en San Antonio y Aracely me ha acompañado tanto acá como en Santiago y la recepción ha sido muy buena", contó Scarlett.

Su compañera y colega mencionó que "queremos mantener las clases durante el año para comenzar a formar talentos y que ellos conozcan este mundo para que se hagan presentaciones, compitan afuera y vivan esta experiencia, porque un bailarín se hace en el escenario".

Aracely también explicó que "no solo es importante el área educativa de los niños, en cuanto al colegio, sino también es fundamental la recreativa para que los niños manejen distintas habilidades".

Scarlett enfatizó en que "hay que eliminar los prejuicios o estereotipos de la danza, porque así podremos tener nuevos artistas y talentos acá en San Antonio".

lsa
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scarlett castro y arecely alcaíno bailan hace más de 10 años en diferentes academias, tanto en san antonio como santiago.
las clases son los lunes y miércoles, en barrancas.
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Mario Anabalón cambia los ajos, papas y cebollas por los quitasoles

Este cartagenino lleva 31 años arrendando sombrillas en la playa Grande de Cartagena. "Varios se han ido sin pagar", confiesa.
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Raúl Abarca Pailamilla

Por la playa Grande de Cartagena y cuando el sol comienza a pegar en los esculturales cuerpos de los miles de veraneantes que llegan al popular balneario, aparece un tipo moreno. Simpático. Con la talla a flor de labio y con un innegable parecido al ex jugador de Colo Colo de principios de los 80, el brasileño Severino Vasconcelos.

Con su pelo negro, rizado al viento, este vecino de la población José Arellano llega sagradamente, hace 31 años, a esta playa a arrendar sus quitasoles y sillas a los cientos de turistas que buscan combatir los rayos del sol.

Mario Anabalón, de 59 primaveras, se autoproclama como el rey del quitasol. ¡Y cómo no! Si lleva más de la mitad de su vida arrendando estas sombrillas en el balneario cartagenino.

"Partí, porque un familiar me trajo para acá, a trabajar, y me gustó. De ahí que no he parado en 31 años", parte contando.

Pese a lo que muchos puedan pensar, que es una pega fácil y tranquila, Mario confiesa que en varias ocasiones llegan turistas que se levantaron, literalmente, con el "pie izquierdo" en sus vacaciones.

"Uno acá tiene que soportar a todo tipo de veraneantes. Algunos son simpáticos, piolas, pero otros no. Ahí, uno tiene que echar a correr lo que sabe. Tiene que ser buena onda, tirarles una talla para que alegren o relajen. Si se ríen, es porque me van a arrendar el quitasol y si no, no pasa nada y continuamos trabajando", cuenta entre risas.

Cambio de rubro

Mientras Mario Anabalón cuenta que durante el resto del año se dedica a comercializar productos como cebolla, papa y ajos, entre otros, dos chiquillas lo llaman para que le instale un quitasol.

"Estos son los míos. Los rojos. Los más grandes y los mejores", se cachiporrea antes de ir hasta donde se encuentran estas dos mujeres, que vienen desde la capital a pasar unas merecidas vacaciones en Cartagena.

El arriendo de estas sombrillas es de 2 mil pesos por todo el día, además los turistas pueden encontrar sillas a 1.500 pesos y carpas en forma de medialuna a 3 mil, ambas por toda la jornada.

"Uno no se puede quejar. Me va bien. A veces vienen buses y todas las personas me arriendan los quitasoles. Pero eso no es siempre. En otras ocasiones está nublado y poca gente viene", detalla este padre de familia de tres hijos y seis nietos.

-Retomando, lo que nos estaba contando, ¿usted se dedica en el año a la venta de alimentos?

-Claro. Soy vendedor ambulante y vendo papas, cebollas, ajos y todas esas cosas. Viajo a Santiago a buscar los productos y los vendo acá. Hay que ingeniárselas.

-¿Cuál pega le gusta más?

-La de los quitasoles es más entretenida. Pero a veces la gente se quiere pasar de lista.

-¿A qué se refiere?

-Varias veces me ha pasado, por confiado, que la gente se arranca y no paga o se roba los quitasoles. Una vez vino un matrimonio que se veía bien decente. Me dijo que me pagan en un rato más y cuando los voy a ver para cobrarles, no estaban. Se habían ido. Así varios se han ido sin pagar. Ahora cobro altiro, pasando y pasando.

-¿Y qué es lo que hace en ese momento?

-No se puede hacer mucho, la playa es grande y uno no sabe para dónde arrancaron.

Mario Anabalón revela que ha visto un sinnúmero de sucesos en la playa: desde personas ahogadas que perdieron su vida, robos e inclusos persecuciones policiales.

"Cuando uno trabaja en lugares así, donde hay mucha gente, uno ve hartas cosas buenas y malas. Pero así es la vida", cuenta sonriendo este hombre que espera seguir, todos los veranos, quitando el sol a los turistas.

2.000 pesos cuesta el arriendo, de los quitasoles en la playa Grande de Cartagena.

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Jacqueline Pérez y Sharon andrea arrendaron un quitasol a mario anabalón.
mario hace 31 años que arrienda sombrillas en cartagena.
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